sábado, 24 de abril de 2010

Capítulo Doce

Los 5,000 ejemplares del Libro Grande yacieron ociosos en el almacén de Edward Blackwell. durante meses después de su publicación, pareció que se había desperdiciado el papel que habían impreso.
Bill y Hank estaban convencidos de que el libro tendría éxito si llegaba a las manos adecuadas, la de los alcohólicos sufrientes; pero por el momento, no podían venderlo. No estaban seguros de que pudieran
deshacerse de él; buscando publicidad, habían hecho el intento con todas las revistas de circulación nacional sin que le hicieran el menor caso; ningún editor había descubierto todavía el gran potencial de A.A. Para que el libro empezara a moverse, necesitaban alguna clase de publicidad a nivel nacional.
Entonces Morgan R., el miembro que recién había dejado de beber y que había guiado el libro a través del Comité Católico sobre Publicaciones, tuvo una idea espléndida. Antes de aterrizar en una época mala, Morgan había sido publicista de éxito. "Conozco muy bien a Gabriel Heatter y estoy seguro que nos dará una mano", declaró Morgan.
Heatter tenía un programa de radio inmensamente popular llamado "Nosotros la Gente". Se especializó en entrevistas de interés humano seguidas por un comentario conmovedor que decía con una voz consoladora y paternal. En 1939, una entrevista en "Nosotros la Gente" tenía un valor publicitario equivalente al de los programas nocturnos de TV, de hoy.
Fue una pequeña oportunidad, pero valió la pena. Heatter aceptó la proposición y programó a Morgan para una entrevista. Perfilaría la carrera de bebedor y la recuperación de Morgan, e incluiría material del libro; serían sólo tres minutos, pero se transmitiría a toda la nación. Bill y Hank estaban seguros de que Gabriel Heatter proporcionaría el gran avance que habían estado esperando. El programa sería exactamente una semana después, el 25 de abril a las 9 p.m.
Había un obstáculo: ¿Qué pasaría si Morgan se emborrachaba? Sólo recientemente había sido dado de alta de la institución de Greystone. Para evitar esa posibilidad, Hank persuadió al reacio irlandés a que se sometiera a una vigilancia continua durante la semana que faltaba para la noche de la emisión. Con ese objeto, aseguraron el uso de una habitación doble en el Club Atlético del Centro de Manhattan y alguien permanecería con Morgan a todas horas. Lo hicieron relevándose sin permitir que en ningún momento se apartara de su vista.
El plan promocional de Hank para acompañar la emisión fue mandar tarjetas postales a todos los doctores que residían al este del Mississippi, anunciándoles el programa de Heatter e incitándolos a que compraran un ejemplar de "Alcohólicos Anónimos". Las respuestas se remitirían a la Alcoholic Foundation. Para conseguir los 500 dólares que necesitaban para el envío de la correspondencia, suscribieron pagarés contra Works Publishing, una acción audaz en vista de la condición de quiebra de la compañía. Después de mandar por correo 20,000 tarjetas postales, confiaron que, a consecuencia de la emisión de Heatter, llegaría una avalancha de respuestas.
Sin aliento, esperaron el momento en que A.A. se convertiría en una palabra de uso común. Una vez más hablaron de ventas de libro por toneladas. "Una hora antes del programa, todos nuestros miembros y
sus familias se reunieron ante sus radios para esperar el gran momento", recordó Bill.
Se mostraron señales de alivio en los hogares de todos los miembros de Nueva York cuando se escuchó la voz de Morgan, había llegado al plazo fijado sin emborracharse. Durante tres minutos se agitaron los corazones y se encargó de eso Gabriel Heatter, bien ayudado por Morgan, que como hombre de la radio no se quedo atrás".
Este es el texto completo de la entrevista en "Nosotros la Gente".
Heatter: "El hombre que está a mi lado tiene una de las experiencias más emocionantes y dramáticas que conozco. No voy a decirles su nombre y, cuando escuchen lo que les tiene que decir, creo que comprenderán por qué; pero después de comprobar los hechos, el Comité de Escuchas de "Nosotros la Gente", decidió concederle el tiempo, porque sienten que si a una persona se la ayuda por escuchar su historia, entonces 'Nosotros la Gente' habrá hecho un verdadero servicio. Muy bien señor".
Anónimo: "Hace seis meses salí de un manicomio. Me mandaron ahí porque estaba bebiendo como para morirme, pero los doctores dijeron que no podían hacer nada por mí, y hace sólo cuatro años estaba ganando 20,000 dólares al año, estaba casado con una muchacha estupenda y tenía un hijito. Pero trabajaba duro y como muchos de mis amigos, solía beber para relajarme, sólo que ellos sabían detenerse y yo no. Pronto mi manera de beber me sacó del trabajo; prometí a mi esposa que me corregiría, pero no pude. Finalmente, me dejó, llevándose con ella al bebé.
El año siguiente fue como una pesadilla: estaba sin un centavo, deambulaba por las calles, pedí limosna para comprar licor. Cada vez que dejaba de beber, juraba no volver a tomar otra gota; pero, si seguía sin beber durante algunas horas, empezaba a llorar como un niño y me temblaba todo el cuerpo. Un día después de dejar el manicomio, me encontré a un amigo quien, a su vez, me llevó a casa de uno de sus amigos. Ahí estaban sentados algunos hombres, fumando puro, contando chistes, divirtiéndose mucho; pero noté que no estaban bebiendo. No podía creerlo cuando Tom me aseguró que todos habían estado en el mismo barco que yo, y añadió: ¿Ves a ese tipo? Es un doctor y por beber perdió su práctica. Luego se corrigió y ahora es jefe de un gran hospital. Otro individuo fuerte y grande era dependiente de una tienda de comestible y uno más, el vicepresidente de una gran compañía. Se juntaron hace cinco años y se llaman a sí mismos Alcohólicos Anónimos y desarrollaron un método de recuperación. Uno de sus más importantes secretos ha sido ayudar a otro alcohólico. al empezar a practicarlo, el método demostró tener éxito al ayudar a otros a ponerse bine, dándose cuenta que podían permanecer alejados del licor.
Gradualmente, esos hombres me ayudaron a volver a la vida y dejé de beber, y encontré el valor para enfrentarla una vez más. Hoy, tengo un empleo y voy a regresar al éxito.
Recientemente, escribimos un libro que se llama 'Alcohólicos Anónimos' y que narra precisamente cómo todos regresamos de una muerte en vida. Trabajando en ese libro hizo que me diera cuenta de l mucho que otra gente ha sufrido, de cómo todos pasaron por lo mismo que yo. Por eso quise venir a este programa; quería decir a quienes están pasando por ese tormento que si sinceramente lo quieren, pueden regresar, ¡tomar su lugar en la sociedad de nuevo!". (Aplausos), (Música).
