sábado, 24 de abril de 2010

Capítulo Catorce

Cuando en el núemor fechado el 1º. de marzo de 1941, El Saturday Evening Post publicó un artículo referente a Alcohólicos Anónimos, la esforzada Sociedad que finalemtne apareció en el mapa de la conciencia nacional mediante la fuerza de la narración de la revista familiar Núemero Uno de los Estados Unidos. 1 Como Marty M. apuntó, fue "lo más emocionante que haya llegado a suceder, porque era mucho lo que necesitábamos la publicidad; queríamos que alguien supiera de nosotros".
El juez Curtis Bok, propietario y editor del Saturday Evening Post, había oído acerca de Alcohólicos Anónimos por medio de dos amigos de Filadelfia, los Dres. A. Wiese Hammer y C. Dudley Saul, quien sólo expresaban alabanzas.
A.A. había llegado a Filadefia de una manera muy parecida a como lo había hehco en Akron y ahora estaba extendiéndose hacia otras partes del país. Los hombres viajaban por negocios, una vez después de uqe los habían vuelto a empliar, lueog de haber dejado de beber y, finalemtne, se encontraban solos en cuartos de hotel extraños en ciudades también extrañas. como lo había hecho Bill, buscaban a otros alcohólicos, para ayudarlos a dejar de beber y mantenerse sobrios ellos mismos. A principios de 1940, Jimmy B., el vendedor que había insistido en disminuir la sreferencias a "Dios" en el Libro Grande, había ido a filadelfia a hacer un trabajo. Bill le proporiconó los nombres e algunos prospectos de esa ciudad, incluyendo a George S., que habái dejado de beber después de leer "Los Alcohólicos y Dios" en Liberty.
"Rápidamente me di cuenta de que necesitaba algunos compañeros alcohólicos a mi alrededor, si es que quería permanecer sobrio", dijo Jimmy, "y así me encontré en medio de un grupo completamente nuevo". 3
Durante el invierno 1940-41, el Juez Bok, interesado en saber la verdad que había detrás de todos los rumores disparatados que había escuchado, llamó al reportero Jack Alexander, cuya reputación era la de ser inflexible. Alexander acababa de terminar un desenmascarameinto importante de los negocios sucios de New Jersey; se enorgulle?cia de su cinismo. ¿Se ocuparía Alexander de hacer un ahistoria para el Post?, preguntó Bok. Al principio el reportero estaba dudoso; pero, cuando supo que estos Alcohólicos Anónimos "tneían conexión, tanto con la religión como con Rockefeller", se le despertó el apetito.
De los cuatro miembros de A.A. que lo visitaron en su apartamento, Alexander opinó: "Tienen buen tipo y están bien vestidos y, al sentarnos bebiendo Coca cola (que es todo lo que toman), contaron historias de horribles desgracias cuando bebían. Estas sonaron falsas yu, después de que se fueron los visitantes, tuve la fuerte sospecha de que me habían tomado el pelo. Se habían comportado como un puñado de actores mandados por alguna agencia de contrataciones de Broadway".
Del mismo Bill, a quien conoció al día siugiente en Vesey Street, Alexander consideró: "Es un tipo que desarme mucho y un experto en adoctrinar al extraño con la psicología, psoquiatría, fisiología, farmacología y floklore del alcoholismo". Pero, la apertura de Bill puede haber tenido el efecto inicial, como algunas veces sucede, de agudizar más el ya de por sí agudo esecpticismo de Alexander. Bill habló francamente de su propio pasado de borrachera y, en la misma manera tan cándida, de su grandiosisdad y sus errores de juicio que habái tneido en época más reicnete. Su candor impactó al reportero como si fuera "increíblemente ingenuo o un poco estúpido".
Bill tuvo una percepción completamente diferente de los mismos aconteciientos: "después de que Jack Alexander se presentó ante nosotros en la Ofician Central, lo trajimos a remoqlue durante casi un mes completo.
