viernes, 23 de abril de 2010

Capítulo Diecinueve

Entre los árboles cercanos a Stepping Stones, Bilol y un amigo construyeron un pequeño estudio con tabiques de cemento. Este se llamó "Wits' End" ("Expremie-cerebros") y aquí pasaba mucho tiempo escribiendo. Iba en tren a la oficina de Manhattan un par de días a la semana, excepto cuando estaba de viaje o enfermo. Con frecuencia pernoctaba en la ciudad, pasando esas noches en el Hotel Bedford. 1 Con agunas variantes, continuaría con estos hábitos durante el resto de su vida en que trabajó.
En 1944, A.A. fue "oficial", con 360 grupos y aproximadamente 10,000 miembros. También el alcoholismo fue oficial: 1944 fue el año en que la Asociación Médica Norteamericana lo reconoció como una enfermedad. En el mismo año Bill fue invitado a hablar ante la Sociedad Médica del Estado de Nueva York; fue uno de los pcoos no profesionales a quien se le haya pedido que hablara a sus miembros de un problema médico grave. En 1944, A.A. se cambió más lejos del centro de la ciudad, de Vesey Street al 415 de Lexington Avenue, cerca de la Estacón del Grand Central.
Ruth Hock se había ido; se fue en 1942 para volverse a casar, ahora con un miembro de la Fraternidad, y se cambió a Ohio. Fue reemplazada por Bobbie B., que había sido bailarina y era miembro de A.A. Hubo en la oficina más ayudantes a sueldo; con frecuencia se llevaban traductores para manejar las solicitudes de ayuda del extranjero.
El Grepevine, publicación mensul de A.A., había hecho su aparición con el número de junio de 1944. Se originó indepnedientemente de Bill y fue formada por un grupo al que éste, con afecto, llamafa los "seis desventurados manchados de tinta". Al principio era un boletín de ocho
páginas, que intentaba llevar noticias de A.A. a los miembros de las fuerzas armadas; protno creció y llegó a ser la revista oricial de la Fraternidad. Al pasar los años, el Grapevine publicaría alrededor de 100 artículos de Bill; fue uno de sus más importantes vehículos de comunicación con los miembros.
Gran parte del trabajo de Bill, en la oficina, fue hacerse cargo de la correspondneica. Desde la publicación del artículo del Saturday Evening Post, el correo había llegado en un torrente contínuo. Muchas de las cartas poedían ayuda para formar nuevos grupos, o solicitaban consejos sobre varios problemas y circunstancias en los grupos. Fue por haber recibido preguntas similares que surgían una y otra vez, por lo que se desarrolló la idea de diseñar guías de actuación suficientemente claras para los grupos. Esta necesidad había sido expuesta desde 1943, cuando las Oficinas Centrales empezarón a recolectar información, solicitnado a los grupso una lista de sus reglas y requisitos para ser miembro. El hacer la lista total, recordó Bill, se llevó muchas hojas de papel. "Un poco de reflexión sobre tantas reglas nos lle?vo a una asombrosa conclusión: Si todos estos edictos hubieran estado a un tiempo en vigor en dondequiera, hubiera sido prácticamente imposible a cualquier alcohólico llegar a ingresar a Alcohólicos Anónimos. Alrededor de nueva de cada diez miembros de los más antiguos y mejores ¡nunca pod?rian haber estado ahí!".
Bill describió el problema tal como existía a mitad del decenio: "La solución por correspondencia de los problemas de los grupos, había ocasionado un gran volumen de trabajo en las Oficinas Centrales; las cartas de los centros metorpolitanos llenaban nuestros abultados archivos. Pare?cia como si todo contendienteen todas las discusiones de los grupos durante este confuso período, nos escribiera.
Las ides básicas para las Doce Tradiciones de Alcohólicos Anónimos salieron directamente de esta amplia correspondencia. A finales de 1946 un buen amigo A.A. sugirió que todo este cúmulo de experiencias podía ser codificado dentro de un conjunto de principios, que pod?rian ofrecer soluciones probadas de todos nuestros con el mundo de afuera. Si llegáramos a estar lo suficientemente seguros de donde colocarnos en esos asuntos, como las condiciones para ser miembro, autonomía del grupo, unicidad de porpósito, no apoyo de otras empresas, profesionalismo, controversias públicas y anonimato en sus diversos aspectos, entonces se podría escriibr un conjunto de principios".
Fue testimonio del genio de Bill el hecho de que pensara llamarles Tradiciones. Si les hubiera llamado "leyes", "reglas", "reglamento" o "regulaciones", quizá nunca hubieran sido aceptadas por la Fraternidad. Bill bonociía bien a sus compañeros alcohólicos; sa?bia bien que ningún borracho que se respete a sí mismo, sobrio o como esté, se sometería voluntariamente a un cuerpo de "leyes" . . . ¡demasiado autoritarismo!.
Sin embargo, el nombre "Tradiciones" llegaría hasta un poco después. Al principio las llamó "Doce Puntos para Asegurar Nuestro Futuro", a causa de que los veía como las guías de orientación necesarias para la supervivencia, unidad y eficacia de la fraternidad. Bajo ese título fueron publicadas en el número de abril de 1946 del Grapevine. En números posteriores, Bill escribió una editorial para cada punto, explicando su origen y por uqé era necesario.
Al empezar Bill su tarea, fue evidente que algunas de las Tradiciones yas estaban identificadas. Eso las hacía verdaderas tradiciones, puerto que ya se acostumbraba su práctica dentro de la Fraternidad.
Decir que Bill fue el único autor de las Tradiciones es a la vez cierto y falso. Ciertamente no fue el único autor de las experiencias de las que evolucionaron, pero fue la persona que interpretó y eligió el significado de estas experiencias. Los significados, tal como los derivó Bill, subsecuentemente llegaron a ser la médula de las Tradiciones.
