sábado, 24 de abril de 2010

Capítulo Tres

Cuando Bill fue desmovilizado del Ejército, ya se había probado a sí mismo que era un líder, y los hombres de su batería de artillería le habían dado un regalo como muestra de su aprecio. Tenía una habilidad reconocida para llevarse bien con otros, y también tenía algo de educación superior, así como facilidad para las ciencias y las matemáticas, y muchos impulsos. También tenía una amorosa esposa, que confiaba en que era inminente que subiera a grandes alturas.
Además, tenía una nueva compañía siniestra: el alcohol. Aunque todavía no aparentaba ser un problema, ya se había establecido un patrón de bebida; cuando se emborrachaba, con frecuencia era en exceso y,
algunas veces, estaba acompañada de un extraño comportamiento y lagunas mentales (amnesias temporales).
En mayo de 1919, Bill fue un hombre libre. Intensamente ambicioso, lleno de grandes sueños para el futuro, no tenía planes específicos para el presente y, como muchos otros veteranos, encontró que era difícil adaptarse. Para él, no fue fácil aceptar su condición de ser otra vez una persona común, sin el grado y los privilegios de un oficial comisionado. "Por ejemplo, me sorprendió mucho en el metro de Nueva York que los guardias no me saludaran y que los pasajeros me empujaran", expresó.
A causa de que no había terminado la educación superior y de que en realidad no estaba capacitado para algún negocio o profesión, también tuvo dificultad para encontrar un empleo.
El padre de Lois, el Dr. Clark Burnham, con el que todavía estaban viviendo Bill y Lois, era hombre prominente en la comunidad de Brooklyn y ayudó a Bill para que obtuviera trabajo como oficinista en el departamento de seguros del Ferrocarril Central de Nueva York. "En realidad, trabajaba para mi cuñado, Cy Jones, que entonces era el jefe de la oficina.
Fue un descenso tremendo después de haber sido un oficial y fue difícil, demasiado difícil de aceptar el que proviniera de mi cuñado. Trabajé ahí durante algunos meses, resulté ser un administrador y tenedor de libros tan malo que el Central de Nueva York me despidió, y eso me produjo una fuerte rebeldía, afirmando que ya le enseñaría a esa ciudad, a esos amigos de Lois y de hecho, a todo el maldito mundo".
El resentimiento de Bill hacia el ferrocarril fue tan intenso, que realmente lo llevó a dar la espalda a todos los puntos de vista económicos conservadores, que había tenido toda su vida. "En esa época, estaba en boga el plan socialista para apoderarse de los ferrocarriles, y en muy poco tiempo, a pesar de mi educación y origen vermontianos, me volví completamente socialista, una reacción que, espero, fuera contra el Central de Nueva York".
Bill tuvo entonces lo que recordaba como un período de "aplazamiento y derrumbe" en su búsqueda de otro empleo. "Por último, acepté un trabajo en uno de los muelles del Central de Nueva York, colocando clavos en los tablones después de que los carpinteros los aserraban y los dejaban ahí; eso hacía que me levantara temprano para ir desde Brooklyn hasta las inmediaciones de la Calle 72, en donde trabajaba y salía corriendo a los sindicatos de Nueva York.
Bueno, ahora ya no era tan socialista. Ponía muchas objeciones a entrar al sindicato y se me amenazaba por la fuerza para que lo hiciera; prefería dejar el trabajo en vez de ingresar al sindicato. Mientras tanto, la bebida avanzaba lentamente".
Lois persuadió a Bill de que hiciera un viaje a pie con ella por Maine, en parte para que reflexionara y, en parte, para alejarlo de la bebida. Desde Boston, tomaron un barco a Portland, Maine, y caminaron desde Portland hasta Rutland, Vermont, llevando mochilas y tiendas de campaña del Ejército.
Un pasaje del diario que Lois llevó durante el viaje muestra lo despreocupados que estuvieron y lo felices que fueron:
"Conocimos a un hombre pelirrojo muy humilde, con la cola de la camisa colgando a través de un agujero en la parte trasera del pantalón quien, con toda propiedad, nunca se dignó dirigir su mirada sobre el chocante espectáculo de una mujer con pantalones. Cuando le preguntamos sobre el Río Saco, dijo que estaba a cinco kilómetros sobre el camino, pero que este verano no había ido tan lejos . . .