Bill y los demás descansaron entonces y especularon sobre cómo manejarían el torrente de solicitudes que sabían que ya estaban en camino. Bill recordó el gran dominio de sí mismos, que ejercieron para no acercarse a la oficina de correos durante tres días íntegros. Cuando finalmente fueron a revisar el apartado, levaron maletas vacías para meter ahí las tarjetas de respuestas..
Los esperaba un escaso puñado de cartas. "Con ansia enfermiza, miramos las 12 respuestas", contó Bill. "Algunos nos tomaron el pelo sin misericordia; otras respuestas, escritas sin duda por médicos con sus copas dentro, eran totalmente ilegibles. Las dos restantes eran pedidos del libro 'Alcohólicos Anónimos' ".
Abril de 1939, continuó transcurriendo como un mes desastroso, en un año muy difícil. Hubo algunos momentos luminosos, pero éstos no se reconocerían como tales hasta mucho después. Uno fue la llegada de Marty M., la primera mujer que logró una sobriedad duradera en Alcohólicos Anónimos. A.A. fue llevada ante su atención de una manera forzada cuando era paciente en el Sanatorio de Blythewood en Greenwich. El psiquiatra Harry Tiebout, que era el director médico de Blythewood, ya estaba interesado en el movimiento; se la había mandado con anterioridad una copia en multilite del Libro Grande para su crítica. Se la dio a Marty, una atractiva mujer de 34 años que era tan difícil como atrayente; al principio, se rehusó a leerla, pero finalmente consintió, discutiéndola con escepticismo y desdén. "No puedo aguantar todas esas Grs. mayúsculas", dijo (Dios en inglés se dice God). "No creo en Dios y no quiero leer un libro que en su totalidad es referente a Dios". La gente de A.A. se había hipnotizado a sí misma, comunicó a Tiebout con desafío; eran fanáticos. A causa de que Tiebout continuó presionándola, leería del libro sólo lo suficiente par darse elementos para provocar una discusión con él.
Esta discusión intelectual continuó durante meses, hasta el día en que Marty se encontró en una crisis, que fue de resentimiento y furia personales. En su cólera, dijo, literalmente vio todo en rojo, incluyendo las páginas de libro que descansaba abierto en su cama. "Pero, recordó, "a mitad de la página había una línea que no era roja, sino negra azabache y que se destacaba como si estuviera realzada en madera; y
leyó: 'No podemos vivir con ira', y eso fue lo que lo logró. Estuve de rodillas al lado de la cama y debe haber sido durante buen rato, porque de mis lágrimas la colcha tenía una gran mancha de humedad. Sentí algo en ese cuarto y la sensación principal fue de: soy libre, ¡Yo soy libre!".
Poco después de ese incidente, Marty asistió por primera vez a una junta de A.A.:
"Después de la cena [la llevó Horace "Popside" M.], abordamos el metro para ir a Brooklyn. Llegamos a la casa de piedra caliza y me mandaron al piso de arriba a dejar mi abrigo, y no bajé. Había dado un vistazo y este cuarto estaba separado con varios tabiques. En el frente se encontraba una sala y en la parte posterior un comedor - ya conocen el primer piso de una vieja casa de piedra caliza -; había probablemente 30 ó 40 personas y todos llevaban a sus familias, si las tenían.
Quizá nunca hubiera bajado si alguien no hubiera llegado al piso de arriba. Llegó Lois, me abrazó y dijo: "Sabes, quieren que bajes, baja; nunca sentí tanto amor como el que había sentido de esa mujer y la seguí escaleras abajo como un corderito.
Para mí esa primera noche fue evidente que [Bill] era un líder. El grupo con el que estaba y Bill se sentaron (algunos otros se fueron arriba a sus aposentos) y le hicimos preguntas. Por entonces había leído el libro alrededor de 20 veces. Yo sabía de memoria hasta la más mínima parte y tenía mil preguntas. Recuerdo a Bill mirándome y riéndose mientras decía: 'Sabes, hoy es martes por la noche, ira Marty, no puedes hacerlo todo para el jueves'. La segunda cosa que más me encontró fue que me dijo: 'Hay algo que debemos tener mucho cuidado en evitar' (creo que el Dr. Tiebout puede haberle hablado . . . sobre quién era yo y demás), 'los resentimientos. ¿Cómo manejas tus resentimientos?' Yo me defendí: '¿Resentimientos? Nunca he tenido un resentimiento en mi vida'.
Entonces exclamó: 'No me lo digas. No es posible que sea por tu edad . . . 'Yo sólo tenía 34 años. Todos se rieron.
Me sentí muy molesta, desconcertada y muy herida. Dije: 'No sé de que se ríen, no creo que sea gracioso en lo absoluto'.
Bill pregunto: ¿Qué haces, cómo te sientes cuando alguien te hace algo que crees injusto o que te daña? ¿O hace algo que está muy equivocado con respecto a tu punto de vista, que directamente se aplica a ti?'.
Repuse: 'Bueno, me siento herida'.
Ellos observaron: '¿Y no sabes que tienes un resentimiento? ¿Qué piensas que es?'.
'Bueno, cuando la gente me daña así, la evito. Simplemente me encierro en mí misma', afirmé.
'Bien, te das cuenta a quien estás dañando, ¿es así?'. Apuntó Bill.
'No, no sé lo que quieres decir'. Respondí.
Dijo: 'Sólo te estabas lastimando tú misma'. En otras palabras, esa noche tuve mi primera lección con Bill como maestro, y era un gran maestro".
También Lois recordó esa noche: "[Marty] estaba temerosa de lo que podría encontrar en la junta así que prefería quedarse arriba conmigo. finalmente la persuadí de que los A.As. la apreciaban y necesitaban y entonces bajamos juntas".
De regreso en Greenwich, Marty habló de su viaje a Brooklyn a su íntima amiga, otra alcohólica que estaba en Blythewood: "Grennie, ya no estamos solas", dijo, una afirmación de A.A. que ahora es famosa, porque resume el alivio que siente todo alcohólico que está aislado y por último encuentra a la Fraternidad.
La primera junta de Marty fue una de las últimas que se afectaron en el 182 de Clinton Street. Desde la muerte del Dr. Burnham en 1936, Lois y Bill habían estado pagando una pequeña renta a la compañía hipotecaria por permanecer en la casa; pero, en 1939, conforme aflojó la Depresión, hubo más dinero disponible y subió el valor de la propiedad; la compañía hipotecaria pudo vender la casa. El miércoles 26 de abril de 1939, día que siguió a la emisión de "Nosotros la Gente", Lois y Bill fueron forzados a salir de la casa que había sido el hogar de la familia Burnham durante medio siglo.