La mejor conocida (si no, en aquella época, la más egura), en términos de importancia y tambie?n de la publicidad que ya había recibido, fue la tradición del anonimato. El término había sido asignado cuando se le dio nombre al Libro Grande; anteriormente, la Fraternidad había sido "un puñado de borrachos sin nombre", que no era secreta en términos de lo que hacía - nunca había siso secreta - sino en términos de quién pertenecía a ella. "Alcohólicos Anónimos" siempre se había referido a sus miembros, no al mensaje, que Bill había estado intentando transmitir desde su despertar espiritual.
El anonimato fue practicado originalmente por razones que tenían que ver con la naturaleza experiemtnal de la Sociedad y con el estigma prevaleciente sobre el alcoholismo. Hacer público que uno era miembro de A.a. y emborracarse otra vez era poner en peligro la reputación y báiscamente la supervivencia de toda la Fraternidad. El anonimato, a nivel de los medios públicos, fue vital para el bienestr del grupo. Esta actitud sería uno de los principales determinantes de la Undécima Tradición: "Nuestra política de relaciones públicas se basa en la atracción más que en la promoción, necesitamos mantener siempre nuestro anonimato personal ante la prensa, la radio y el cine".
La ruptura de anonimato, por Rollie H., provocó que Bill examinara sus porpios sentimientos y, en el proceso de hacerlo, se dio cuenta de la mayor importancia del principio del anonimato. Respecto a la propia respuesta de Bill a la "transgresión" de Rollie, que fue buscar publicidad para sí mosmo, Bill concluyó que el propósito más profundo del anoniamto era: "Realmente evitar que aquellos tontos egos nuestros corrieran frenéticamente tras del dinero y la fama pública a expensas de A.A.".
Pronto, Bill se dio cuenta que la luz de las candilejas - algo que anhelaban vehemente la mayor parte de los miembros de A.A.
incluyéndose él mismo . era una experiencia para la que la mayoría era poco tolerante. Perder el intento de lograr la luz de las cindilejas podía ser tan desastroso como ganarla.
El impulso por destacar era una actividad potencialmente peligrosa para un alcohólico; Bill dijo que creía que era la fuente y la causa de todas sus dificultades (ver carta a la universidad de Yale en la pág. 306). Entonces, era mucho mejor descansar en principios e ideas, que eran constantes, estables y confiables, que en las inestables y qyuijotescas de las relaciones personales. Así nació la Duodécima Tradición: "El anonimato es la base espiritual de todas nuestras Tradiciones, recordánonos siemrpe anteponer los principios a las personalidades", Bill sabía que la "vida entre los anónimos, como caracterizaba a las disputas que algunas veces formaban una parte de la vida de A.A., eran la manifestación en la superficie de un sentido frágil del yo. En el mundo "de afuera", éstas podrían ser vistas como una demostración de los deseos ordinarios del ego, pero a causa de que podían ser suficientes para que un A.A. se emborrachara, se tenía que sacrifdicar la necesidad de esos deseos en el curso de la búsqueda del dejar de beber, "más allá de la frontera de la sobriedad".
En su ensayo de la Duodécoma Tradición, escribiría: "La esencia espiritual del anoniamto es el sacrificio. Conforme las Doce Tradiciones de A.A., repetidamente, nos piden abandoner nuestros deseos personales por el bienestar común, nos damos cuenta de que el espíritu de sacrificio, cuyo símbolo más apropiado es el anonimato, es el fundamento de todas elllas. Lo que da a la gente su gran confianza en nuestro futuro es la probada disposición de los A.As. para someterse a estos sacrificios".
Estos son conceptos sofisticados y se necesitó de una mente como la de Bill para destilarlos. Otra persona podría haber interpretado de una manera muy diferente las experiencias que se desarrollaron y no llegar a las generaciones cruciales.
En esa época las rupturas de anonimato constituyeron una de las mayores tensiones de la Fraternidad. A.A. era ahora una palabra de uso común; casi unánimamente había obtenido buenas críticas en la prensa estadounidense y, si ser un miembro no había llegado a ser algo "inteligente", cuando menos evocaba admiración el confesar públicamente que se era. Una estrella de cine había ido tan lejos como romper su anonimato en el celuloide al filmar la historia de su vida. (Lo rompió por primera vez en 1946-47; su autobiogra?fia apareció en 1954; la película, en 1955). Subsecuentemente bebió otra vez. Bill describió lo que sucedió como sigue:
"Llegó a sus manos una carta que pensó dañaba su reputación profesional; sentía que tenía que hacerse algo sobre esto y así lo sentía su abogado, que también estaba en A.A. Supusieron que, tanto el público como A.A., estarían legítimamente enojados si se supieran los
hechos. Pronto, varios periódicos pusieron en los encabezados que Alcohólicos Anónimos estaba exhortando a una de sus miembors, poniendo su nombre completo, por supuesto, para que ganara un litigio por difamación".
Al igual, hubo un notable comentarista de radio que rompió su anonimato en el aire y en la prensa, ante un auditorio calculado en 12,000,000.
Las reacciones de Bill ante estas violaciones mostraron su habitual paciencia, comprensión y humildad. Como muchos dijeron, era el hombre que más perdonaba. Algunos extractos de una carta que escribió a Jack Alexander sobre el asunto del anunciador de radio:
"Por supuesto, para los individuos que están fuera de A.A., esto les parece una magnífica publicidad, pero para 99 de cada 100 A.As., es una señal de peligro. La mayor parte de nosotros, de una manera profunda, se da cuenta que una repetición suficiente de esas sacudidas podría alaterar todo el carácter de nuestra Sociedad; llegaríamos a ser un ejemplo más de exagerada propaganda personal. Invitaríamos a todo promotor de A.A. - y los hay muchos - a utilizar el nombre de A.A. en su propio beneficio y, más seriamente, lo permitiríamos a todos aquellos que eligen romper el anonimato a nivel público, para que se contrataran otras áreas de trabajo y arrastraran tras de sí el apoyo implicito de A.A. junto con ellos.