Con objeto de escribir su poderoso artículo, hubo de tener nuestra plena atención y ayuda cuidadosametne organizada. Le presentamos a los depositarios no alcohólicos, arreglamos entrevistas con A.As. de todas las descripciones y, finalmente, pusimos ante su vista a Alcohólicos anónimos, desde Nueva York y Filadelfia hasta Chicago, vía Akron y Cleveland".
Alexander había tenido ra?zon en su percepción inicial: Bill era cándido, pero no había nada de ingenuidad ni estupidez en lo referente a su candor; era deliberado y lograba su propósito. Como en los años por venir, la honestidad de Bill iba a funcionar con miles de alcohólicos, a?si lo hizo con Jack Alexnader. como después lo describió Bill: "La clase de ayuda que le dimos a Jack Alexander - nuestro servicio organizado de información pública - es el ingrediente vital de nuestras relaciones públicas que nunca han llegado a ver la mayor parte de los A.As.". No pasó mucho tiempo para que Jack Alexander fuera "convertido", se evapor?to su cinismo y su apoyo a la Fraternidad fue tan entusiaste, que continuaría seindo un íntimo amigo durante los años siguientes. (En 1951 llegó a ser un depositario y permaneció en el consejo hasta 1956, aunque debido a su precaria salud, asistió a pcoas juntas).
Pero hubo algunos problemas complicados en lo referente al artículo. Uno de ellos fue cómo descirbir la relación de A.A. con el Grupo Oxford. Cuando se escribió el artículo, A.A. se había vuelto independiente y estaba separada del Grupo Oxford, tanto en Nueva York como en Ohio, y las observaciones de Frank en Nueva York como en Ohio, y las
observaciones de Krank Buchman acerca de Hitler, habían hecho surgir la acusaicón de que el G.O. era pro-nazi. Con la guerra en Europa contra los nazis y marchando muy en alto los sentimientos en todos los frentes, es comprensible que Bill quisiera evitar la asociación con algo controversial; en particular, cuando la Fraternidad necesitaba tanto la publicidad favorable. Además, él quería que A.A. fuera atractiva a todas las religiones y sociedades. Bill escribió a Alexander: "Daría cualquier cosa por evitar que mencionaras en lo absoluto el asunto (la conexión de A.A. con el Grupo Oxford), pero si tiene que hacerse, estoy ansioso por evitar palabras que lleven críticas o sean hirientes. Después de todo, debemos nuestras vidas al grupo".
Una vez terminado el artículo, fue aprobado por los editores y programado para el núemro del 1º. de marzo de 1941. en el útlimo momento, el Post presnetó a los A.As. un verdadero dilema; aunque los editores estaban dispuestos a usar seudónimos en el texto, querían fotografías reales para ilustrar el artículo. "Fotografías que tenían que tomar, y algunas de ellas debían tener un carácter sensacionliasta".
Bill recordó: "Objetamos que eso podría mantener alejada a la gente y, por último, el Post dijo: 'Si no hay fotografías, no hay artículo'. La elección era nuestra y era muy difícil".
Sobre este punto, hubo una fuerte protesta de "los miembros conservadores y miedosos2, pero Bill decidió dar al Post las fotografías que quería. "Fue una decisión crucial que finalmente resultó ser la correcta, es decir, en aquella época", recordó Bill.
"Alcohólicos Anónimos" (con el subtítulo de "Esclavos liberados de la bebida, ahora liberan a otros"), fue la historia principal de ese número, que apareció en los expendios de periódicos, el 24 de febrero. En Toledo, Oho, a un miembro nuevo llamado Garth M., el grupo dio un paquete de monedas de 5 centavos, con un total de dos dólares, y se le mandó a una excursiónlocalizadora de vendedores de revistas, hasta que compró 40 ejemplares.