Lois dijo: "No sólo fue necesario empacar nuestras propias pertenencias, sino salir de aquéllas acumuladas por mis padres a partir de 1888. El Ejército de Salvación y las Industrias de Buena Voluntad, se llevaron toneladas". Su propio mobiliario, incluido el gran piano de cola, de Lois, comprado en sus días de afluencia, se puso en almacenaje. Uno sólo puede preguntarse qué fue lo que pasó por su mente, conforme veían meter cada pieza en el camión de mudanzas.
Uno sólo puede preguntarse - e imaginar - lo que pasó por sus corazones conforme abandonaron el último vestigio de seguridad y "normalidad".
No tenían hogar ni ingresos. El apunte de ese día en el diario de Lois es lacónico: "Dejamos para siempre el 182. Nos fuimos a casa de los P." (Hank y su esposa).
Durante los dos años siguientes no serían propietarios de un hogar permanente; vivirían como vagabundos, primero con una familia de A.A., luego con otra.
Cuando, posteriormente, alguien le preguntó a Bill cómo Lois y él habían logrado pasar los dos años siguientes, en una obra maestra de comprensión, Bill explicó: "Nos invitaban mucho a cenar". Varían los
cálculos, pero la mejor suposición de Lois resalto al número de sus "hogares" durante los dos años siguientes es aproximadamente de 50, sin contar las "visitas" que hicieron los fines de semana.
Arduo como tiene que haber sido, quizá esta especie de "vivir por ahí", en forma ambulante, fue más fácil a los Wilson de lo que pudiera haber sido para otra pareja. Siempre, desde los primeros días de su matrimonio y en su vida en el camino como "vagabundos" de Wall Street", habían estado movilizándose por algún lado. Excepto en los años oscuros en que Bill bebió más, su estilo de vida siempre había incluido muchos amigos y gran cantidad de visitas en ambos sentidos, siendo tanto huéspedes como invitados. Los Wilson tenían una clase de energía y vitalidad que habrían agotado emocionalmente y físicamente a otra pareja menos gregaria. A juzgar por los apuntes en los diarios de Lois, Bill y ella eran casi infatigables. La privacía fue una experiencia que con frecuencia anhelaban, pero rara vez recibían.
El equivalente a una semana característica de andar por ahí, según los apuntes en el diario de Lois, lo ilustrará esto:
Sábado 10 de febrero: "Pasamos la noche con Dot. Bill y yo nos fuimos en automóvil con Leonard, alrededor de las 4 p.m.".
Domingo 11 de febrero: Dot nos llevó en coche al transbordador en Tarrytown. No funcionaba, así que nos fuimos en el mismo coche a Yonkers, y Bill y yo tomamos el transbordador a Alpine. El autobús de Rockland llevó a Bill a N. Y., pero mediante una conjunción de errores esperé tres horas a Mag y finalmente llegué aquí a Monsey. Jimmy B. regresó con Bill y tiene un trabajo en Filadelfia, así que necesitaba su coche, por lo que este es el final del coche para nosotros".
Martes 13 de febrero: "Tomamos el autobús a la ciudad. Nos encontramos con Edith M. y tomamos té. Después de la junta, Bill y yo pasamos la noche en casa de Chris".
Viernes 16 de febrero: Fuimos en coche de regreso con Cy y Barb a Ardsley para pasar la noche. Bill va a ir a la junta de Greenwich.
Domingo 18 de febrero: Tomamos el tren de medio día a N. Y. y para mí sorpresa. Bill se reunió conmigo en Grand Central. Había malinterpretado en dónde estaría yo y creyó que era con Ora T. Fuimos a la junta de South Orange y pasamos la noche con los M.
Lunes 19 de febrero: Bill y Gordon fueron a la oficina del libro. Posteriormente Herbert me llevó con mi maleta a Newark, en donde tomé el metro a N. Y. para buscar un cuarto amueblado. Decidí dejar mi maleta en el departamento de Morgan R., al cual nos había pedido que nos fuéramos durante algún tiempo. cuando llegué ahí lo encontré tan elegante y tranquilo, con un piano y una sirvienta, y Morgan parecía
querer que nos quedáramos, así que de cualquier manera decidimos permanecer ahí hasta el primero de marzo.
Lois lo llamaba "vivir por ahí". Con una notable excepción, parece haber tolerado sus dos años de existencia como gitanos con su paciencia, buen humor y extraordinaria capacidad para encontrar lo positivo que le eran usuales.
Característicamente, la primera reacción a su primera residencia temporal - un chalet de veraneo en Green Pond en la parte norte de New Jersey - fue admirar su belleza:
"Estaba encantada de encontrarme en el campo, en especial cuando la primera está transformando el mundo. Las delicadas hojas nuevas bordan lentamente las desnudas siluetas de los árboles, cada variedad marcando un encaje diferente contra el cielo . . . No teníamos coche, así que teníamos que ir a pie alrededor de seis kilómetros y medio hasta Terranova (New Jersey) para obtener provisiones y tomar el tren a Nueva York. Bill tenía muchas cosas que atender acerca de su libro y la Fundación Alcohólica, así que con frecuencia iba a Nueva York.
En Green Pond nos visitaron muchos A.As. y, cuando estábamos solos en los días que Bill no tenía que ir a Nueva York, hacíamos muchas cosas divertidas: remar en el lago, dar paseos a pie, incluso probar nuestra vieja idea de poner de vela una toalla...
Deambulando por el área, encontramos muchas bellas flores silvestres, tales como madronós y orquídeas color de rosa. Después de una buena excursión a pie, a menudo nos sumergíamos en el estanque y luego tomábamos un baño de sol sobre una roca grande y plana.
Cualesquiera fueran sus circunstancias, sin importar qué tan inquietante pareciera el futuro, Bill y Lois siempre retuvieron su capacidad para disfrutar de sí mismos, el uno del otro y de la naturaleza. No permitían que ansiedades acerca del pasado o futuro interfirieran con ese disfrute; como una pareja, fueron dotados con esa capacidad evasiva para "vivir en el ahora". (Entonces es difícil que sorprenda que ésta sea una de las más potentes y útiles sugerencias del programa de A.A.).
La única excepción al buen humor de Lois - o al menos la única que sobrevive de la historias de ese período - tuvo lugar un día de febrero de 1940, cuando los Wilson estaban (como tenía que ser) caminando a través de la Estación del Grand Central. Súbitamente Lois se encontró sentada a mitad de las escaleras, llorando. ¿Nunca tendría su propio hogar? ¿No dejarían nunca de ir de un lado a otro?.
Fue en este momento cuando empezaron una búsqueda vehemente; a donde quiera que iban se fijaban en posibles casas; pero, como apuntó Lois: "En su mayor parte la cacería fue un gesto, porque todavía no teníamos con qué mudarnos".
Cuando vivían en Clinton Street, ahí se habían efectuado las juntas de A.A., y A.A. los siguió a donde quiera que fueron. Green Pond, su primer hogar temporal, fue su punto de partida para ir a las juntas de New Jersey, en Montclair y Sout Orange.