Conforme aumente el valor del nombre de A.A. para obtener dinero y publicidad, a?si aumentará la tentación. La opinión de A.A. puede frenar, y así lo hace, a la mayor parte de nuestros publicistas personales, pero no a los pocos como N., ya que para él sólo cuenta la opinión pública. Realmente cree que nos está haciendo un favor; no tiene la más ligera idea de que está estropeando el instrumento más portector que haya llegado a tener nuestra Fraternidad. Respecto a las inmensas implicaciones esprituales del anonimato, pobre viejo N., las conoce".
O como posteriormente parafraseó en el Grapevine: ". . . los alcohólicos somos los racionalizadores más grandes del mundo, y fortalecidos por la excusa de que estamos haciendo grandes cosas por A.a. mediante la ruptura del anonimato podemos reasumir nuestra vieja y desastrosa persecución del poder y prestigio personales, los honores públicos y el dinero, los mismos afanes implacables que cuando una vez que se frustraron nos hicieron beber, las mismas fuerzas que al parecer hoy están desgarrando el globo. Más aún, estas lecciones ponen en claro que los que rompen el anonimato de una manera bastante espectacular pueden algún día hacer venir abajo nuestra Sociedad en esa ruinosa muerte final con ellos".
Una de las tempraneras rupturas de anonimato que causaron un tumulto, fue aquella de Marty M. Su caso fue sensible en particular, porque era amiga íntima de Bill; además, Bill apoyó con fuerza su trabajo en la educaicón del alcoholismo. Entonces, con algo más de 40 años y
personalmente atractiva, Marty fue un documento excelente para los periódicos, al hacer una gira por el país a favor del Comité Nacional para la Educación sobre el Alcoholismo. Los recortes de periódico empezaron a llegar a las oficinas centrales de A.A.; con frecuencia la fotografiaban mostrando toda su cara y la identificaban como miembro. cuando en 1944 la revista Time hizo un artículo sobre su comité, se describieron sus antecedentes identficándola como una alcohólica anónima.
Bill estaba preparado. Al principio pareció creer que la importancia del trabajo de Marty superaba a la del principio del anonimato. En una carta a George A., que había pedido permiso para romper su propio anonimato, Bill escribió: "Todavía siento que fue correcto para ella hacer precisamente lo que hizo, aunque fue serio el riesgo de un precedente para que otros A.As. se saltaran su anonimato, y puede serlo todavía, las ganancias de A.A. y de la causa de la educación, aparentemete han sobrepasado con mucho esta consideración".
Pero protno Bill tuvo otras proposiciones a considerar. Un miembro empezó a publicar una revista dedicada a la causa de la Prohibición; creyó que A.A. debía ayudar al mundo a estar seco. En público, utilizaba con libertad el nombre de A.A. para atacar los males del whisky y de aquellos que lo hacían y lo be?bian. Bill dijo: "Hizo notar que él también era un 'educador' y que su rama de la educación era de la 'clase correcta' ".
Conforme otras proposiciones e ideas continuaron llegando hasta Bill, llegó a darse cuenta que no importaba qué tan buena pudiera ser la causa de Marty; con todo, establecía un precendete para los demás que con sinceridad creían que sus causas eran igualmetne buenas. Finalmente, Bill admitió que había cometido un error y que había aprendido de él. Testimonio de esto es la carta de 1948 a un miembro de Florida:
"[En] este asunto en particular, confieso gran parte de culpa mía. Hace algunos años, no nos dimos cuenta del valor protector del anonimato para el movimiento de A.A. como un todo. Cuando Marty rompió el suyo con propósitos educaciones, yo consentí en ello. A la luz de los sucesos posteriores eso ha probado ser un erro. En neustro folleto de las Tradiciones, encontrarás que reconozco ese error".
El propio comportamiento de Bill, con respecto a cosechar reconocimiento, fama y premios que se le ofrecieron por su trabajo en A.A., fue un modelo de modestia. Como él dijo: "mi registro respecto a honores públicos está muy del lado conservador". Dijo que rechazó seis grados honorarios: "Mi sentir era que el precedente de no aceptar personalmente esos grados sería más valioso que aceptarlos . . . desde el punto de vista de Alcohólicos Anónimos".
Quizá el ma?s importante de éstos, fue rechazar un Doctorado en Leyes honorario de la Universidad de Yale, un acontecimiento que merece describirse con algún detalle, ya que ejemplifica perfectamente las inquietudes a las que Bill estaba tratando de adherise. Aunque le habría encantado aceptar, decidió que declinaría. Su carta de rechazo fue una obra maestra de humildad, tacto e inteligencia.
Fechada el 2 de fecrero de 1954, se lee en su totalidad:
"Sr. Reuben Holden, Secretario, Universidad de Yale, New Haven, Connecticut.
Estimado Sr. Holden:
Esta es para expresar mi más profundo agradecimiento a los miembros de la Sociedad de Yale por considerarme como apto para el grado de Doctor en Leyes.
Sólo después de la más cuidadosa consulta con amigos y con mi conciencia, es que ahora me siento obligado a rehusar esa nota de distinción.
Si yo aceptara, el beneficio a corto plazo para Alcohólicos Anónimos y para las legiones de los que todavía sufren nuestro mal, no hay duda que sería mundial y considerable. Estoy seguro de que un apoyo así de potente aligeraría mucho la aprobaicón pública de A.A. en todas partes. Por lo tanto, nada si no las más convincentes razones podrían alentar mi decisión de negar a Alcohólicos anónimos una oportunidad de esta dimensión.