De aproximadamente 7,500 palabras, el artículo estaba ilustrado con cuatro fotografías de miembros (por supuesto, sin identificar), en cirucnstancias característicamente alcohólicas y relacionadas con A.A. Una fotogra?via, tomada ante la chimenea de la Casa Club de la Calle 24 (con el axioma "Sólo por la Gracia de Dios", colgado de una manera promiente sobre la repisa), mostraba a Bill sentado en la primera fila, en el centro, reodeado por HOrace C., Helen P., Tom M., Tom B., Ruth Hock, Dick S., Ray W., Lois, Gordon M. y Bob F. Muchos de ellos tenían sus espaldas hacia la cámara. A la fotografía se le rotuló: "Un grupo característico e discusión de la casa club".
El artículo se iniciaba con una descripción de la técnica de A.A. para dejar de beber. En lo que probablemente es el párrafo más importante de todo el escrito, el autor explicaba exactamente qué era lo que hacía
funcionar a Alcohólicos Anónimos. en primer lugar, los A.As. contaban sus horribles experiencias al hombre que estaba en la cama. Esto y algo de cosas relativas a la bebida, se conjuntaban para convencer al alcohólico que estaba hablando con hermonos de sangre. A partir de ahí se erigía un puente de confianza, extendiéndose sobre un abismo que había desconcertado al médico, al ministro, al sacerdote o los desventurados parientes. Sobre esta convexión, los "arregladores" transportaban, poco a poquito, los detalles de un programa para vivir que les había funcionado y que, según sentían, podía funcionarle a cualqueir otro alcohólico. Consideraban como fuera de su órbita sólo a aquéllos que eran psicóticos o que ya sufrían del deterioro físico conocido como cerebro húmedo".
Después de uina minuciosa encuesta de A.A. en esa época - su aceptación por muchos profesionale,s su desarrollo, su programa y el número de sus miembros - el autor hizo una breve historia del movimiento, narrando la historia de Bill (llamándole "Griffith") y el Dr. Bob ("Armstrong"). Terminó el artículo con cuatro historias personales, incluida la de Marty M. ("Sara Martin"). Lo más importante de todo fue que agregó la dirección de la Fundaicón Alcohólica.
El artículo, sin ser largo, era inteligente; compulsivamente legible y se comprendía por completo. Lograba, en forma precisa, lo que Bill había esperado con anterioridad de la emisión de Gabriel Heatter, y lueog de la cena de Rockefeller: Puso irrevocablemente a Alcohólicos Anónimos en el mapa de la conciencia nacional. 4
Así es como Bill describió la respuesta del público al artículo:
"Llegó un diluvio de cartas y telegramas al apartado 658, con solicitudes de ayuda y pedidos del libro 'Alcohólicos Anónimos', primero por cinetos y después por miles . . . Metiendo las manos en el montón de angustiados llamameintos, nos pusimos a llorar ¿Qué diablos podríamos hacer con ellos? Estábmaos realmente empantanados. 5
Observamos que debíamos tener ayuda, así que abordamos a cada una de las mujeres de A.A. y esposas de A.As., que pudiera usar una máquina de escribir. El piso superior del club de la Calle 24 se convirtió en una oficina central de emergencia. durante varios días, Ruth y las voluntarias inentaron contestar la cada vez más creciente marea de correo; casi se vieron tentadas a utilizar formatos para las respuestas, pero la experiencia había mostrado que esto no serviría en lo absoluto. Había que mandar una cálidad contestación a cada prospecto y su familia".
En tanto que la publicidad previa no había logrado el crecimiento espectacular que Bill había esperado, estaba siendo benéfica de una manera específica, que ahora podía capitalizar la Fraternidad. el escaso correo anterior había establecido puestos de avanzada para A.A., pequeños grupos y miembros oslitarios en diversas áreas en todo el
país. al volcarse ahora solicitudes de información de todos lados, a aquéllos que respondían a la hisotira del Post, se les podía proporcionar contactos en sus propias áreas. Dos aós antes, esos contactos no hubieran estado disponibles.