Salimos bastante temprano, pero nos detuvimos en el primer arroyo que encontramos y tomamos nuestro baño matinal; aunque estábamos casi en el centro de un lugar llamado Ross's Corners,, pudimos encontrar un lugar aislado. Nos pasó un auto con un caballo amarrado en la parte de atrás . . .
Pasamos la noche a la orilla del Lago Winnepesaukee; espiamos a una marta cazando entre las piedras y oímos a un pájaro bobo que chillaba en la quietud. En esa noche fría las luces del norte eran maravillosas.
Encontramos a un alegre campesino con un sombrero de percal de ala ancha, que le cantaba a su tronco cuando iba llevando el carro cuesta abajo. Nos explicó que su canto animaba a los caballos para que no dieran tumbos".
Después de regresar a Brooklyn, Lois encontró empleo en la Cruz Roja, como terapeuta ocupacional en el Hospital Naval de Brooklyn. Había tomado un curso de terapia ocupacional, mientras Bill estaba en ultramar. A diferencia de Bill, nunca tuvo problemas para conservar un trabajo.
También Bill encontró empleo como investigador en fraudes y desfalcos en la afianzadora United States Fidelity and Guaranty Company. También había dejado de lado su, en cierta forma, vaga ambición de llegar a ser ingeniero y, en su lugar, se había inscrito en las clases nocturnas de la Escuela de Leyes de Brooklyn.
Ante la insistencia de su abuelo, había abandonado la ingeniería y se había decidido por el estudio de las leyes. Aunque no estaba seguro de querer llegar a ser un abogado, sabía que le sería útil un conocimiento de las leyes, sin importar lo que finalmente decidiera al respecto.
En tanto que Bill estaba completando sus planes para ir a trabajar, había contestado un anuncio ciego del Times de Nueva York; para su asombro,
recibió en respuesta una invitación del mismo Thomas Edison, en la que se la solicitaba que fuera a los laboratorios de Edison en East Orange, New Jersey, a una prueba de aptitudes para un trabajo. ¡Una oportunidad venida del cielo, Edison era uno de los héroes de Bill! Aunque el inventor era muy anciano y sus mayores logros habían quedado tras de él, todavía estaba activo.
Cuando Bill llegó a las instalaciones de Edison, lo llevaron junto con otros solicitantes al propio laboratorio de éste - un salón grande, sin pretensiones - y se les dio un examen escrito. Ahí estaba el mismo Edison, sentado en un escritorio barato y maltratado, que se encontraba en una esquina.
Fue una prueba difícil que contenía 286 preguntas; Bill recordó que "en una pregunta, querían que supiéramos cuál era el diámetro de la luna; en la siguiente cuáles eran los tonos de un instrumento de cuerda; en la que seguía, en dónde hacen el mayor número de zapatos; en la otra, qué clase de madera utilizan para las duelas de los barriles de aceite, y así se cubría la variedad. La idea evidente era darse cuenta de si eras observador de lo que leías y de las cosas de la vida en general.
Transcurrió la tarde y la gente terminó sus escritos y se los regresaron, y yo no había terminado. Contesté rápidamente todas las preguntas que pude y volví a empezar, ya que muchas era capaz de calcularlas, como la población relativa y otras cosas científicas, así como otras que puedes recordar si las piensas detenidamente. De esta manera contesté una proporción muy grande de las preguntas de una u otra forma y el anciano se acercó a mí y preguntó si encontraba difícil el examen; la dije que sí, que creía que era muy difícil.
En esos momentos pude verlo muy bien. Había sido uno de mis héroes cuando aspiraba a ser ingeniero eléctrico y recuerdo cómo uno de los que habían sido sus alumnos, que era de la nobleza japonesa, había ido a hacerle una visita y cuando un ayudante llegó con una barra de platino, que sería ruinosamente cara si la aplanaban porque así la echarían a perder; el anciano explotó en un torrente de maldiciones: "Esto va a ser aplanado ¡y tú lo harás!. Haz como te digo, ¿entiendes?, mostrándole que era un viejo autoritario".