Ahora, esta es la razón: La tradición de Alcohólicos Anónimos - nuestro único medio de gobernarnos a nosotros mismos - ruega a cada uno de los miembros que evite toda esa clase particular de publicidad personal o distinción que pudiera ligar su nombre con nuestra Sociedad en la mente del público en general. La Duodécima Tradición de A.A. dice: 'El anonimato es la base espiritual de todas nuestras Tradiciones, recordándonos siempre anteponer los principios a las personalidades'.
A causa de que ya hemos tenido mucha experiencia práctica con este principio vital, hoy es el punto de vista de todo miebmro sensato de A.A. que, si durante los años por venir, practicamos este anonimato de una manera absoluta, éste garantizará nuestra eficacia y unidad por refrenar fuertemente a aaquellos para los que los honores públicos y las distinciones, ?solo son los escalones para el dominio y el poder personal.
Al igual que otros hombres y mujeres, los A.As. miramos ocn profunda aprehensión la vasta lucha por el poder que nos rodea, una lucha que en miles de formas invade todos los niveles, desagarrando a la sociedad. Creo que los A.As. somos afortunados de estar agudamente conscientes
de que esas fuerzas nunca deben estar rigiendo entre nosotros, por miedo a que perezcamos juntos.
La Tradición del anonimato personal y de ningún honor a nivel público es nuestro escudo protector; no nos atrevemos a enfrentarnos desnudos a la tentación del poder.
Por supuesto,comprendemos en su totalidad el gran valor de los honores fuera de nuestra Fraternidad. Siempre sentimos inspiración cuando estos son merecidamente otorgados y humildemente recibidos como el sello de calidad de logros distinguidos en el servicio. Sólo decimos que en nuestras circunstancia especiales sería imprudente que los aceptáramos por el logro de A.A.
Por ejemplo: La historia de mi propia vida acumualda durante años alrededor de una persecucción implacable del dinero, fama y poder, llegó a su desenlace al casi hundirme en un amr de alcohol. Aunque sobrevirí a esa horrible desgracia, entiendo bien que el espandoso germen neurótico del contagio del pode,r tmaibén ha sobrevivido, sólo que está aletargado; pero se puede multiplicar otra vez y hacerme pedazos . . . y también a Alcohólicos Anónimos. temperamentalmente docenas de millares de mis compañeros de A.A. son como yo; afortunadamente ellos lo saben y yo también. De aquí neustra Tradición del anonimato y de aquí mi clara obligación de rehusar esta señal dehonor con toda la inmediata satisfacción y el beneficio que pudiera haber rendido.
En efecto, la esplándida mención que proponen, que me describe como 'W.W.', sí protege mi anonimato por ahora; no obstante, con seguridad aparecerá en un psoterior registro histórico que yo había aceptado un Doctorado en Leyes y entonces el público conocería el hecho. Así, en tanto yo podría aceptar el grado conforme a la letra de la Tradición de A.A. como está hoy, con seguridad estaría montando el escenario para que mañana se viole su espíritu. Estoy seguro de que esto sería establecer un precendete peligroso.
Aunque podría ser un nuevo enfoque, me pregunto si la Sociedad de Yale pod?ria considerar dar a Alcohólicos anónimos misma toda la mención, omitiendo el grado para mí. si es el caso, con gusto me presentaré a recibirlo en nombre de nuestra Sociedad. si les pareciera deseable considerar esta posibilidad, iré de inmediato a New Haven. Con agradecimiento".
Bill mismo se dio cuenta que podía cosechar más recompensas por rehusar este honor singular, que las que hubiera otorgado el mismo honor, si lo hubiera aceptado. Por lo tanto, pidió a aquellos que se enteraron de la oferta de Yale que no hablaran al respecto; como lo manifestó: "No quiero capitalizar sobre la humidadl". Lois dijo: "Bill sintió con fuerza que, ante todo, no debía colocarse de ninguna manera como superior a otros alcohólicos; así,para subrayarlo, aprovechaba cualquier
oportunidad razonable, para exagerar sus propios defectos. Era un egoísta tramendo, pero lo reconocía y creía que el triunfo de su vida era la victoria sobre sí mismo y su volverse verdaderamente humilde".
La respuesta de Yale al rechazo de Bill muestra el profundo respeto de los miembros de la sociedad para su integridad. La carta de Reuben Holden se lee en parte: "Después de leer su magnífica carta, [los miembros del comité] deseamos todos más que nunca que pudiéramos premiarlo con el grado, aunque, en nuestra opinión, no es ni la mitad de lo suficientemetne bueno para usted . . . Comprendemos perfectamente su sentir en el asunto y sólo deseamos que pudiera haber alguna manera de mostrale nuestro profundo sentido de respeto, para usted y A.A. Algùn día, con segurdiad se presentará la oportunidad".
Cuando la revista Time quiso poner a Bill en su protada - o sea, poner en la parte frontal de la revista la fotografía de la parte posterior de su cabeza - Bill se rehusó, al igual que lo hizo respecto a proporcionar la historia que acompañería a la portada. Razonó: "Por todo lo que sé, un artículo de esta clase podría haber llevado a Alcohólicos Anónimos mil miembros, posiblemente muchos más.
Por lo tanto, cuadno rechacé este artículo, negué la recuperación a una terrible cantidad de alcohólicos, algunos de los cuales pueden ya estar muertos; pero podemos suponer que prácticamente todo el resto de ellos todavía están enfermos y sufriendo. Por lo tanto, en un sentido, mi acción ha pronunciado la sentencia de muerte para alguos borrachos y condenado a otros a un perído mucho más largo de enfermedad.
Pero me fui por copleto al lado conservador, a causa de que los requisitos del artículo hubieran tenido a crear una imagen clara y llena de colorido de mí como persona. Estoy seguro de que esto hubiera creado para el futuro, una tentaicón en nuestra gente, que tgiene un impulso por destacar, para obtener artículos similares, seguidos de su nombre completo y fotografía. Por esta razón aprecié que era mejor que alugnos murieran y otros sufrieran, en vez de establecer un precedente tan peligroso. Por lo tanto, rehusé la publicidad, y debo confesar que no fue fácil".