Bill, con su previsión característica (siempre estaba mirando hacia delante en el camino), no sólo había esperado que esto sucediera, sino que había hecho preparaciones anticipadas para las situaciones reales. Los apuntes en el diario de Lois indican que aí fue:
"Viernes 31 de enero de 1941: Elaboramos un programa para los porcedimientos después de [que aparezca] el artículo del Post.
Martes 4 de febrero de 1941: Todos regresamos temprano al club para reunirnos y hablar acerca del manejo de voluntarias y de nuevos prospectos, después de la aparición del artículo del Post. Yo voy a ser el enlace entre la oficina, el club y el manejo de voluntarias.
Martes 25 de febrero de 1941: Mecanografíamos el 'Plan de Acción', para llevarlo a cabo después del artículo del Post".
La asistencia a las juntas aumentó de una manera inmediata y dramática, escasamente más de una semana después de aparecer el artículo. "Incluso, tan pronto como el 4 de marzo", escribió Lois, "se presentaron 150 en la junta del club, y el 31 de marzo, el grupo de South Orange tenía más del doble de miembros, en todos lados era lo mismo. Los locales de los grupos quedaron pequeños y tuvieron que divertirse; los miembros más antiguos trabajaron frenéticamente con los recién llegados los que, a su vez, después de alrededor de un mes de haber dejado de tomar, se enviaban a hacer visitas de Duodécimo Paso para ayudar a los todavía más recientemente llegados. Se calculó que 6,000 A.As. debieron el inicio de su sobriedad al artículo del Post y nadie abe a cuántos miles más incitaron éstos". Al M., que ingresó al programa en Los angeles en aquellos emocionantes días, descubrió cómo funcionaba. todos, dijo, iban a hacer visitas de Duodécimo Paso. No había teléfono, a?si es que los A.As. locales tneían puesto un anuncio en el periódico. "Entonces traían las cartas y las abrían. Ya fuera que estuvieran en el lado Esteo o en el Oeste, hacían una visita cada noche". al dijo que él mismo fue a una visita de duodécio Paso en la segunda semana que estuvo en el programa.
En Nueva York, la vida en la oficina de Vesey Street adquirió un ambiente distinto, una nueva actividad. La oficina era en realidad un gran salón; la parte de Bill estaba aislada, de manera que los visitantes pudieran tener más privacía con él. Los escritorios de Ruth y Lorraine, cada uno de ellos con una máquina de escribir portátil, estaban contra una de las paredes, junto a un armario de archivo; en otro armario estaban almacenados cerca de 100 ejemplares del Libro Grande.
Bajo la mesa había rollos de papel de envolver y materiales para empacar. Lorraine era la que se encargaba de envolver y llevar al correo los ejemplares del libro; la mayor parte de los pedidos eran por seis libros. "Si teníamos un pedido de una docena de libors pensábamos que estábamos operando un gran negocio", dijo ella. Algunas veces, Bill la ayudaba a cruzar la calle con los libros hasta la oficina de correos.
Lorraine (apodada por Bill "Pastel Dulcecito") también abría la correspondendcia.
Los corresponsales con frecuencia se informaban para el bien de "un amigo", recodró, y A.A. siempre les respondía en el mismo tenor; para el bien del "amigo", al que escribía le daban la localización del miembro o grupo más cercano. todos los sobres se enviaban sin poner remitente.
A Bill no le gustaba dictar; en realidad, no le gustaba contestar cartas. comentó Ruth: "Prefería hablar y era mucho mejor en eso; lo hacía cálidamente, sobre una base individula, y se pasaba horas haciéndolo. Siempre diría: 'Uf, tú sabes qué escribir, Duquesa; anda y contéstales'. Así que yo me ha?cia cargo de la correspondencia y, el vivirla, día tras día, me dio idea de cómo hacerlo.
Cuando en un principio empecé a escribir cartas,las firmaba 'R. Hock', a causa de que teníamos la idea de que si [se sabía que yo era] una muchacha, relativamente joven y sin ser A.A., mucha gente diría: 'Bah, ésas son tonterías' ".