En unas semanas más, después de que Bill empezó a trabajar en la U.S. Fidelity and Guaranty Company, lo llamó un reportero del Times de Nueva York para entrevistarlo ¡como uno de los ganadores de la prueba de Edison!. Poco después, Bill recibió una carta personal de Edison invitándolo a ingresar a los laboratorios como investigador en el departamento de acústica. En la prueba, Bill había demostrado un conocimiento considerable del sonido y los instrumentos de cuerda, lo que evidentemente tenía relación con su interés en la radio y el violín.
Recibir una oferta de Thomas Edison debe haber reforzado tremendamente a Bill, incluso podría haber ayudado a compensarle su
vergüenza por fracasar en sus exámenes de admisión al M.I.T. Se sabía muy bien que Edison daba un gran valor a la perseverancia y que atribuía parte considerable de su propio éxito al rechazo a rendirse. A pesar de lo tentadora y halagadora que tuvo que ser la oferta, Bill no la aceptó; en sus recuerdos del incidente, nunca ofreció una razón para su negativa.
Entre tanto, ya había empezado a trabajar para la compañía afianzadora y le estaba interesando, teniendo así su primer vislumbre del Wall Street y del mundo de las finanzas.
Aunque Bill ya no esperaba ser ingeniero, continuó interesándose en la radio con la que una vez había impresionado a sus vecinos de East Dorset. "Ahí, en la calle Amity, construí uno de los primeros aparatos superheterodinos hechos por un aficionado", recordó Bill. "Luego empecé a construir aparatos para vender y de esa manera ganamos un poco de dinero". Su taller estaba en un desván del edificio en el 142 de la Calle Amity, en el que Lois y él tenían ahora su propio departamento. "Superheterodino" era el circuito para seleccionar la frecuencia y amplificar; éste, que ahora es un tipo común de circuito, fue un gran adelanto en aquellos primeros años de la radio. Lois recordó que los aparatos de Bill podían captar estaciones tan lejanas como Dallas, Minneapolis y Los Angeles. (Uno de los aparatos todavía funcionaba perfectamente cuando 20 años después se mudaron a Bedford Hill).
Este no fue el único uso que dio Bill a su ingenio. La prohibición era un nuevo hecho de la vida. La 18ª. Enmienda a la Constitución se había convertido en ley, en enero de 1920.
Esta no intimidó a Bill más de lo que disuadió a cualquier otro bebedor serio. El compraba uvas y las presionaba en grandes cazuelas. Recordó con frecuencia que bebía el vino antes de que estuviera medio fermentado.
Mientras tanto, la vida de los Wilson a principios de los veinte, ya estaba problematizada por la forma de beber de Bill, y también fue una época de crecimiento. Bill prosiguió sus estudios de leyes durante más de tres años y llenó los requisitos para que le dieran un diploma; sin embargo, estaba demasiado borracho para pasar el examen final. "Lo hice en el otoñó y luego exigí mi diploma y nunca me lo dieron, ya que se suponía que me presentaría en el siguiente acto de entrega de títulos", dijo. "Pero nunca me presenté y mi diploma como graduado en leyes todavía descansa en la Escuela de Leyes de Brooklyn. Nunca regresé por él y tengo que ir antes de morir". 1
Los Wilson deseaban profundamente hijos durante el verano de 1922, Lois llegó a estar embarazada. Fue el primero de tres embarazos extrauterinos que iba a sufrir. En un embarazo extrauterino, el embrión se desarrolla fuera del útero, en el caso de Lois, en una de las trompas de Falopio.
Después del segundo embarazo desafortunado, Bill y Lois se vieron obligados a enfrentar el hecho de que nunca tendrían hijos propios. Dijo Lois: "Incluso cuando estaba borracho, Bill tomaba esta abrumadora desilusión de buena gana y con bondad hacia mí. Pero su manera de beber había aumentado constantemente y sus combates con el alcohol se habían vuelto cada vez más frecuentes.