Respecto a los demás "puntos para asegurar nuestro futuro", con su genio para hacer lo mejro de lo que en cualquier caso era inevitable, Bill formuló una tradición diseñada para hacer su propia presencia, si no obsoleta, cuando menos sólo marginalmente importante y de ninguna manera inevitable para la continuación del bienestar de su propia creación. En 1942, incluso antes del primer viaje que hizo, que fue el de Los Angeles, había escrito:
"Hace alrededor de un año, me di cuenta fuertemente de que los más antiguos en realidad nos estamos volviendo menos importantes para el moviemiento. Aunque esto es un poco difícil para el viejo ego, empiezo a ver cuan verdaderamente providencial es eso. Aquí hay gente que se ha
levantado por sus principios y no por sus maestros. Qué buenos [augurios] para el futuro a largo plazo".
En vez de deplorar el tiempo por venir cuando había sobrevivido a su propia utilidad, aseguró a la Fraternidad que la situaicón más deseable era que los miembros individuales, inlcuido él mismo, siempre fueran menos importantes para A.A. que los principios del programa en sí. Colocar a Alcohólicos Anónimos dependiendo primariamente de la idea, el espíritu y elconcepto, en vez de en cualquier fuerza temporal o personal individual, eso es exactamente lo que hicieron los "Doce Puntos para Asegurar Nuestro Futuro", de Bill.
La tradición que se desarrolló del segundo de estos Doce Puntos, especifica. "Para el propósito de nuestro grupo sólo existe una autoridad fundamental: un Dios amoroso tal como puede manifestarse en la conciencia de nuestro grupo. Nuestros líderes no son más que servidores de confianza; no gobiernan".
La primera experiencia de Bill publicada con la noción de conciencia de grupo consistió en los sucesos que rodearon la oferta que recibió, al principio, para trabajar profesionalmente como terapeuta sin título en el Hospital de Towns. Esta fue una anécdota que Bill siempre difrutaba contar.
Si "para el propósito de neustro grupo sólo existe una autoridad fundamental: un Dios amoroso tal como puede manifestarse en la conciencia de nuestro grupo", lógicamente se deduce que los líderes de A.A. no son autoridades en el sentido común de la palabra, sino más bien servidores y un instrumento de la conciencia de grupo. La ocupación de su cargo será breve; como está en la naturaleza evolutiva de A.A., se reemplazarán por aquellos que vienen detrás.
De las demás Tradiciones, la Primera Tradición dice: "Nuestro bienestar común debe tener la preferencia; la recuperaicón personal depende de la unidad de A.A." Al exponer esta Tradición, Bill la parafraseaba al establcer que "el grupo debe sobrevivir o el individuo no lo hará".
La Tercera Tradición dice: "El único requisoto para ser miembro de A.A. es querer dejar de beber". El método de prueba y error produjo todas las Tradiciones; intentos fallidos de imponer otros requisitos refuerzan ésta. Por ejejmplo, el mismo Dr. Bob había expresaso su inquietud acerca de admitir mujeres en A.a. como miembros, cuando se presentaron las primeras.
El principio que se expresaría consisamente en la Tercera Tradición pudo ser aceptado en general, pero ponerlo en práctica no fue tan fácil. Uno de los obstáculos fue que a veces parecía contradecir la Cuarta Tradición, que dice: "Cada grupo debe ser autónomo, excepto en asutnos que afecten a otros grupso o a Alcohólicos Anónimos, considerado como un todo". En una carta de 1943, Bill deploró esto y
confesó su frustración y su sensación de inutilidad acerca de la situaicón:
"Junto contigo, lo siento muy profundamente acerca de este asunto de la raza. Salvo esta cuestión, supongo que A.A. es la sociedad más democrática del munod. todos los hombres deben tener una oporutnidad igual de recuperarse del alcoholismo; ese es el ideal sobresaleinte.
Pero, infelizmente, mi propia experiencia sugiere que quizá no se logra mientras vivamos. En todo el sur y parte del norte, los blancos se rehusan a mezclarse socialmetne con los negros; es un hecho que debemos enfrentar sin rodeos; no se les puede coaccionar ni persuadir a que lo hagan ¡ni siquiera siendo alcohólicos! Lo sé, porque una vez lo intentí aquí en Nueva York y fui rechazado tan violentamente, que me di cuenta que, sin importar qué tanta fuera la insistencia, esta no podría hacer algún bien; estaba destinada a hacer daño.
Comparado con el de los alcohólicos blancos, en realidad el número de negros es muy pequeño. Supongamos que alguno de nosotros intentara formar la situaicón en el sur; el prejuicio es tan grande que 50 blancos podrían quedar fuera de A.A. con objeto de que savaramos a uno de color. Ese es el principio del bien mayor, para el mayor número; deplorablemente cae lejos de nuestro ideal, pero en la p?ractica, ¿qué podemos hacer al respecto? No lo sé, todavía estoy buscando arduamente la respuesta.
Hasta dodnde he aprendido, que no hay quien pueda mandar en un grupo de A.A., digo a los grupos que se atnegan a los deseos de la mayoría de sus miembros y, si socielmanete un gurpo rechaza a los negros, debe hacerse un esfuerzo sobrehumano para ayudar a cada uno de los hombres de color para que por sí mismo inicie un grupo y permitirle el acceso a unas cuantas juntas aibertas como observador".
Tan tempranamente como en 1940, bioll había encendido la mecha al inventar a dos alcohólicos negros a que asistieran a juntas en el área de Nueva York. Después de oírlo hablar en una institución, le preguntaron si a su liberación podrían ingresar a Alcohólicos Anónimos, Bill respondió afirmativamente y pocas semanas después, se presentaron en una junta.
