Aunque Bill y Lois todavía vivián en la Casa Club de la Calle 24, habían sido diligentes respecto a buscar un hogar permanente, como se lo habían prometido entre sí cuando, un año antes, Lois rompió en lágrimas de nostalgia por el hogar que no tenía.
En 1941, finalmente lo encontraron. durante el primer fin de semana del nuevo año, permanecieron con unos amigos en Chappaque, Nueva York, al norte de la ciudd. El apunte de Lois, en su diario, para el sábado 4 de enero, se lee en parte:
"Todos fuimos en el coche a Bedford Hills a ver ahí la casa de la Sra. Griffith, que Bill y yo teníamos en mente ya desde que nos habló de ella. Es una localización fascinadora en lo alto de una colina con una gran vista. Entramos y nos encontramos en una enorme sala, quizá de 10 m. x 7.5 m., con una gran chimenea de piedra.
Domingo 5 de enro: Fuimos otra vez en coche y entramos en la sala. Todavía era fascinante, pero ahora sí le pudimos ver grandes incovenientes. Si Bill obtiene este trabajo chino, 1 podríamos tener la capacidad para hacernos de la casa".
La casa de Bedford Hills era el hogar que tanto habían anhelado. Al enterarse de las condiciones de su contrucción y de su venta, casi les pareció tener escrito su nombre en ella. Había sido construida por una mujer apellidada Griffith (sin ninguna relaicón con los antecesores manternales de Bill), "una mujer cuyo marido había muerto de alcoholismo y cuya mejor amiga había sido recuperado por el grupo de Jersy". La había construido para una amiga, pero no era el pequeño chalet de fin de semana que quería ésta.
Tenía una distribución interesante. La pieza central en la planta baja era una enrome sala con una chimenea de piedra y puertas de dos hojas, que se abrían hacia una terraza que miraba al Este, con vista a las colinas y los bosques. En tres de las esquinas de la sala había dormitorios y en la cuarta una cocina. En el piso de arriba estaba el dormitorio principal y un gran salón con las paredes llenas de estantes.
Los Wilson no podían imaginarse que podrían, económicamente, permitirse esa casa maravillosa e interesante en el corazñon del Condado de Westchester; pero había subestimado a la Sra. Griffith y a su amiga Joan, quienes habían elaborado un plan. Querían que los Wilson tuvieran la casa y estaban dispuestas a venderla por 6,500 dólares; sin enganche y pagos mensuales de 40 dólares. Al estar ya pagando Bill y Lois 20 dólares al mes por almacenaje, no era imposible reunir los otros 20.
El 11 de abril de 1941, por primera vez en los 23 años de su matrimonio, Bill y Lois pasaron la noche en su propia casa. (No adquirió un nombre permanente sino hasta 1944, cuando al visitar Nantucket, vieron una casa que se llamaba Stepping Stones y decidieron que era la elección ideal para su todavía nuevo hogar). Después de años de atender el trabajo, tener que mudarse e imprivsar continuamente, por fin Lois tuvo una salida perdurable y satisfactoria para sus fuertes impulsos domésticos, de cultivar plantas, decorar cuartos, hacer muebles y cortinas, pintar, aserrar y redecorar.
Había por hacer en la csa una enorme cantidad de trabajo: techos que pintarse, suelos que pulir y teñir. Lois aceptó este nuevo reto con placer:
"La pared alrededor de las seis puertas de dos hojas que daban a la terraza se veía desnuda e inconclusa, así que pinté rayas simulando cortinas, tanto arriba de las puertas como a los lados de ellas, resultaron realmente efectivas. Como las ventanas de la casa enmarcaban paisajes del adorable exterior, no quise obstruir la vista con gruesas cortinas colgantes. Algunos remanentes y telas con algún defecto, que compré en las baratas, fueron suficientes para hacer las cenefas y las delgadas cortinas decorativas enrollables hacia arriba. Quitando laboriosamente las tachuelas de una antigua silla victoriana, supe cómo retapizarla. Para muchos otros muebles, hice carpetas. En la cocina, coloqué con cuidado cuadros de linóleo en un interesante diseño.