De las juntas de aquellos días, Lois recordó:
"Cuando menos se habían desarrollado una docena de grupos en el área metropolitana de Nueva York y, aquéllos que éramos inquietos, íbamos a todas las juntas posibles, sin importar qué tan lejos. En 1939, poco después de dejar Clinton Street, Hank y Kathleen empezaron a efectuar juntas los domingos, en su nueva casa en Montclair, New Jersey, y Bert T. nos permitió continuar las juntas de los martes en su elegante sastrería de la Quinta Avenida (las que antes se efectuaban en Clintn Street). En tanto que Marty y Grenny fueron pacientes en el Sanatorio de Blythewood en Greenwich, Connecticut, las dos, junto con Bill, persuadieron a la propietaria, la Sra. Wylie, para que les permitiera efectuar juntas ahí. Luego, un amigo de Leonard y Helga H. nos prestó un apartamento durante algunos meses en la Calle 72 y Riverside Drive en Manhattan . . . Harold y Emily S. abrieron constantemente su casa de Flatbush al grupo. Bert T. sugirió que el desván de su sastrería en el lado Oeste era más práctico para las reuniones de A.A. que su tienda de la Quinta Avenida, así que cuando ya no estuvo disponible el apartamento de la calle 72, nos cambiamos a su desván".
Por supuesto, Bill y Lois no tenían coche. Caminaban al autobús de Terranova, a seis kilómetros y medio, o descansaban en los amigos para que los transportaran de un sitio a otro, de junta a junta. En el aire había un espíritu valiente, pero no había dinero. El apunte del diario de Lois para el domingo 14 de mayo de 1939, dos semanas después de su llegada a Green Pond, indica los estados de su corazón y de su bolsillo:
"Bill decidió que mejor fuéramos para establecer algunas cosas acerca de la fundación y ver a Leonard (Dr. Strong) acerca de mi cadera, que no estaba muy bien. Chrys, Tom K. y su esposa nos llevaron y después vinieron por nosotros Bert T. y Henry K., para llevarnos a la junta en casa de los P., en la cual, cuando llegamos ya habían decidido abonar dinero suficiente para que viviéramos un año".
Bill y Lois, cuyo único ingreso habían sido los 30 dólares de la Fundación Rockefeller, ahora tenían el "Fondo de mejoras para el hogar de Bill y Lois", por voto, en la casa de Hank y Kathleen. Lois recordó que les dieron 20 dólares adicionales al mes, que era lo justo para pagar el almacenaje de sus muebles.
El apunte en su diario para el día siguiente, 15 de mayo, es alegre, indicando el alivio y gratitud que podía haber estado sintiendo, aunque no lo mostrara. Eso sería revelar preocupaciones y ansiedades anteriores y ese no era su estilo; raramente expresaba menos que completa confianza en Bill.
Lunes 15 de mayo: "Fuimos temprano a la ciudad y vimos a Leonard. Nueva York parece estar en ambiente de gala; los árboles completamente llenos de hojas en frente de radio City, en cierta manera tienen un aire exótico y en la ciudad hay muchos extranjeros para la feria; con frecuencia se pueden detectar".
Su agradable estancia en Green Pond fue breve. Un mes después fueron obligados a dejar el pacífico chalet para hacer lugar a los que lo rentaban durante el verano. en ese mes de junio de 1939, fue le principio de la rutina de dos años de los Wilson de "vivir por ahí". Se trocaron los papeles: En Clinton Street ellos habían dirigido un hogar para los alcohólicos en recuperación (según esperaban) que no lo tenían y ahora, los alcohólicos en recuperación abrían sus hogares a Bill y Lois. La tradición de la generosidad y la hospitalidad dentro de la Fraternidad ya estaba bien establecida en el área de Nueva York, al igual que lo había estado en Akron.
En Bog Hollow, en Monsey, Nueva York, Bill y Lois se quedaron con Bob y Mag V., en una vieja casa de campo que era como un laberinto. tenía una enorme habitación en el segundo piso del ala "siberiana" de la casa. Eran tan frías, que se le llamaba Siberia de Arriba y a la habitación que estaba debajo de ella, Siberia de Abajo. Varios kilómetros al este de Monsey está el Hospital Estatal de Rockland y ahí, en el hospital, Bob V. inició juntas para los alcohólicos que estaban internados. El Dr. Russell E. Blaisdell, entonces jefe del hospital, se encontraba tan contento que "pocos meses después permitió que autobuses realmente repletos de alcohólicos bajo su cuidado, fueran a las juntas de A.A. que entonces se habían establecido en South Orange, New Jersey y en la Ciudad de Nueva York". Los egresados del Estatal de Rockland se hospedaban con frecuencia en Siberia de Arriba y de Abajo, después que se fueron los Wilson.
A.A. continuó creciendo: un libro que se vendía, un miembro que se agregaba, un mensaje que se pasaba; pero no había dinero, ni perspectiva de tenerlo, ni una evidencia real de que las cosas estuvieran cambiando; en verdad, durante todo el verano de 1939,, las "cosas" fueron continuamente empeorando. La situación en Europa se oscurecía a diario; la agresión de Hitler se extendía; la guerra parecía inminente. en casa, el desempleo se había generalizado y para la diminuta banda de alcohólicos sobrios, había una continua miseria económica. Su lealtad de unos para otros, para su recién encontrada sobriedad y para su líder, Bill W., parecía aumentar conforme declinaban sus circunstancias; y en donde quiera, mediante actos de responsabilidad, se mantenían a flote ellos mismos y unos a otros, conservando en alto su valor y confianza.
Su valor y confianza también se reforzaban diariamente por las juntas mismas. Ruth Hock los describió; Estaban "estructurados hasta el grado que siempre había otro orador y Bill - quizá media hora cada uno - y entonces una larga sesión de café, una convivencia verdadera. Con frecuencia estábamos hasta las 12 de la noche, habiendo empezado a
las ocho". También dijo; "en esa época, no trabajábamos los Pasos, no había requerimientos de 90 días, ni aniversarios, ni se hacía ningún conocimiento si estabas sobrio una semana o un año. si sentías que te gustaría hablar al año, al mes o a las dos semanas, permitían que te levantaras y hablaras, y tampoco te lanzaban fuera si te presentabas borracho; sentían que estaban para animarte, que se te quedaría algún mensaje".
Cada vez que hablaba Bill, tenía un enfoque diferente. No había ningún mensaje preformulado y, aparentemente, sus pláticas variaban tanto en longitud como en el asunto que trataba.
En una junta, habló de Helen W., una de las primeras miembros mujeres, cuyo reciente suicidio estaba causando ansiedad y profundos presagios en todos los miembros de Nueva York. En esa junta, Bill incitó a los miembros para que no permitieran que su fe fuera destruida por la tragedia.