En tanto que el recuerdo de Ruth, de contestar la correspondencia en Versey Street, con seguridad es correcto, también es verdad que Bill mismo escribió muchas cartas; su firma aparece con frecuencia en la correspondencia inicial, por medio de la cual ya estaba creando la médula de lo que posteriormente llegaría a la vida como las tradiciones de A.A. También, sus cartas de esa época reflejan el trabajo de su mente, conforme integraba las actitudes y filosofía que se han convertido en ingredientes integrales del programa, sin que hayan llegado a ser expreadas de una manera tan precisa como ahora lo están los Pasos y las Tradiciones. Escribió cartas que algunos conservan como sus diarios; elaboró sus ideas en las miles de cartas que escribió durante toda su vida. (Providencialment,e estuvo rodeado por gente que reconoció la importancia de su trabajo y tuvo la inteligencia de conservar copias de lo que escribió).
El siguiente pasaje, de una carta a Jennie B., madre fundadora de A.A. en Boston, es un buen ejemplo de la forma en que las actitudes y filosofía de Bill en evolución se expresaron por medio de sus comunicaciones:
"Lo que dices acerca de tu desaliento al trabajar con alcohólicos, con seguridad trae el pasado ante mí. supngo que te conté la historia del 182 de clinton Street, en Brooklyn, en donde aceptamos alcohólicos durante dos años sin nin?gun resultado, sea el que fuere. En aquellos días, Lois y
yo solíamos culparnos a nosotros mismos, pensando que de alguna manera habíamos fallado. Sólo la otra noche, miramos una lista de la gente con la que trabajamos en aquellos días, tanto en el 182 de Clinton Street como donde quiera. El número de ellos que, a partir de entonces, se ha secado es verdaderamente asombroso; esto hizo que nos diéramos cuenta que en la economía de Dios, nada se desperdicia. En la época de nuestro fracaso, aprendimos una pequeña lección de hyumildad que probablemente se encesitaba, aunque fuera dolorosa.
Ahora vemos con claridad que los resultdos inmedietos no son tan importantes; hay quienes empiezan a trabajar con otros y tienen un éxito inmeiato; es probable que se envanezcan. Aquellos que no tenemos tanto éxito al principio nos deprimimos. Como un hecho, el trabajador con éxito difiere del que no lo tiene sólo en que han tenido más uerte con sus prospectos; simplemente se topan con casos que están dispuestos y son capaces de parar de inmediato. Si se le dieran los mismos casos a la persona en apariencia sin éxito, hubiera obtenido casi los mismos resultados. En otras palabras, tienes que trabajar con muchos casos antes de que la ley de las probabilidades empiecen a hacerse valer.
Así que alégrate, Jennie, no ha sido tu culpa".
Sin mencionar la Oración de la Serenidad, Bill aquì está haciendo referencia a su primer elemento, la aceptación. La oración llegó a la oficina de Vesey Street antes de que fuera escrita la carta.
Se descubrió en la columna "In Memoriam" de un número de principos de junio de 1941 del Herald-Tribune de Nueva York. La fraseología exacta fue: "Madre: Dios me dé la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo y sabiduría para conocer la diferenica. Adiós". Dijo Ruth Jack C. se presentó en la oficina una mañana y me most?ro la esquela con la Oración de la Serenidad. 6 Me impresioné tanto como lo estaba él y le pdí que me la dejra, de manera que pudiera copiarla y utilizarla en las cartas a los grupos y solitarios. Horace C. tuvo la idea de mandarla imprimir en tarjetas y pagó la primera impresión.
Otro ejemplo de la manera en que se elaboró la filosofía de Bill mediante sus cartas, aparece en la que escribió a Evelyn H. El asunto es las recaídas:
La "llegada a la mayoría de edad" de Alcohólicos Anónimos, en la Convención Internacional del 20º. Aniversario, en San Luis, en 1955.