Bill era poco hogareño, le interesaba mucho menos trabajar en la casa y el jardín; en realidad, su falta de domesticidad se convertiría posteriormente en la fraternidad, en algo de leyenda. No se trataba de que fuera perezoso, pues da testimonio de lo contrario, la forma sin dscanso en que trabajó para la Fraternidad pero no le gustaban las tareas domésticas, ni en particular le agradaba el trabajo físico. Como lo dijo Lois: "Bill se pasaba horas sentado, sólo sentdo, y yo soy una persona de acción, tengo que estar haciendo algo; y había cosas por hacer: remover la tierra del jardín, la cerradura de una puerta que necesitaba arreglo o algo más que se necesitara hacer; pero Bill se sentaba. Me exasperaba más allá de mis fuerzas que sólo se sentara, pero, por supuesto, mientras Bill permanecía sentdo, estaba pensando.
Bueno, esto me hacía gritar, vociferar y, hasta cierto grado, hacer locuras; aunque no era cosa de todo el tiempo, si ocurría de vez en cuando. De cualquier manera, Bill nunca estuvo de pie cuando podía sentarse y nunca se sentó cuando podía estar recostado".
Por lo general y como de costumbre, en las tareas que empren?dia era ingenioso. Lois recordó una de ellas:
"Una bomba, que estaba en una casita en la parte baja de la colina, mandaba el agua desde el arroyo hasta arriba, al tanque bajo la terrza, y después a las tuberías de distribución en la casa. Pero era difícil conseguir agua en el psio de arriba, en donde estaba nuestro dormitorio;
así que Bill compró, en Sears Roebuch, un tanque para ganado y lo colocó en el desván. A causa del peso del agua, sintió que era prudente reforzar los soportes del desván en esa área. El tanque se llenaba periódicamente mediante la bomba y luego la gravedad proporcionaba agua a la casa. Bill elaboró un sistema Rube Golberg para saber cuando estaba vacío el tanque y cuando lo había llenado la bomba: Un flotador en el tanque encendía una luz roja en la cocina al llegar el agua e un nivel bajo y, cuando la bomba había llenado el tanque, sonaba un timbre y continuaba sonando hasta que se apagara la bomba.
. . . Un día . . . Bill temió que no hubiera suficiente agua para los que nos acompañarían el fin de semana y encendió la bomba 'sólo por un momento'. Pero, ineperadamente, los amigos nos invitaron a salir esa noche y nos olvidamos pro completo de la bomba.
A nuestro regreso, antes de que entráramos, pudimos oír sonando el timbre de alarma. Se no hundieron los corazones. Adentro, el agua hacía cascadas en las escaleras".
Helen, la medio hermand e Bill, que vivió con los Wilson durante algún tiempo, habló acerca de cómo Bill resolvió el proglema de lograr echar a andar la caldera por la mañana:
"Esa csa la calentaba una caldera que estaba bajo un gran registro a mitad del piso. Bueno, en aquellos días, era de carbón y tenías que ir abajo ypalearlo. Por la mañana hacía frío y alguien tendría que bajar para abrir la puera, así como el registro y lo que fuera, de manera que hubiera el calor. Eso era demasiado, así que él compró un reloj despertador. ¿Recuerdas las viejas cosas de Rube Goldberg? bueno, montó un reloj despertador, alguna cuerda y un gran bloque de cemento que enganchó a la puerta de la caldera; al sonar el reloj despertador movía la cuerda, que hacía algo y el gran bloque caía y se abría la puerta de la caldera. Esto era grandioso, excepto que, por supuesto, teníamos polvo de carbón - al haber cabón, vas a tener plvo de carbón - y éste se metía en el reloh impidiendo su funcionamiento.
Así que Bill limpiaba el reloh. Mi cuarto [estaba] en el piso de abajo, Bill y Lois estaban arriba. El hizo una perforación justo al lado de mi cama, subió el despertador y lo ponía en la hora, de manera que en la mañana alrededor de las seis, sonaba el despertarod, yo lo apagaba y jalaba la maldita cuerda para que sucediran todas estas cosas, se abría la puerta de la caldera y tend?riamos calór. cuando me quedaba en la ciudad, vamos, todo mundo se helaba hasta los huesos".