En aquellas primeras juntas tuvo lugar la introducción de algunas costumbres que hoy son tan tradicionales, que su presencia, por no mencionar sus orígenes, rara vez se cuestiona. Una de éstas fue el humor, a veces negro, otras profundamente enfático; esta atmósfera de risa fue un legado directo de la personalidad de Bill; sus pláticas siempre estaban salpicadas de humor, gran parte del cual era censurándose a sí mismo: Dijo Ruth: "Siempre podía sacar risa de lo patético. Había profundas risas sonoras".
Otra fue la manera en que los miembros se presentaban a sí mismos: "Mi nombre es Bill W. Soy alcohólico". Siendo alguien que nunca dejó pasar por alto una idea imaginativa o apropiada, es probable que Bill adquiriera esta costumbre de los primeros días en el Grupo Oxford, cuando Frank Buchman (que después abandonó esa modestia) se refería a sí mismo como Frank B. En las reuniones del G.O. a las que asistieron Bill y Lois a mediados del decenio de 1930, los miembros se sentaban en un círculo para las sesiones de "compartimiento" y decían: "Mi nombre es fulano de tal" para identificarse a sí mismos.
Algunos de los "refranes de A.A." también fueron utilizados desde hace tanto tiempo como los finales de los 1930: "Lo primero es primero", "Poco a poco se va lejos" (o "Tómalo con calma", o "Ve despacio", o "Sin prisa"), "Vive y deja vivir". A causa de que éstos aparecen en la primera edición del Libro Grande (al final del capítulo sobre "Y Después, la Familia"), es probable que el empleo de los axiomas se originó con Bill y que los trajo con él de Vermont: viejos refranes con dientes nuevos.
En ese año de 1939, otra desilusión personal fue el desahucio de Honor Dealers, de sus oficinas en el 17 de William Street en Newark. Desde 1937 la oficina había sido de hecho la oficina central de A.a., en la que se había escrito gran parte del Libro Grande; incluso el membrete decía "Works Publishing, 17 William Street". Como negocio, Honor Dealers
nunca había tenido mucha oportunidad; Bill, Hank y Ruth habían ocupado la mayor parte de su tiempo y toda su energía con los borrachos en lucha y ahora, los tres, estaban obligados a cambiarse a una oficina todavía más pequeña: un espacio diminuto en el mismo edificio.
La nueva situaicón no fue diferente de la vieja. "De alguna manera dimos un anticipo de la renta, preguntándono scuántos meses pasarían antes de que el cobrador se presentara una vez más", recordó Bill. Como Ruth lo describió: "Inlcuso entonces, yo fui quien dio la cara con el superintendente para explicarle porqué no se había pagado a timepo la renta".
A finales de 1939, Bill se estaba llegando a convencer de que tenía que separarse de las activiades de A.A., que le estaban ocupando gran parte de su tiempo. Este fue un problema que le había molestado desde el principio de su sobriedad y que continuaría haciéndolo durante un buen número de años, hasta que fue capaz de elaborar un compromiso satisfactorio entre sus principios y lo que, dada su situación especial, era práctico. Lois y él tenían que vivir de alguna manera y ahora que estaba sobrio, desesperadamente quería asumir su aporpiado papel que, como lo veía, era el de ganar el pan.
En una carta fechada el 14 de noviembre de 1939, cerca del quinto aniversario de la sobriedad de Bill, los miembros de Nueva York y sus esposas le mandaron una carta apoyándolo y animándolo: "Todos sabemos que, al igual que el resto de nosotros, estás confrontando con la necesidad de ganarte la vida y que hay ciertas obligaciones a ese respecto que tienes que encarar. Sentimos que tenmos una deuda contigo que sólo se puede medir en términos de la vida misma y, por tanto, qui?za es poco apropiado que te pidamos que continúes haciendo los sacrificios que has hecho en el pasado, en beneficio de nosotros mismos y de otros todavía desconocidos. Así es que te pedimos, si consideras posible hacerlo, que continúes durante un tiempo con el trabajo de Alcohólicos Anónimos, ya que sentimos que la pérdida de tu guía en este muy crítico período del desarrollo del movimiento, sería nada menos que una gran catástrofe. Por nuestra parte, nos proponemos hacer cualquier cosa que podamos en todas las formas para ayudarte a llevar la carga".
La carta la firmaron más de 50 personas, incluidos Jimmy B., Bert T., Morgan R., Tom V. y Leonar V. Harrison, un no alcohólico que servía como depositario. A pesar del refuerzo moral que esto debe haber significado, Bill no desistió de buscar empleo.
Durante todo este tiempo, en que Bill y Lois no tenían nada propio, ¡él estuvo profundamente preocupado por la situación económica del Dr. Bob! En 1939, mandó una carta a la fundación Guggernheim, preguntando respecto a una subvención, no para e?l mismo, sino para su amigo. A describir el gran servicio desempeñado por el Dr. Bob,
escribió: "Durante más de cuatro años, sin corar a los sufrientes, sin fanfarrias y casi sin fondos, el Dr. Smith ha efectuado su trabajo entre los alcohólicos . . . A causa de la gran cantiad de su trabajo alcohólico voluntairo, el doctor no ha sido capaz de reconstruir su práctica quirúrgica . . .
Si continúa trabajano al paso actual, puede perder lo que le queda de su práctica y probablemente su casa. Evidentemente, debe continaur, pero, ¿cómo? . . . El no sabe nada de esta solicitud que para su beneficio les estoy dirigiendo".
En apariencia Bill no estaba consciente, como lo escribió, de qué tan acertadamente (excepto en detalles menores), esta elocuente solicitud a favor de su amigo, de hecho lo describía a él mismo.
Nada resultó de la solicitud (la Fraternidad guggenheim apoya las artes); no obstant,e la carta permanece como un testimonio de la constante preocupación de Bill por el bienestar de los demás, con frecuencia en detrimento de la propia.
En 1940, Bill intentó convertirse en vendedor de cable de acero, un puesto que logró con la ayuda de Horace C. Lois describió esfuerzos; "Todo el verano, Bill intentó heróicamente vender cable de acero, auqneu no tenía interés en el producto y pocas oportunidades de entrar en la industria marítima y otras que lo utilizaban". finalmente dejó el puesto cuando lle?go a estar claro que no era apto para él.
Es cierto que Bill era un genio en las empresas en las que se invertían las emociones e, igualmente puede ser cierto que era menos que competente en las que no le interesaban. (En verdad esto se aplicó a Bill como conversador: si el asunto le interesaba era un parlachín, y un escucha, ardiente y atento; si no, 'Se estiraba, decía 'Jo, jum', se daba palmaadas en las rodillas, se levantaba y se iba lentamente", recor?do uno que durante mucho tiempo trabajó con él en la Oficina de Servicios Genrales de Nueva York).