"Ha habido un número de recaídos este verano, entre los A.As. que han estado secos dos o tres años. Naturalmente, estos episodios han causado mucha precupación a las familias invlucradas, que encuentran que revive la vieja pesadilla. Con todo, no conozco ningún caso en el que, en cierto sentido, se haya dejado de obtener algún beneficio. Estos acontecimientos simplemente sirven para hacrenos notar a todos
nosotros que nadie está en realidad curado del alcoholismo. Sólo tenemos una tragua, día a día, como resultado de nuestro bienestar espiritual; nada es más seguro que esa nuestra liberaicón, que puede ser perpetuada si la trabajamos así. En el caso de estos miembros más viejos que tienen recaídas, el efecto es recordarles estas eternas verdades de la enfermedad alcohólica. Invariablemente, la recaída nos patea escaleras arriba y no hacia abajo. Estoy convencido de que lo encontrarás así con Bern; sólo ha estado recibiendo un poco de instrucción de la manera difícil".
Esa carta es característica de la gran generosidad de espíritu de Bill, de su amor por los demás y de su manera de guiarse por los sentimientos de ellos; también demuestra su capacidad para percibir y utilizar el desastre y la calamidad, inlcuso la tragedia, como una oportunidad para crecer y aprender. De la misma Fraternidad, con frecuencia de?cia: "A.A. no es más que una pena capitalizada".
Durante el itmepo en que escribió el Libro Grande y el "Doce y Doce", podnría a prueba con otros sus ideas y su prosa, puliendo, refinando y revisando, de aucerdo con las reacciones de sus escuchas. Cuando estaba elaborando un nuevo aspecto de la Fraternidad, como las Tradiciones o la Conferencia de Servicios Generale,s llegaría a ser nada menos que monomaníaco, hablando (algunos lo describen como monologando) interminablemente acerca del proyecto. No sólo era lo ma?s importante en su mente, sino la única cosa que había en ella. Al idear formas de hacer a Alcohólicos Anónimos más eficaz, funcional y atractiva, eliminaba porciones, afiliaba, empujaba, jalaba y moldeaba; un proceso que en conjunto duró 15 años, desde 1941, cuando pareció que finalmente estaba asegurada la supervivencia de A.A., hasta 1955, cuando en la Convención de San Luis declaró oficialmente a Alcohólicos Anónimos "mayor de edad".
Era enormemente popular; en A.A. el afecto hacia él se extendió conforme cre?cia A.A. De aquellos primeros años, Ruth dijo: "No recuerdo una junta, cuando Bill estaba en la icudad, en la que no tuviera que hablar, aunque fuera brevemente. A Bill le encantaba esto y tenía una relación fabulosa con todos. Inlcuso, cuando tenía que repetir algo, no importaba; la gente aún así quería oírlo hablar".
Sin embargo, esa adulación tuvo su precio. Fue casi inevitable que también hubiera algunos detractores y Bill los tuvo. Dijo Bob H., uno de los primeros A.As. y posteriormente Gerente General de la Oficina de Servicios Generales: "Creo que esto se redujo al hecho de que simplemente eran envidiados. El era quien estaba obteniendo toda la fama, por así decirlo, y ellos no".
Por supuesto, de que era envidia, es sólo la opinión de un hombre. El espíritu de contradiciión también puede ser una característica de la "personalidad alcohólica" y nadie lo sabía ni lo reconocía de una manera más abierta que Bill; después de todo, ¿no era él la quinta esencia del
alcohólico? Cualquiera fuera la razón, es ciertoque algunos de los primeros A.As., inlcuendo a un número de los amigos y confidentes de Bill, se alejaron. Hank se emborrahcó y forjó miles de resentimientos contra Bill, o bien éstos se tornaron recíprocos; Horace C., que les había prestado a su hija, hizo lo mismo. Naturalmente, en aquellos días ningún miembro tenía ni siquiera diez años de sobreidad en A.A.; a la falta de una experiencia a largo plazo en vivir el programa, pudieron deberse algunas de las dificultades.