La vena doméstica de Lois, de ninguna ,manera interfirió con su naturaleza aventurera. Otra mujer, después de dos años compeltos de deambular, podría haberse establecido en su nido de una manera inamovible, pero Lois no. El 20 de abril nueve días después de que Bill y ella se habían cambiado a su nueva casa, Lois salió en un crucero de seis semanas.
Horace C., que generosamente les prestó el campamento de verano de Green Pond, era sobrino del señor Moore, de la Moore-McCormack Lines. Su madre fue la que invitó a Lois a que la acompañara a un crucero a Sudamérica y, no siendo quien declinara una aventura, Lois dejó a Bill que luchara solo con las vicisitudes de su nueva morada. Siendo siempre una romántica (por propia admisión), Lois escribió en su diario, el domingo 20 de abril: "Bill y yo movimos la mano al unísono en señal de despedida, hasta que ya no lo pude ver".
Fue en alguna parte de 1941, cuando Bill abandonó la idea de "conseguir un trabajo", aunque el ingreso de los Wilson de 55 dólares semanales (del fondo de Rockefeller y de los derechos de autor del Libro Grande) difícilmente eliminaba todas sus preocupaciones económicas. La "Oportunidad de Bil-Lo" (el "título de trabajo" para la nueva casa) les costaba 40 dólares mensuales,; eso dejaba alrededor de 200 dóalres al mes para cubrir todos los dmeás gastos para vivir; incluso en 1941, en una época anterior a la inflación, 200 dólares al mes no eran mcuhos. Lois continuó intentando aumentar sus ingresos; una vez más trató de escribir, ya que, mientras trabajaba en el piso de muebles de Loeser's en Brooklyn, había escrito y vendido un artículo sobre chapado, a House and Garden. Quizá podía tener éxtio una vez más al escibir, así que extrajo el mayor tiempo posible para escribir una narración imaginaria para la revista Romantic Stories, pero pronto se la regresaron. Sin desanimarse por este fracaso, se concentró en poner en mejor forma su "Diario de Vagabundos", de su viaje en motocicleta en 1925.
El año 1941, pareció marcar un momento decisivo en la vida de los Wilson: Tenían una casa, el dinero suficiente para mantenerse a sí mismos y finalmente la Fraternidad paerecía estar segura para el futuro. Ahora, al establecerse en una rutina más permanente, pareicó que desaparecían algunas de las cualidades temporales de sus vidas.
La csa era una gran diferencia. Por primera vez, desde la fundación de A.A., Bill y Lois fueeron capaces de tener alguna medida de privacía en sus vidas, separadas de la vida de la Fraternidad.
Durante los días de las reuniones del Grupo Oxford, los Wilson había iniciado la práctica de tener un "tiempo de silencio", cada mañana. Ahora, que podían esperar despertarse en el mismo lugar cada mañana, fortalecieron la práctica. Lois describió estos tiempos de silencio:
"Duraban más o menos 15 minutos. Estábamos en la cama, nos levantámos y yo ha?cia el café para tomarlo enla cama; luego decíamos juntos una oración y después estaríamos en silencio durante un rato; luego platicábamos. Esta práctica del Grupo Oxford es algo mucho muy útil; incluso, auqneu no te llegue algo muy importante en lo absoluto, es muy útil el silencio y el pensar acerca del día con el fin de ser agradecida de todo lo que llega".