Bill estaba agudamente consciente del dilema incluido en su propio problema de dinero. En una carta de 1940, escribió: "Desde el principio, hemos luchado ocn el problema del trabajador alcohólico a sueldo; pare?cia una nece3sidad absoluta y probablemente lo fue hasta hace poco tiempo. Era un asunto difícil sobre cómo hacer para que la gente como yo, aparentara ser un tabajador voluntairo y, no obstante, recibir su sustento. Aunque más bine esperé hacer de A.A. el trabajo para toda mi vida exactamente en ese sentido,siempre he experimentado cierta incosnsistencia acerca de un arreglo así. L idea pare?cia buena, pero siempre tneía una sensaicón de que toda?via no era lo merjo".
A principios de 1941, Bill todavía estaba buscando activamente un empleo. Aún pensaba en ?temrinos de trabajadores noprofesionale,s
voluntairos para la Fraternidad, incluido él mismo, que estaba dedicándole más horas que las equivalentes a tiempo completo.
Este era un asunto muy molesto, ya que había dos principios, parecían estar en dirección opuesta uno del otro. Por un lado existía la necesidad de conservar a los A.As. no profesionales, sin sueldos, con el trabajo hecho por el amor al mismo, el principio de la Fraternidad cimentado en sólida roca y la ra?zon por la que en primer lugar funcionaba. Por el otro lado, estaba la necesidad de los cofundadores de un ingreso en tanto trabjaban para la Fraternidad, que desesperadamente necesitaban de su atención de tiempo completo. La reconcilación satisfactoria de estas dos fuerzas parentemetne irreconnciliables, llega?ria hasta varios años después, en el contenido elaborado con todo ciuidado, de la Octava Tradición.
Las ventas del Libro Grande, un primer paso en esa dirección, fue la señal distintiva de la época, en el verano de 1939. Inlcuso no mostraron resultados unos pcoso buenos juicios emitidos en publicaciones.
El del Times de Nueva York, del 25 de junio, informó en parte: "Para que este título no haga surgir risas en algún lector, permítame afirmar que la tesis general de 'Alcohólicos Anónimos' está basad psicológicamente ocn mayuor firmeza que cualquier otro tratado sobre el ausnto, que me haya encontrado".
El de Harry Emerson Fosdich, que apareció en algunas publicaciones religiosas, se leía en parte: "Este extraordinaio libro merece la atención cuidadosa de cualquiera que esté interesado en el problema del alcoholismo, ya sea como víctima, ammigo de las víctimas, méidcos, clérigos, psoquiatras o rabjadores sociales y, hay muchos a?si; este libro les dará, como no lo hará ningún otro que enfrenta el alcohólico. Las ventanas de una catedral gótica no son las únicas cosas que se puedne ver verdaderamente desde adentro; el alcoholismo es otra. Todas las vistas externas están nubladas y son inseguras; sólo aquel que ha sido un alcohólico y ha escapado de esa esclavitud, puede interpretar la experiencia".
En las palabras de Bill, Charlie towns, que había sido su apoyo leal y acreedor de confianza, había estado "removienod cielos y tierra para obtener publicidad para nosotros y tuvo éxito". Le había contado la histoira de A.A. a Morris Markey, un escritor, quien se la llevó a fulton Oursler, en esa época editor de la revista Liberty, un semanario nacional popular. (Oursler llegó a ser conocido posteriormente como autor de libros religiosos Best-sellers, el ma?s famoso de los cuales es "La historia más grande que se haya contado"). Oursler aceptó un artículo de Markery titiulado "Los Alcohólicos y Dios" (el título le causó a Bill algún recelo).
El artículo fue programado para aparecer en el núemro del 30 de septiembre de 1939 lo cual, según calculó Bill, quería decir que sería
hasta octubre cuando podían esperar algunos pedidos del libro, por la fuerza del artículo. Mientras tanto, simplemente debían tener dinero para pagar a sus acreedores, la renta de Newark y a Ruth Hock, que había vivido trabajando durante meses por certificados de acciones de Works Publishing, ahora sin nin?gun valor.
Bert T. (el de la sastre?ria de la Quinta Avenida, en donde se ha?bian efectuado las primeras juntas), llevó a cabo ahora un negocio que era caracterísitco del espíritu del grupo; fue la clase de gesto que los mantuvo funcionando ante barreras aparentemetne insuperables: empendíió la tarea de pedir prestados 1,000 dólares para conserver a flote Alcohólicos Anónimos. El único colareal aceptable que podía ofrecer, era su propio y elegante negocio de sastrería, y lo arriesgó. A.A. ahora tenía los 1,000 dólares que cnecstiaba para conservarse todavía a flote durante otra coyuntura.
El artículo de Liberty estimuló la venta de varios cientos de Libros Grandes al precio de menudeo de 3.50 dólares y puso a trabajar a la diminuto oficina de Newark con el fin de contestar 800 solicitudes urgentes para gente desesperada en todo el país.
También probó ser efectiva la publicidad a nivel local. En el otoño de 1939, Clarence S. (que había iniciado un grupo en Cleveland en mayo de ese año), persuadió a un escritor llamado Elrick B. Davis, para hacer una serie de artículos en el periódico acerca de A.A., publicados en el Plain Dealer de Cleveland, fueron presentados en un espacio prominente y estuvieron apoyados con editores pro-A.A., Bill describió la serie así: "De hecho", el Plain Dealer estaba diciendo: 'Alcohólicos Anónimos es buena y funciona. Venga y tómela' ". Cientos lo hicieron; al año siguiente la ciudad tenía 20 ó 30 grupos y varios cientos de miembros. Bill afirmó: "Los resultados fueron . . . tan buenos y el número de miembros de A.a. en otras partes . . . tan pequeño, que más de uno de los de Clevaland realmente creía que A.A. se había iniciado ahí por primera vez".
Los problemas que afloraron en conexión con la expansión de la Fraternidad, fueron legión y muchos de ellos surgieron simplemente por lo nuevo de la situación. Una carta de Bill a Earl T., un miembro de Chicago, en 1939 indica exactamente algunas de las dificultades que confrontaron los pioneros de A.A.:
"Es algo excelente ser capaz de sentarme y escribirme igual que si fueras un viejo amigo, pero me da una poderosa sensación de alegría saber de ti y de lo que haces en Chicago.
Por lo general es un gran trabajo, de hechoun infirno de tabajo, hacer que un grupo funcione en una nueva localidad, pero una vez que tiene ocho o diez realmente eficientes, las cosas van mucho más rápido y fácil.
Nuestra experiencia muestra desde el principio que no podemos, entrar en los hospitales públicos ni salvar borrachos sacándolos a la calle de grado o por fuerza y que sólo obtenemos un gran dolor de cabeza.