Años después, cuando estuvieron mejor económicamente, solicitaron la adopción de un hijo. Aunque esperaron largo tiempo y preguntaron varias veces, en cada ocasión se les decía que no habían encontrado un niño apto para ellos. Bill estuvo seguro siempre de que no les dieron un hijo, por su forma de beber. 2
Aunque el alcoholismo de Bill Afectó los primeros años de su matrimonio, no progresó lo bastante para interferir seriamente con su trabajo. Estaba probando que era un investigador capaz. Algunas de sus investigaciones lo llevaron a Wall Street y a casas corretaje de acciones. Justo estaba empezando el gran auge del mercado de acciones de los veinte y la gente ya estaba haciendo fortunas en el mercado; Bill se encontró sumergido en este nuevo mundo excitante. Además de leyes, Bill estudió los asuntos comerciales y empleó los limitados ahorros de la pareja en un programa de inversión, cuando demostraba que, aunque escaso, era espectacular. "Al vivir con modestia, mi esposa y yo habíamos ahorrado 1,000 dólares", refirió; "examinaba cuidadosamente ciertos valores, que entonces estaban baratos y más bien no eran populares, y acertadamente imaginaba que algún día podían subir mucho".
Bill estaba interesado principalmente en acciones de aparatos eléctricos y de servicios públicos. "Lois y yo teníamos dos acciones de la General Electric, por las que la gente pensaba que habíamos pagado una suma fabulosa, ya que cuando las compramos estaban a 180 dólares la acción", recordó. Había acertado respecto a su potencial de crecimiento. "Al subdividirse, estas mismas acciones llegaron a valer cuatro o cinco mil dólares cada una".
Bill se dio cuenta de que gran cantidad de gente hacía mucho dinero comprando y vendiendo acciones sobre la base de muy poca información, y otros perdían mucho mediante ignorancia similar. Decidió que para una inversión prudente, se necesitaba una información más completa acerca de las fábricas y de las administraciones que representaban las acciones.
Una idea poco común en los veinte tuvo por resultado que Bill se convirtiera en uno de los primeros analistas de valores. Hoy, sería inconcebible comprar acciones de una compañía sin saber algo acerca de su administración, mercados y perspectivas de negocios. Las firmas de agentes de acciones, los bancos y las compañías privadas tienen grandes departamentos para estudiar las compañías e industrias; los investigadores de hoy tienen acceso a las computadoras y a los bancos
de almacenamiento de datos. De hecho, Bill fue uno de los primeros en darse cuenta de que los inversionistas debían fijarse en el valor real que está detrás de las acciones; tal como lo consideró: "Tuve la sensata idea yanqui de que es mejor mirar los dientes del caballo antes de comprarlo".
Sus amigos de Wall Street no creyeron gran cosa en su idea y se rehusaron a invertir en un extenso viaje que Bill les había propuesto hacer ahora, para investigar las plantas y su dirección. Sí interesó a Frank Shaw, esposo de la mejor amiga de Lois; éste era un yanqui de Maine, de agudo talento, que había empezado como especulador con algún dinero del capital de su esposa; ya tenía más de un millón de dólares, y como dijo Bill, "bien pudo saber a qué me estaba refiriendo". Aunque se rehusó a respaldar el proyecto, pidió ver cualquier informe que escribiera Bill.
Aunque no tenía ninguna garantía de que Shaw o cualquier otro pudiera darle dinero por sus reportes, Bill estaba tan fascinado con General Electric y algunas otras industrias, que decidió emprender una minuciosa investigación, con o sin respaldo financiero.
Lois y él tenían una motocicleta equipada con sidecar, que habían comprado para sus viajes a la playa; ahora, cargada con una tienda de campaña, mantas, un baúl del ejército lleno de ropa, equipos para cocinar y acampar, un conjunto de Manuales de Moody (libros de referencias financieras) y el poco dinero que poseían. En abril de 1925 dejaron sus empleos y su apartamento y salieron para Schenectady, a "investigar" la Compañía General Electric.