"Lo recuerdo bien porque yo estaba ahí", dijo Bobbie B. "Inmediatamente se inció una reacción dentro del grupo; con nosotros estaban algunos sureños, que vehementemente sintieron que Bill se había excedido al tomar esta decisión antes de consultar al grupo. Estaban dispuestos a separarse de A.A. y salirse; por el otro lado, estaban algunos del norte que pensaban que los negos debían ingresar como miembros con plenos privilegios y, por supuesto, los había que estaban en la neutralidad".
Inmediatametne Bill se dio cuenta que había cometido un error. "Así que preguntó a aquellos que objetaban, si esta?rian de aucerdo en que los
negos tuvieran derecho a Alcohócliso Anónimos, igual que cualquier otro ser humano", continuó Bobbie. "Hubo completo acuerdo sobtre el principio básico. Así que, más o menos, se decidió que los negros serían invitados a asistir a juntas aibertas o cerradas, como visitantes".
Funiconó el método del compromiso de permitir a los negros asistir a las juntas como "observadores". A mediados del decenio de 1940, un número de alcohólicos negros había encontrado la sobriedad en el programa. A Jim S., un médico, se consideró el iniciador del primer gurpo negro de A.A. (La "Historia de Jim" aparece en la segunda y tercera ediciones del Libro Grande).
Barry L., que ingresó al Grupo Manhattan en 1945, recordó lo que sucedió al llegar una persona que no sólo era un negro, sino que también tenía otras diferencias evidents y alarmantes.
En 1945, Barry estaba de guardia en la casa club de la calle 41. "Un hombre llegó necesitadno ayuda. Era negro y entonces no había miembros negros; era un excovicto y traía a la espalda todas las pertenencias que tenía en este mundo. Traía el cabello teñído de rubio y venía maquillado; además, manifestó que era drogadicto.
No sabíamos qué hacer con este tipo. Me reuní con algunos de los miembros más antiguos y hablamos con el hombre; pero acerca de él, ¿qué podríamos hacer?.
Cuando no se lle?go a una decisón satisfactoria de la conciencia de grupo, Barry hizo lo que muchos otros A.As. hubieran hecho: Llamó a Bill, a quien le desciribó el miembro en perspectiva. Después de un silencio, Bill le pidió a Barry que recorriera de nuesvo la lista y Barry lo hizo.
"Ahora", inquirió Bill, "¿dijiste que era un borracho?" "Claro que sí", respondió Barry. "No hay duda al respecto, ciertamente es un borracho". "Bueno, es todo lo que podemos pedirle", concretó Bill. Al prospecto se le invitó a asistir a las juntas y, auqnue protno desapareció, su presencia creó un precedente para la Tercera Tradición.
Dice la Quinta Tradición: "Cada grupo no tiene más que un propósito primordial: llebar su mensaje al alcohólico que todavía sufre". O como Bill lo perafraseó con un viejo refrán: "zapatero a tus zapatos".
Para ilustrar el principio de la Quinta Tradición, Bill narra una anécdota acerca de "un miembro" (evidentemente, Bill mismo), que fue al Hospital Towns a hacer el Duodécimo Paso a un alcohólico descrito por el Dr. Silkworth como "un irlandés horriblemente terco. Nunca vi a un hombre tan obstinado. Gritaba que si su socio lo tratara mejor y su mujer dejara de molestarlo, pornto resolvería su problema alcohólico".
Después que Bill explicó el motivo de su visita, el paciente "demandó: '¿Realmente quieres decir que la ?nica razón por la que está saquí es intentar ayudarme y audarte a ti mismo?'.
'Sí, dije, 'eso es absolutamente todo lo que hay, no hay nada más'.
Entonces, titubeante, me aventuré a hablar acerca del lado espiritual del programa. ¡Qué regaderazo helado me dio ese borracho! No acababa de salir de mi boca la palabra 'espiritual' cuando se lanzó contra mí '¡Oye!', profirió: '¡Ahora lo veo! Estás haciéndome proselitismo para alguna madita secta religiosa o algo así. ¿De dónde sacaste eso de que 'no hay nada más'? Pertenezco a una gran iglesia que significa todo para mí. ¡Tienes el valor de venir aquí a hablarme de religión!'.
Gracias al cielo le salí con la respuesta correcta para eso. Se basó firmemente en el propósito primordial de A.A. . . .
Por útlimo, vio que yo no estaba intentando cambiar sus puntos de vista religiosos, que quería que en su propia religión encontrara la gracia que ayudaría a su recuperaicón. A partir de ahí nos llevamos muy bien . . .
Años después, a este rudo cliente irlandés le gustaba decir: 'Mi padrino me vendió una idea y esa era la sobriedad. En aqeul entonce,s no podía compara nada más' ".
En casi ninguno de los escritos de Bill se encuentra su don de simplificar lo complejo de una manera tan evidente como se encuentra en las Tradiciones. En primer lugar, fue capaz de dar el nombre a las amenazas potenciales para la supervivencia de la Fraternidad: Simplemente, eran problemas de propiedad, prestigio y poder. Los complicados problemas de propiedad se pod?rian eliminar si A.a. no era propietaria de nada y también se mantenía a sí misma; de ahí las Tradiciones Sexta y Séptima: "Un grupo de A.A. nunca debe respaldar, financiar o prestar el nombre de A.a. a ninguna entidad o empresa ajena para evitar que los problemas de dinero, propiedad y prestigio nos desvíen de neustro objetivo primordial" y "Todo grupo de A.A. debe mantenerse compeltamente a sí mismo, negándose a recibir contribuciones de afuera".
En 1946, la Fraternidad ya tneía la suficiente experiencia como para que Bill creyera que una sólida tradición de no afiliación, sin ninguna excepción, era la única manera de conservar a Alcohólicos Anónimos libre de controversia y desviaciones. La más famosa y narrada de estas experiencias tiene que ver con otro error de Bill respecto a Marty M.; esta vez, su apoyo público al trabvajo de ella.