De esta manera es muy fácil atraer un gran séquito de limosneros y de gente mentalmente defectuosa; con seguridad, todos ellos son tan importantes a la vista de Dios como el resto de nosotros, sólo que ellos han tenido una racha más dura y posteriormente nos damos cuenta de que, cuando un grupo ya tiene la suficiente talla y fortaleza, se puede asimiliar a muchos de esos individuos y que aquéllos que no pueden, o que no quieren, pierden la fe rápidamente; pero si al principio consigues muchos de éstos, es probable que encuentres que tu hogar se convierte en un cluba de bebdores, un hospital, un banco o una guardería.
Todos queremos resultados y con seguridad eso requiere que nos apeguemos a la gente que quiere y puede detenerse ahora mismo, dando a esas personas la máxima atención y la mínima a aquéllos que tienen una mentalidad opuesta. Asñí es que intentamos arduamente saber lo que podamos de un caso antes de pescarlo. ¿El candidato desea vehemente detenerse y aparte de su alcoholismo estar mentalmente en buenas condiciones? Por supuesto, no existe ninguna regla respecto a estos asuntos, ya que la gente que se ve fuerte alguns veces da malos resultados y los débiles ocasionalmetne tienen éxito a pesar de su frágil apariencia.
Sobre todo, no te desanimes si el discurrir es lento al principio, ya que eso parece ser parte de nuestra educación en este caminar. El verano que trabajé en Akron con Doc Smith, nos movimos frenéticamente y sólo nos embolsamos dos que tuvieron éxito, Ernie G. y Bill D.
Aquí en Nueva York sucedió la misma historia. Me pasé seis meses hablando con muchos de ellos antes e obtener algún resultado permanente y, en ese tiempo, estuve trabajando bajo el engaño de que tenía un encargo divino para salvar a todos los borrachos del mundo.
Es probable que sean buenos y psopectos quienes escriben diciendo que han obtenido buenos resultados del libro y continuaremos mandándote a aquéllos de tu área de los que tengamos noticias.
Al educar doctores, hospitales, ministros, en esa línea de acción, es seguro que después de poco obtengas fuertes prospectos.
Por favor déjanos saber qué podemos hacer para ayudar ahí.
Además de los problemas de logística - organizar y encontrar albergue para un grupo nuevo - existió el problema de cuál era exactamente el candidato prometedor para Alcohólicos Anónimos. Pasarían muchos años antes de que se formulara la Tradición de "atracción más bien que promoción"; en aquella época, la promoción activa era con mucho la orden del día, y los pioneros de A.A. naturalmente querían poner su
atención y energía par ayudar aquellos borrachos que creían que tenían la mejor oportunidad de recuperarse. (La palabra operativa en esa época era "borrachos", como opuesta a la última, más distinguida "alcohólicos").
Bill y Hank creían entonces que un borracho tenía que estar en un fondo absoluto física, espiritual y econonómicamente para poder "captar" el programa. Ruth Hock recordó cuando Bill le preguntó a un prospecto: "¿Todavía tienes trabajo?" O a Hank diciendo: "¿Todavía estás casado? ¿Viven en tu casa tu esposa y tus hijos?". Y entonces decían: "Bueno, no creemos que podamos hacer algo por ti; no podemos ayudarte". Pero como lo indica claramente la carta Bill a Earl T., en tanto que el recién llegado tenía que ser "prácticamente un borracho de la alcnatarilla, no tenía que estar tan abajo como para haber perdido por completo la esperanza; tenía que querer dejar de beber. Bill y Hank buscaban prospectos que todavía tuvieran una chispa de vida, y aún más importante, la esperanza quemándole en algún lugar dentro de él.
En la carta se refleja otra lección: Pronto aprendieron a dejar de hacer predicciones acerca de quien permanecería sobrio o no lo haría. Como dijo Ruth: "Con frecuencia tenían éxito los casos que parecían más difíciles, mientras que otros más promisorios frecutnemente se caían al borde del camino".
Ella hizo reminiscencia de uno de esos casos: "¿Te acuerdas [Bill] de aquellos dos jóvenes llenos de espernazas a los que prácticamente les apostamos? Creo que eran Mac y Shepherd. Eran interesantes, en especial porque eran más jóvenes que la mayoría; Shephard era la gran apuesta como favorito, mientras que él pobre Mac no tenía esperanza. Para nuestr sorpresa, Shepherd tuvo dificultades casi inmediatamente, en tanto Mac pareció hacer un progreso continuo en la sobriedad. toda la situación explotó en nuestras caras un día que el Sr. Chipman (el asociado de Rockefeller) prometió visitarnos, de manera que podrías mostrarle el progreso maravilloso que estaba haciendo A.A. en todos los caminos. Y para rematar la actuación, invistaste a Mac a que se presentara para probar que incluso los muy jóvenes podían lograr permanecer sobrios.
El escenario estaba dispuesto y te citaste para almorzar con el Sr. Chipman. Mientras tanto, Mac se presentó en la oficina completamente intoxicado, por primera vez aproximadamente en seis meses. Estaba tan pasado que sufrió un colapso,entrando en como en el sillón grande de tu oficina pricafa. No lo pude mover, así que todo en lo que acerté a pesnar, fue cerrar la puerta y tratar de dirigirte a otro lado. sin embargo, cuando te presentaste con el Sr. Chipman iba s hablando entusistamente y sin parar, con ademanes y todo, y no pude intervenir. Así que abriste de golpe la puerta de tu oficina, para revelar a Mac en toda la gloria de su borrachera. Después del momento proverbial de atolondrado silencio, rompiste en carcajadas y un minuto después, bendito sea, el Sr. Chipman se unió a ti".
Alguna vez, durante ese año difícil de 1939, Hank empezó a beber otra vez. Nadie sabe muy bien cuando comenzó, pero el diario de Lois del 13 y 14 de junio indica que Hank estaba peleando con su espos y había determinado divorciarse de ella.
Su diario del 5 de septiembre: "Kathleen (la esposa de Hank) me llamó por tléfono diciendo que creía que Hank había bebido". El 6 de septiembre: "Hand bebió, llamó a Bill por la tarde2, y el 7 la anotación indica que todavía estaba borracho.
Hank no sólo fue el socio de Bill, sino tambie?n el priemr alcohólico de Nueva York al que Bill había sido capaz de hacer que dejara de beber. Nadie sabe realmente cuándo empezó a beber de nuevo; pero, para Bill debe hacer sido una gran decepción. con el correr del tiempo, se aclaró que la recaída en cierta forma estuvo conectada con sus sentimientos sobre Bill y la Fraternidad.