Esta es la oración compuesta por Bill y que los Wilson recitaban en esas ocasiones:
"Oh Señior, Te agradecemos por lo que Tú eres, porque nosotros vamos de eternidad a eternidad. Bendito sea Tu santo nombre y todos Tus beneficios para nosotros de luz, de amor y de servicio. Que encontremos y que hagamos hoy tu voluntad con buena fortaleza y con buen humor. Qu eTú gracia siempre presente sea descubierta por la familia y amigos - los de aquí y los de más allá - por nuestras Sociedades en todo el mundo, por los hombres y mujeres en dondequiera y entre aquéllos que tienen que guiarnos en estos tiempos difíciles. Oh Señor, sabemos que Tú eres todo maravilla, todo volleza, todo gloria, todo pode,r todo amor. En realidad, tú eres el amor eterno; por ello, Tú has dado forma a un destino para nosotros, pasando a través de tus muchas mansiones, siempre descubriéndote más a Ti y sin que haya separación entre nosotrso". 2
Para Alcohólicos Anónimos cmo un todo, difícilmente era esta un tiempo de silencio. En 1941, la Fraternidad podía compararse a un infante ruidoso y robusto; para extender la metáfora, un infante a mitad de los "terribles dos". Requería una energía sin límites, alimentación constante y supervisión ininterrumpida para asegurarse de que no sólo sobreviviría sino que se desarrollaría.
Nadie estaba másconsciente de esto que Bill. Un buen padre, de buena gana daba a su indisciplinado vástago toda la atención que requería . . . y que demandaba. Nunca dudó que sería un gran éxito; incluso creyó que cambiaría al mundo; así que, alege e incansablemente, trabajó para hacerlo tan robusto como fuera posible.
El infante ya estaba demostrando su personalidad. Tenía muchos de los rasgos del padre: sociabilidad, democracia, imparcialidad, sentido del humor, calidez, optimismo y una especie de pueril alegría que incluso algunos llamarían simplonería. Ahora empezaba la larga y lenta evolución de su carácter e integridad; al crece y fortalecerse la incipiente Fraternidad, necesitaba guías de orientación mediante la scuales se condujera a sí misma.
Bill empezó ahora a dar forma a Alcohólicos Anónimos en términos de su ética y valores.
Las preguntas de ayuda y las respuestas fluían en la oficina en un torrente continuo. en dondequiera, los grupos germinaban como flores de azafrán en primavera. 3
Un ejemplo es A.A. de Los Angeles. Kaye M., una mujer atractiva de 29 años,se fue al Este desde Milwaukee, en 1939, con su esposo alcohólico, Ty. cuando Ty llegó a Akron y "obtuvo" el programa bajo el apadrinameinto del Dr. Bob y Wally G., otro A.A. de Akron, se terminó el matrimonio. Kaye continuó sola en Nueva York, en donde planeó abordar un barco de carga a Los angeles, vía el Canal de Panamá.
El momento cumbre de su estancia en Nueva York fue una conversaicón que tuvo con Bill. "Ty ya no es tu asunto", dijo, "probablemtne eres la peor esposa que pudo haber tenido". Kaye se quedó sin aliento ante su brusquedad. "Tú lo sacaste de la cárcel, tú lo sacasate de todo, túsiempre estuviste ahí para detener su caída por él y eso estuvo mal. Su vida le pertenece, así que no te preocupes más por lo qué le suceda; lo principal ahora es poner a Kaye en unequilibrio cosntante".
Con sólo otros tres pasajeros en el carguera a Los Angeles y el Libro Grande cmo su único material de lectura, Kaye lo terminó de leer, al tiempo que llegaba ahí, y cambió su vida. De regreso "en un equilibrio constante", llevó el libro a Johnny Howe, del Departamento de Libertad Condicional de Los Angeles, y los dos no alcohólicos sacaron a la luz a los alcohólicos que iniciaron A.A. en la costa occidental. Justo cuando el grupo pare?cia estar tambaleándose, llegó de Denver, Mort J. - otro "converso del libro" - y tomó parte de una acción energizadora.
Como Bill predijo una vez, un solo ejemplar del Libro Grande o un solo miembro entusiasta era todo lo que realmente se requería para iniciar un grupo. En Noviembre de 1941, en la víspera de Pearl Harbor, A.A. tenía 200 grupos y 6,000 miembros, más de lo que Bill hubiera llegado a vislumbrar. Se pasaría la meyor parte de los años siguentes, 1941-44, en el camino, en los grupos de otras poblaciones, llegando a conocer a los miembros, poniéndose a disposición de los individuos, hablanod, escuchando, consolando, compartiendo y, sobre todo, dando de él mismo para desarrollar este ser, esta personificaicón de su visión convincente.