En 1943, enriquecida por cuatro años de experiencia en A.A., Marty había asistido a la primera sesión de la recién fundada Escuela de Yale de Estudios del Alcohol, 2 la primera en E.U.A. de un programa educaiconal así. Ese verano marcó un momento de decisión en su vida, ya que lle?go a convencerse de que las actitudes del público hacia la
enfermedad y sus sufrientes había que cambiarlas, y ese fue su llamado para trabajar en el campo de la educaicón alcohólica. En particular quería ayduar a las mujeres alcohólicas, que pensaban sufrían "un doble estigma".
El Comité Nacional para la Educación sobre el Alcoholismo (N.C.E.A.), Inc. la organización que fun?do Marty, abrió sus oficinas el 2 de octubre de 1944. El N.C.E.A., que finalmetne llegaría a ser el Consejo Nacional sobre el Alcoholismo, recibió un respaldo entusiasta del Grapevine, que sólo tenía cuatro meses de vida. También recibió el apoyo de mucha gente promiente (y de algunos no tan prominentes), cuyos nombres, incluidos el de Bill Wilson y el del Dr. Bob Smith, aparecieron en el membrete del comité. El N.C.E.A. mno estaba afiliado oficialmente con A.A., pero los nombres de los cofundadores de ésta en su membrete, daban la impresión de que los dos grupos estaban concetados. Para hacer más confusas las cosas, al hablar por todo el país patrocinando a su nueva organización, Marty estaba rompiendo su anonimato.
La confusión resultante creció cuando, en 1946, el N.C.E.A. ,mandó por correo, en gran escala, una solicitud pública pidiendo fondos. Estas cartas se mandaron a algunos grupos de A.A. y Dick S., un depositario, escribió a Bill (que en ese tiempo se encontraba lejos de Nueva York): "Si esta carta citando a Alcohólicos Anónimos llega a caer a los grupos de A.A., que están en las listas de correos, citando A.a. por todas partes y solicitando fondos con un membrete, que lleva tanto tu nombre como el de Bob Smith como patrocinadores, no va ser chico el infierno que estallará".
Admeás del problema de la separación del trabajo del N.c.E.A. del de A.A. y del problema de las rupturas de anonimato, existía el hecho de que el N.C.E.A. tenía que obtener del público (y de aquellos que estaban en la vida pública) la mayor parte de sus fondos de operación.
Billo quedó persuadido finalmente de que la no afiliación total era laúnica solución. En menos de un año, el Dr. Bob y él se salieron del N.C.E.A. y Marty M. afirmó que discontinuaría la identificación pública de sí misma como miembro de A.A.
Mientras Bill estuvo formulando los principios que surgieron de estas experiencias, viajó con frecuencia a Akron para consultar con su cofundador. La capacidad del Dr. Bob para mantener las cosas sencillas le sirvió a Bill como una gu?`ia, ya que tneía una percepción de las cosas más complejas. En algunas, transmitía a Bill al voz popular de A.A.; si al Dr. Bob le gustaba, entonces era probalbe que también lo haría el elemento conservador de la Fraternidad.
Bill también intentó trabajar para el progreso con las 30 ó 40 personas que, por costumbre, "llewgarían por café" a Stepping Stones, durante el curso de un fin de semana característico. Los visitantes se sentaban en cualquier lugar y hablaban del últmo problema o asunto; Bill leería lo que
ha?bia escrito y todos contraibuirían con ideas o sugerencia sy él tacharía sus palabras y empezaría de nuevo por completo.
Para él era difícil hablar de otra cosa cuando estaba trabajando en un proyecto, ya que estaba totalmente inmerso en éste y preocupado con ese solo tópico. La medio hermana de Bill, Helen, que en esa época vivía en Stepping Stones, tuvo este recuerdo de su monomanía: "nos sentaríamos a la mesa para almorzar, pero él sólo se sentaría ahí y podías darte cuenta de que su mente estaba en otro lado. Para tomar la sopa agarraba un tenedor o alguna otra cosa y Lois y yo nos poníamos absolutamente histéricas; estaba sentado ahí y nos miraba como diciendo '¿Qué les pasa? ¡Están locas!' En realidad tenía una mentalidad de un solo objetivo, veía una cosa a la vez, de principio a fin".
Muy parecido sucedía en la oficina. Bob H., gerente general desde 1968 hasta 1974, recordó que la característica persistió en los últimos años de Bill: "Si ibas a la oficina y nunca lo habías visto en tu vida - nunca había oído de ti - eras sólo alguien que andaba por ahí dando un paseo; si tenía algo en su mente, lo oirías. Te sentabas ahí durante una o dos horas, mientras él hacía un discurso al respecto".
A pesar de toda su mentalidad en un solo objetivo, Bill nunca perdió su sentido del humor. Marion Weaver, una no alcohólica que estaba trabajando en la oficina, recordó un día, que no era raro ahí:
"Bill estaba escribiendo las Tradiciones. Las escribió y las pulió; él las escribió y yo las mecanografié. Un día él no podía encontrarlas y ¿qué hice con ellas? No las tenía. Dije; 'Yo no las tengo, Bill'.
'Sí, tú las tienes'.
'No, yo no las tengo; tú las tienes'.
'Bien entonces, ¿quién las tomó?'.
'No sé quién lo hizo, pero yo no las tengo'.
'Bueno, se perdieron, tú las debes haber perdido. Nadie se interesa por ellas. Nadie se interesa acerca de lo que me sucede; el trabajo de toda mi vida y ¡nadie se interesa por lo que me sucede! Y estaba llorando'. '¡Nadie se interesa por lo que le sucede a Bill!'. Y se fue.