Bill describió la reacción de sus amigos ante el proyecto: "Pensaron que se le debía llamar una misión de locos". De hecho, Lois y Bill estaban e lo que "era un asunto de ellos", que en 1925 era algo nunca visto. Les encantaba acampar, existía el atractivo del viaje y estaban haciendo exactamente lo que querían hacer. Lois también tenía una agenda escondida: "Estaba tan preocupada por la manera de beber de Bill que quería alejarlo de Nueva York y sus bares. Me sentía segura de que durante un año al aire libre yo sería capaz de corregirlo".
¿Cómo se sintió Bill en ese tiempo respecto a la bebida? "No podía darle importancia, excepto de vez en cuando al suceder un episodio humillante", recordó.
Al ir en camino el matrimonio Wilson, difícilmente tenían el aspecto de gente que estaba embarcada en una empresa de negocios. Su pequeño vehículo explotaba en cada grieta con los libros, la radio, la estufa de gasolina, un colchón, el baúl de ropa, y en el sidecar, colocado arriba de todo eso, iba colgado Bill, prendido a las cuerdas que lo sujetaban. Lois iba manejando.
Su primera parada fue en East Dorset, en donde se quedaron en el chalet de los Burnham en el Lago Esmeralda. El abuelo de Bill, Fayette Griffith, había muerto el año anterior y, en 1921, murió su abuela Ella; además, Bill tenía muchas tareas por hacer en relación al establecimiento de un plan de trabajo.
Ahí se dieron cuenta de que su empresa ocuparía más tiempo de lo que habían pensado y su escasa provisión de dinero iba disminuyendo. Cuando llegaron a Schenectady sólo tenían unos cuantos dólares.
La situación de estar casi sin un centavo, no impidió que Bill se pusiera su único traje de buen aspecto y se encaminara a las oficinas principales de General Electric, en donde anunció que era un accionista y quería cierta información acerca de la compañía. "En realidad no sabían qué hacer conmigo, de eso me pude dar cuenta", recordó: "conté esa ingenua historia de que era un pequeño accionista, y no sabían si hablar poco o mucho; justo ahí, para mí empezó a ser evidente que tenía una aptitud especial para extraer información, porque de ella obtuve un par de cosas que tenían algún valor; pero no pude conseguir trabajo ahí". Había pensado que un empleo le posibilitaría hacer una investigación más completa.
Bill y Lois estaban desesperados por obtener un empleo. Después de tres días de búsqueda, contestaron el anuncio de una pareja de campesinos que necesitaban ayuda para la cosecha. Cuando llegaron a la granja de los Goldfoot en Scotia, Nueva York, en medio de una tormenta, se dieron cuenta de que los Goldfoot distaban mucho de ser la imagen de la prosperidad. Por su parte la pareja de campesinos, miró de arriba a abajo a los Wilson y se mostró reacia a contratarlos. "Pero insistí que sabía ordeñar y conocía las tareas del campo, mientras Lois declaraba que podía cocinar, lo cual era una maldita mentira", recordó Bill; "tenía un libro de cocina, pero creyó que podía cocinar para una granja. Así que empezamos a levantarnos a las cuatro de la mañana y Lois, basándose en el libro de cocina, empezó a hacerse cargo de ella, lo que dejaba a los viejos y a mí afuera, en el campo".
Al principio, el trabajo agotador casi mató a Bill, pero cerca de diez días después, estuvo en condición e incluso fue capaz de ocupar algunas horas en estudiar sus Manuales de Moody, después de haber terminado la jornada de trabajo.
Ahora, les sucedió algo de una suerte increíble: ¡descubrieron que la granja de los Goldfoot lindaba con los laboratorios de investigación de radio de la General Electric: "Así que adquirí el hábito de ir por las noches a los alrededores del laboratorio para hacer amistad con los muchachos", dijo Bill, "y muy pronto estaba dentro del lugar, y vaya con lo que supe de la radio, ya que podía ver muchas cosas. Obtuve un avance de toda la industria de la radio con cinco y diez años de anticipación, vi el inicio de las películas sonoras; vi las radios superheterodinas y las consolas, la reproducción magnética y del tono, y
la comunicación telefónica por onda corta". Empezó a enviar informes que impresionaron a sus amigos de Wall Street. "Sólo fue una abertura y caí justo en ella", recordó.