Hank era un hombre impaciente. siempre pensó en cosas grandes, en términos del ahora: "Tienes que hacerlo ahora". Ruth describió a Han como un hombre ue había tenido éxito toda su vida, había trabajado para grnades compañías y había obtenido grandes sumas de dinero hasta que llegó a las ciudades perdidas. Ella dijo que él estaba intentando presionar a Bill a llevar un paso que no iba de acuerdocon la manera de proceder de Bill, así que se volvió insatisfecho y criti?co muchas de las cosas que Bill hacía y aquello en lo que creía.
Parte de la infelicidad de Hank, agregó Ruth, la incluía a ella: Hank y yo estuvimos interesados el uno en el otro y en una época consideré seriemente casarme con él". Cuando finalmente Ruth decidió no hacerlo, Hank culpó a Bill, propygnando que ella estaba más comprometida con A.A. y Bill de loq ue estaba con él. "La manera de pensar de Hank se volvió cada vez más errática", dijo Lois. "Pronto, estuvo borracho y culpando a Bill por el rechazo de Ruth". Después de esta primera recaída, Hank nunca fue capaz de regresar realmente al programa de A.A. ni de volver a ganar una sobriedad duradera.
Ruth Hock no sabía en la que se estaba metiendo cuando fue a trabjaar para Bill y Hank P.
Hubo otra fuente de fricción: Bill había decidido que en Manhattan se necesitaba una oficina de servicios generales y no había miembros que opinaran que fuera en Newark; Hank quería quedarse en New Jersey; así, continuaría atendiendo lo que quedaba de Honor Dealers.
A fianles de 1939, Hank escribió a Bill el siguiente memo:
"Por favor creeme cuando digo que esta carta no está escrita con la menor intención de discutir. Sólo deseo desarrollar algunos pensamientos que he tenido.
He estado pensando en lo de combianr la oficina del libro con la de la fundación. Me pregunto si, en tanto que sea económicamente posible, no debemos conservar separadas las dos.
¿Cuáles son mis razones para conservar aquí la oficina del libro? ¿Por qué una oficina de la fundación?
¿Tenía una oficina Jesucristo? ¿Ha?bia una central de intercambio? ¿Va con lógica el trabajo del libro? ¿Se están curando borrachos? En vez de gastar el dinero en la oficina, ¿no sería mejor emplearlo en gastos de viaje para qgente que extienda la buena nueva? ¿Habría un "gran mandamás" de A.A.? ¿Tendría una oficina a quitar de este trabajo lo atractivo del no profesionalismo y a profesionalizar? Buill, todo esto solía ser tan maravilloso que me pregunto si se ha perdido aquel viejo toque. ¿Eres el sencillo muchacho que solía entusiasmarse y ser feliz al ver a alguien salir del agujero? ¿Estoy tendiendo a volverme engreído al contar a todos como vencer todo esto, en lugar de decir solamente mi historia? ¿Ha estado siempre en casa la fuerza del cristianismo? ¿Ganará con la organizaicón este trabajo?
Honestamente creo que se está levantando una marea sobre el libro. Tú y yo vamos a obtener utilidades de él, si sube lo suficinete. Si lo hace y cuando llegue el momento, creo que encontraremos que es menos criticado si no se ha llevado nada de la fundación ni del trabajo mismo. Dejemos que la compañía del libro sea una dadora, no una receptora.
Entonces, una vez más, si la venta del libro aumetna a quinientos o a mil mensuales, sobre esto puede hacerse una buena promoción. De nuevo tu departamentoe de promoción será obstaculizado por el mismo hecho de que mucha gente presione con sus ideas. Cierto, todas las ideas de promoción de las ventas deben revisarse con los depositarios de la fundación, pero deben nacer de una fuente.
Otro punto: Esencialmente, Works Publishing Company, si tiene éxtio, debe ser una organizaicón comercial. ¿Se mezcla esto con el humanitarismo y el trabajo de caridad? Las reglas de los negocios y las de ese trabajo son diametralmetne opuestas, en particular cuando toda persona que esté en el trabajo tenga el interés que tú deseas que tenga. En otras palabras, ¿cóm puedes dirigir con éxito, lo que podría ser una gran organizaicón comercial, cuando todos sienten como natural un interés de propietarios respecto a ella? En este orden de ideas, tuve un par de conversaicones con los primeros ciencia-cristianos. dicen que Eddy conservaba asiduametne separados el negocio y el trabajo.
Conmis mejores deseos. Espero que en pocos meses se reanudará nuestra anterior intimiadad".
La respuesta de Bill sugiere que en esos mometnos Hank ya había vuelto a beber.
"Tu asunto de combinar el libro y la fundaicón ya tiene mucho tiempo, con lo que supuse que ha?bia sllegado a estar de aceurdo: que si hubiera fondos disponibles, todo el equipo se centraría en Nueva York. como no hay fondos, no hay nada que hacer al respecto en lo que a mí concierne, aunque tengo que resisitr constantemente la presión de toda la pandilla para que ahora se haga el movimeinto. aunque todavía puedes tener razón cuando dices que el negocio del libro y las actividades de la fundación deben estar separados, me temo que no vas a encontrar a nadie que esté de acuerdo; en todo el grupo, la opinión contraria es cien por ciento unánime. si fuera a oponerme a ello con objeto de estar de acuerdo contigo, me temo que estaría haciendo lo que tú tanto pareces temer, o sea, jugando a ser Dios. El dinero de la pandilla se ha ido en la empresa; han contribuido con el material par la mitad del libro e inevitablemente el libro y el trabajo están atados juntos. Me gustaría estar de acuerdo contigo si pudiera, pero no veo cómo puedo estarlo.
Cuando el libro estuvo escrito, sé que algunas veces encontré difícil aceptar sugerencia se ideas tuyas cuando realmente debí haberlas aceptado, y entonces llegamos al punto comercial de nuestro trato: creo que siempre tuviste la misma dificultad para aceptar mi consejo.
Otra cosa: a la pandilla le gustaría muchísimo que regresaras con nosotros; sería útil para todos, especialmetne para mí. Incluso con respecto al libro, es difícil que acepten tus sugerencias e ideas personales que algunas veces sienten que ya no eres uno de ellos. Y te lo pido por favor, no sinetas que cuando no estoy de acuerdo, de alguna manera no soy amistoso; esa es una idea que me ocuparía de desmentir por completo. Afectuosamente".
Su ruptura fue dolorosa y en muchas maneras desconcertante, porque Hank había sido uno de los más sólidos apoyos y aliados de Bill. Hank fue el que a principios del año había organizado la recolección de fondos con objeto de dar a los Wilson un ingreso mensual regualr. Nunca se sap?ra is fue la bebida la que causó la división ola división la que causó la bebida, pero, después de que Hank vovlió a beber, salieron a la superficie muchos resentimientos contra Bill, que se reflejaron en la relación.
El texto es: "Si es que vamos a vivir, debemos hacerlo libres de ira".
Mary Baker Eddy, fundadora de la Ciencia Cristiana, cuya vida estudió Bill.

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