En seguida se abrió la puerta, una vez más, y él se detuvo al otro lado de la oficina, se puso sobre sus manos y rodillas y se colocó el manuscrito en la boca, gateando a través del cuarto como un perrito, me lo entregó. Se encontraba extraviado en el fondo del cajón de su escritorio".
Se sabe por lo común que las Tradiciones se desarrollaron tanto de la experiencia de Bill como de la Fraternidad, al igual que de los errores cometidos por anteriores instituciones y movimientos, cuya historia
había estudiado Bill, 3 pero no hay muchos A.As. que tengan conocimiento de que Bill no utilizó todas las experiencias transmitidas por los grupos, ni que no siempre empleó la conciencia de grupo como su guía. Fue selectivo, utilizando sólo aquellas experiencias que iban hasta la médula de los problemas de A.A. Ya que su deseo era siempre el mejor interés para la Fraternidad, sus llamadas manipulaciones siempre funcionaron para el bien de la misma. (Como dijo: "Quizá mi vida personal no sea ejemplar, pero nunca he cometido un error en lo que respecta a A.A.").
Algo que viene al caso, es aquello de los derechos de autor de los cofundadores por la venta del Libro Grande. Si Bill hubiera escuchado a la conciencia de grupo en la época en que el libro fue editado, no se habría vendido en lo absoluto, se habría regalado; pero en este asunto Bill pasó por encima de la conciencia de grupo, insistiendo en que el libro debía ponerse a la venta. En una carta escrita algunos años después, explica su razonamiento a la luz de los acontecimientos posteriores:
"Nuestra hisotira prueba que la alguna vez idealista mayoría de ese día estaba seriamente equivocada. si no hubiera habido entradas para las Oficinas Generales y nada por derecho de autor para el Dr. Bob y para mí, A.A. hubiera emprendido un curso muy diferente y es probable que hasta desastroso. El Dr. Bob y la hermana Ignacia no hubiera podido atender a aquellos 5,000 borrachos en el Hospital de Akron, que fue el pionero. Yo hubiera tenido que dejar el trabajo de tiempo completo hace 15 años. No podrían haber Doce Tradiciones ni ninguna Conferencia de Servicios Generales. Paralizadas econonómicamente, las Oficinas Centrales no hubieran podido derramar alrededor del mundo el mensaje de A.A.; en realidad, pod?rian haberse venido abajo por completo. Al faltar la atenicón cercana, nuestras relaciones públicas ciertamente hubieran sido un enredo. El anonimato a nivel público, nuestra mayuor protección en sí misma, se hubiera evaporado. En consecuencia, se podría haber perdido nuestra unidad".
De una vez por todas, la Octava Tradición resolvió el asunto difícil de la propia posición de Bill en la Fraternidad y del ingreso que él derivaba de A.A. Había tomado diez años elaborarla. La conciencia de grupo, además de la experiencia de escribir el Libro Grande y de las dmeás labores de él y del Dr. Bob en A.A., fueron los precedentes para la Octava Tradición: "Alcohólicos Anónimos debe permanecer siempre no profesional, pero nuestros centros de servicio puedne emplear a trabajadores especiales". Bill no tenía ninguna duda respecto a lo que era un "trabajador especial".
Bill tuvo que decir esto referente a los "misionesros a sueldo" y de por qué no los quería: "Ahora, es un hhecho indudalbve que en los asuntos espirituales el preofesionalismo, con demasiada frecuencia, ha limitado la extensión de la comprensión real y de la aplicaicón práctica. El mundo
moderno tiene poco tiempo para los emisarios de Dios a sueldo, a pesar de un profundo anhelo por el Creador Eterno".
Bill, más que nadie, mereció que se le pagara por el servicio único que prestó a la Fraternidad. Los derechos de autor del libro, que recibía, no eran en pago por el trabajo de Duodécimo Paso, sino por servicios especiales; de esta manera, el dinero le dejó tiempo libre para hacer el trabajo de Paso Doce que hizo de una manera incesante. La Octava Tradción tambie?n hihzo aceptable la compensación adecuada, en los años futuros, de otros trabajadores especiales. A.a. se iba convirtiendo en una institución, al igual que en una editora de supropia literatura.
Del regusto, amargo y ducle, de la experiencia se eleccionaron lecciones funcionales e importantes.
Aunque los "Doce puntos para asegurar nuestro futuro", vase de las Tradiciones, ya se habían publicado ahora, todavía no habían sido aceptados por los miembors. De acurdo con la Segunda Tradición, Bill todavía tneía que "vendérselos" a los "distritos electorales" y ahora se puso en camino para hacerlo. Durante los tres últimos años del decenio, 1947-1950, toda?via enfrentándose a su depresión, salió a los grupos, "vendiendo" las Tradiciones, ya fuera que su auditorio qusiera o no quisiera escucharlo y algunas veces no querían. Bill recordaba: "Recibí cartas como esta: 'Bill, nos encantaría que vinieras y hablaras. Cuéntanos en dónde escondías tus botellas y acerca de esa experiencia espiritual tuya del hot-flash; pero , por favor, no nos hables más acerca de esas malditas Tradiciones' ".
Esta fue sólo una de las diversas circunstancias en que Bill se encontró "nutriendo a la fuerza", la independencia de la autonomía a los miembros de A.A. Durante esos años que estuvo de viaje, también habló de sus ideas para una estructura de A.A. de representantes electos; líderes que fueran "servidores de confianza", era el más afectuoso deseo de Bill para Alcohólicos Anónimos. En los años por venir, Bill se iba a encontrar en la curiosa posición de persuadir a la Fraternidad a tomar en sus manos, tanto a ella misma como a su bienestar. Se pasaría los años siguientes intentando que la Fraternidad quedara libre de sus ataduras, contra los deseos de las mismas personas a quienes estaba tratando de liberar hasta de él mismo.

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