Quizá lo más amargo de todo fue la pelea que Clarence S., fundador de A.A. en Cleveland, tuvo con Bill. Poco después de que Hank había sido persuadido a reununicar a su participación en las acciones de Works Publishing, a cambio de 200 dólares en pago por el mobilidario de la oficina - el cual había pretendido que le pertenecía, fue a Ohio, ostensiblemente a "presentar su caso", a los miembros de ahí. El libro "Bill W." describe lo que suceidó en Cleveland:
". . .Los rumores acerca de la oficina de Nueva York y los grandes negocios sucios que Bill estaba promoviendo , que Hank había encendido durante sus visitas, nunca se habían apagado en su totalidad y ahora se encendieron en llamas otra vez, a increíbles alturas. En Versey Street se empezaron a oír rumores de que varios de Cleveland querían separarse y romper todo contacto con la rama de A.A. de Bill . . .
Este se recordaba a sí mismo que éstos no surgen siempre de los descontentos, ni que todos son intrigas políticamente motivadas por unos pocos que queiren tomar el poder y dirigir su propio espectáculo. Había un grupo fuera y serio, que estaba desilusionado de una manera genuina. por lo que ellos consideraban como un intento de comercializar A.A.".
Los rumores eran que Bill se estaba volviendo rico - con la ayuda de la gente de Rockefeller - llevándose todas las utilidades del libro.
La descripción del propio Bill de lo que sucedió: "Algunos A.As. organizaron una cena en la ciudad en que estos rumores circularon más, y el Dr. Bob y yo fuimos invitados a hablar. No hubo muy buena asistencia a la cena y misteriosamente pareció faltar el buen humor acostumbrado. cuando se temrinaron todos los festejos, el coordinador de todos los grupos de la ciudad nos condujo, al Dr.Bob y a mí, a una sala del hotel; ahí presentaron un abogado y un contador diplomado. Habían estado escuchando horribles hisotiras acerca de la fundación; ha?bian estado oyendo que el libro 'Alcohólicos Anónimos' estaba obteniendo vastas cantidades de dinero, que el año anterior el Dr. Bob y yo compartimos utilidades de 64,000 dólares. Creían que yo, el promotor de Wall Street, había llevado un camión hasta la parte posterior de la caja fuera del Sr. John D. Rockefeller y lo había persuadiodo de que lo llenara de dinero para mí y mis amigos. El interrogante comité nos hizo saber que un miembro de su ciudad, había conocido a uno de nuestros
depositarios de Nueva York, que se de?cia haber confirmado estos aterradores informes.
Esta increíble, pero más que débil fantasí,a nos impactó mucho, tanto al Dr. Bob como a mí. Aofrtunadamente, sucedió que llevaba conmigo una auditoría certificada de todos nuestros asuntos desde el principio. Esta mostraba que, aunque al Dr. Bob se la había asignado parte de los derechos de autor, nunca había recibido nada porque su dinero se había necesitado para el trabajo de la oficina de A.A.; todavía vivía de la asignaicón de 30 dóalres a la semana de la cena de Rockefeller. Al igual que el Dr. Bob, yo recibía 30 dólares semanales de los invitados a la cena y, a partir del artículo del Post, emepcé a sacar 25 dólares a la semana de la compañía editora, lo que parecía justificado por las ventas del libro. Mi ingreso total er ade 55 dólares semanels. La fundación misma todavía no tenía prácitcamente ningún balance de dinero en efectivo; las contribuicones de los grupos que llegaban se gastaban con prontitud en la oficina, con objeto de seguir hacia delante ahí.
El contador del comité de investigación leyó en voz alta nuestros modestos estados financieron y dio testimonio de exactitud. El comité se que?do con la cresta caída y recibimos una disculpa".
En parte, la folosofía que posteriormente tomaría forma como la Octava Tradición, fue sacada de este incidente y, también de él, evolucionó la política de total candor y apertura de Bill en tanto a lo que se refirió a los ausntos financieros de A.A. como a sus finanzas personales.