Bill ayudó a producir sus propias "aberturas". Tenía habilidad para ver y escuchar, para reunir ideas, posibilidades, teorías y hechos de toda fuente disponible. Podía digerir y sintetizar esa información y luego presentarla en una forma lógica y sintética que casi cualquiera podía entender. "Este viaje me dio el tiempo y el material para satisfacer lo que para mí es el mejor pasatiempo del mundo: la construcción de teorías. Nada parece darme tanto placer cómo desarrollar una teoría a partir de un conjunto de hechos, y después comprobar que está justificada". Si unos cuantos hechos señalaban la existencia de un principio o una ley, Bill los pondría a prueba para ver si funcionaban en otros casos y, así, tenían una aplicación general. Siempre estaba consolidando lo que trabajaba, mientras que dejaba a un lado las teorías que no probaban ser ciertas o que presentaban peligros conocidos.
Se había dado cuenta de que los campesinos y otra gente de la región utilizaban mucho cemento y de que una cantidad considerable iba a dar a las carreteras de concreto. En los Manuales de Moody encontró varias empresas de cemento que le parecieron tener el mérito suficiente para investigarlas más de cerca. Una que le llamó la atención fue la Giant Portland Cement de Egipto, Pennsylvania, cerca de Allentown. Los Wilson decidieron que Egipto sería su siguiente escala.
La motocicleta le dio a la joven pareja la libertad para viajar; pero la "fuga geográfica" de Lois no funcionó.-
Recibieron sus 75 dólares por el trabajo del mes con los Goldfoot y se marcharon. Habían trabajado tan bien en el campo que, de hecho, los Goldfoot, que se habían mostrado tan escépticos cuando llegaron los Wilson, les escribieron al año siguiente para pedirles que regresaran, ¡con un aumento!.
Bill y Lois colocaron su tienda de campaña en un terreno cerca de Egipto durante una tormenta de viento y lluvia que duró cuatro días. Cuando llegó un vecino con una botella, Bill empezó a beber y cuando aquél se despidió, Bill fue al pueblo a comprar otra. En realidad ésta fue una de las pocas borracheras durante todo el viaje que se prolongó varios días y, así, en cierta forma, su año fuera de Nueva York tuvo el efecto que había esperado Lois; eso ayudó a retardar la progresión del alcoholismo de Bill.
En otro episodio, cuando Bill se había abastecido del licor suficiente para el fin de semana, también Lois decidió emborracharse, para "poner ante él un espejo y mostrarle lo tonta que se ve una persona cuando está borracha". Por supuesto, su plan fracasó ya que Bill, borracho como una cuba, pensó que era una diversión maravillosa y continuamente la animaba a beber más. A la mañana siguiente, mientras ella sufría los
efectos de la cruda, Bill, sentado tranquilamente, curaba su leve malestar dando sorbitos del mismo licor.
Bill se las arregló para introducirse en la fábrica Giant, en la cual descubrió algunos hechos importantes: "Me di cuenta de la cantidad de carbón que consumían para hacer un tonel de cemento", dijo; "leí el contador de consumo de fuerza y vi en qué proporción se gastaba; observé la cantidad del producto que embarcaban, tomé los estados financieros, y esta información, junto con el descubrimiento de que acababan de instalar un equipo más eficiente, significaba un mundo de ahorro en los costos de producción. Supuse que estaban fabricando cemento a menos de un dólar el tonel, lo cual estaba muy por abajo de la línea de costos, y la acción se cotizaba todavía en el mercado de Filadelfia a cifras muy bajas, aproximadamente a menos de 15 dólares cada una".
Frank Shaw se impresionó y, basado en los informes de Bill, su firma compró 5,000 acciones de Giant Portland Cement y 100 para Bill. El precio real de compra fue de 20 dólares, que rápidamente subió a 24, dando a Bill una utilidad de 500 dólares y convenciendo a los socios principales de la firma de Shaw, la J. K. Rice Company, de que Bill sabía lo que estaba haciendo, Bill recibió ahora la señal de seguir adelante para ver otras compañías e industrias y le autorizaron a retirar dinero contra la subida de precio de sus acciones de Giant, que finalmente llegaron a valer 75 dólares cada una.