Como era su prácitca, Bill cambió esta amarga experiencia en una oportunidad para el crecimeinto personal, pero es indiscutible que el incidente lo lastimó. Escribió a un amigo:
"Hubo una vez en que salí de una ciudad del Medio Oeste que ambos conocemos bien, con una sensación de vacío, inuitlidad y congoja; pero lo mío era algo que no tenía porqué tenerlo. Fue la clase de experiencia que nunca esperé conocer en mi vida: una situación imposible de la que sabía que tenía que sobrevivir solo. en retrospectiva, veo que fue la primera gran prueba de los principios espirituales en este nuevo viejo mundo, el gran campo de pruebas de Dios; me encontré necesitándolo como lo estaba en muchas maneras. Me alegro de decir que encontré extendida Su mano cuando llegué a estar lo suficientemente dispuesto a poner la mía en ella".
Esta no fue la primera controversia en la que Clarence había estado invlucrado; uno de los historiadores de A.A. ha descrito a Clarence como una perosnalidad "abrasiva". A pesar de todo, al igual que posteriromente, Bill se rehusó entonces a conservar un rencor contra él; por el contrario, una carta de 1943 a Clarence la terminó: "Quiero que sepas lo agredecido que estoy por tu trabajo en Clevalnd; ha signficado mucho para tantos. Ninguna diferencia de opinión puede cambiar mi sentimeinto al respecto de eso". Y más de 20 años después, cuando se
reunieron en la Convención Internacional de 1965 en toronto, realmente psaron algunas horas juntos, recordando.
Retuvo su prominencia hasta el decenio de 1950. En gran dificultad económica durante la década de los 60, suspendó su publicación por algún tiemp; posteriormente, se renovó, pero nunca volivió a ganar su anterior reputaicón, ni circulación.
A Fitz M., durante largo tiempo un solitario en Washington D.C., se le uniron Hardin C. y Bill A. en 1940, A.A. de Boston fue fundada por Paddy K., que, Marty M. había llevado a Blythewood. Uno de los dos primeros éxitos de Paddy, Jennie B., hija de una familia de Back Bay, fue la primer miembro mujer de A.A. de Boston.
Posteriormente, Jimmy también fue resposnable de la iniciación de A.a. en Baltimore. La segunda de las juntas que seefectuaron en ésta, en junio de 1940, tuvo una asistencia de seis personas; en el otoño de ese año, la ciudad tneía un grupo que se ruenía con regularidad los miércoels por la noche. La hisotira de Jimmy en el Libro Grande es "El Círculo Vicioso".
En reconocimeinto de la historia del Post en la hisotira de A.a., la A.A. World Services, Inc., la ha reimpreso con regularidad en forma de folleto (al principio con su título original y ahora como "El Artículo de Jack Alexander").
Ruth Hock opinó: "De las historias de Bill, ésta es la más exagerada por aquello de: montñas de correspondencia. Aunqeu en cierta manera si lo fue, porque comparativamente hablandon, era algo fantásitico y, por psupeusto, no fue una cosa que durara excesivamente. En realidad nunca se detuvo, pero supongo [que hubo] tanto como 50 cartas diarias duratne un tiempo, y eso ya era mucho". En 1984, la Oficiana de Servicios Generales estaba recibienod alrededor de 500 peizas de correo al día: cartas, pedidos de literatura y otras clases de comunicación.
Los orígenes de la Oración de la Serenidad son oscuros. Pueden remontarse a Boecio, un filósofo que vivió alrededor de 500 D. C., que feu martirizado por los cristinanos. Antes de su muerte, estuvop en prisión durante mcuho timepo y escribió, entre otras cosas. "El Consuelo de la Filosofía".
Por lo general se acredita a Reinhold Niebuhur, un teólogo del siglo XX, que a su vez la acredirta a un teólogo del siglo XVIII, Friedrich Octinger.
Es probable que Bill fuera prevendio con anterioridad de lo que iba a tener lugar.

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