En su motocicleta, Bill y Lois se encaminaron hacia el sur. En Washington, D.C., disfrutaron por fin del raro lujo de un cuarto de hotel. Ella llamó a Peggy Beckwith, la bisnieta del Presidente Lincoln, que veraneaba en la propiedad de su familia, en Manchester. Las dos jóvenes visitaron la Galería de Arte Corcoran y luego comieron en la casa de Georgetown de Peggy, todo un giro para la reciente condición de vagabunda de Lois. Por su parte, Bill fue a la Oficina de Patentes de los Estados Unidos y a la Biblioteca del Congreso.
Cuando se les acabó el dinero en Washington, se pusieron otra vez en camino, atravesando las Carolinas y Georgia. Al seguir su camino hacia el sur, Bill hizo un número de investigaciones importantes: la Aluminium Company of America, la American Cyanamid, la compañía de tubos de hierro U. S. Iron Pipe, la de electricidad Southern Power Company, además de la situación de la propiedad en Florida.
En Fort Myers, Florida, visitaron a la madre de Bill, que se había vuelto a casar y vivía ahí con su nuevo esposo, el Dr. Charles Strobel, en una casa barco de doble cubierta.
El Dr. Strobel había sido el médico general de Emily desde la época de East Dorset y en esos días vivía en Rutland; también era especialista de cáncer y durante algún tiempo estuvo conectado al Memorial Sloan-Kettering Hospital de la Ciudad de Nueva York. Después de que Emily -
que ahora era la Dra. Emily - se casó con él en 1923, vivieron algún tiempo en Florida, en donde su hijo y nuera los visitaban ahora.
En la primavera, Bill y Lois se dirigieron de nuevo hacia el norte todavía viajando en motocicleta y acampando. Entre sus escalas estuvieron la compañía de fosfatos, Coronet Phosphate Company y la de carbón, hierro y el ferrocarril, Tennessee Coal, Iron and Railroad Company; había otras plantas que Bill quería investigar, pero también querían estar de regreso en Brooklyn a mediados de junio, ya que Kitty, la hermana de Lois, se casaría el día 17.
Cerca de Dayton, Tennessee, terminó abruptamente la parte de su viaje que hicieron en motocicleta, ya que Lois no pudo dar una vuelta en el camino debido a la arena profunda. Lois se lastimó la rodilla y Bill que iba en el sidecar, salió volando sobre la cabeza de ella y se rompió la clavícula. Pasaron los diez días siguientes en un hotel de Dayton recuperándose de sus lesiones, y por último, embarcaron la motocicleta y el equipo hacia Brooklyn y tomaron el tren a Nueva York, llegando a Brooklyn justo a tiempo para que Lois fuera cojeando por el pasillo como madrina de Kitty.
Era junio de 1926 y Bill estaba en el umbral de lo que prometía ser uno de los períodos más emocionantes de su vida. Sus informes financieros a Shaw estaban teniendo un éxito enorme y se le dio un puesto en la firma, una cuenta de gastos y una línea de crédito de 20,000 dólares para comprar acciones. Describió esto así:
"Durante el año siguiente, la fortuna derramó dinero y aplausos en mi camino. Había llegado. Muchos seguían mi criterio e ideas al tono de millones de papel; el gran auge de finales de los veinte hervía y aumentaba de volumen, la bebida se estaba convirtiendo en una parte importante y estimulante de mi vida, se vociferaba en los salones de jazz de la parte alta de la ciudad, todo mundo gastaba los miles y hablaba de millones, los burladores se burlaban y eran burlados, y yo me convertí en el anfitrión de los amigos de ocasión".
Bill había acertado al creer que su investigación sobre el terreno rendiría buenos resultados. Lois se había equivocado al creer que un año lejos de los bares de Nueva York pondría fin a la manera de beber de Bill.

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