Orador destacado a dondequiera que fuera, Bill casi siempre narraba su propia historia ante un auditorio ansioso e incansable.
Viajó (por lo general Lois iba con él) principalmente por tren, pero ocasionalmente por avión o coche, de una ciudad a la siguiente, algunas veces quedándose durante la noche y en otras, dos noches durante cada parada. A dondequiera que iba era el centro de atracción. Los alcohólicos en recuperación lo recibián como un mesías; literalmetne les había salvado la vida y no podían llegar a estar más cerca de él, física y emocionalmente; se agrupoaban a su alrededor dondequiera que iba. El Dr. John L. Norris, conoció a Bill durante uno de estos primeros viajes de 1940. El Dr., "Dr. Jack", que luego sirvió a Alcohólicos Anónimos durante 27 añois como depositario, habló acerca de este fenómeno:
"Para mí, una de las cosas asombrosas acerca de Bill fue la cantidad de devoción y adoración real que eestaba obteniendo en casi cualquier lugar al que fuera. Era asombroso ver cómo un ser humano pudiera ser el centro de recepción de la clase de devoción que é tenía de mucha gente, y conservar algún tipo de humildad personal".
Nadie más que los primeros miembros estuvieron tan agudamente conscientes del milagro que habían forjado Bill y el Dr. Bob; nadie supo
mejor que aquellos primeros A.As., qué tan desesperanzada había sido su enfermedad antes de Alcohólicos anónimos; nadie quiza, excepto la profesión médica misma. El Dr. Jack declaró que se le había requerido para tratar a los alcohólics en los días anteirores a Alcohólicos Anónimos, en su calidad de director médico de la Eastman Kodak, en Rochester, Nueva York.
Me molestaba verlos llegar, porque sabía que yo no les era útil. Si de la planta me mandaban a alquien: '¿Puede hacer algo por Joe, Jack, Jim? son de lo mejor de neustra gente y siempre faltan cuando más se les necesita'. Ha?cia sobre ellos un trabajo médico y, si me decían la verdad, les diría que dejaran de beber; no sabía cuán imposible es seguir ese consejo, ¿pero de qué más disponía? No se enseñaba nada en la escuela de medicina.
O había una esposa que llamaba: 'Durante tres meses Joe no ha traído a casa su cheque de pago. La compañía de gas lo va a cortar, los niños necesitan zapatos, no se ha pagado la cuenta del lechero. ¿No puede hacer algo?' bueno, llamábamos a Joe y le guradábamos el sueldo y conseguíamos algún dinero para la familia, y Joe ser portaría bine durante un tiempo; y después de tres o cuatro meses, cuando llegaran a estar económicamente en buenas condicones, volvería a las andadas.
La tolerante sabiduría y comprensión del "Dr. Jack" NOrris, dio liderato a Alcohólicos Anónimos durante 27 años como un depositario no alcohólico.
En general, la profeisón me?dica no fue muy activa: '[Los borrachos son] exactamente un maldito fastidio; no se puede hacer nada por ellos, estás eprdiendo el timpo'. Era raro el médico que a sabiendas aceptara a un alcohólico".
Con esos recuerdos todavía frescos en las menttes de los miembros de A.A., no es difícil que sorprenda que a Bill se le diera una bienvenida de héroe en todas partes.
Era el orador destacado en todas las juntas a las que asistía, y el asunto principal del que hablaba casi siemrpe fue su propia y dramática historia: sus antecedentes en Vermont, Lois, la Primera Guerra Mundial, los Fabulosos Años Veinte en Wall Street, su sufrimeinto de alcohólico, su extraordinaria experiencia en el Towns, la visión que siguió en el despertar de su experiencia espiritual y la fundaicón de A.A. Narraría algunas variantes de ésta - pronto se le conocería como "la historia para irse a dormir" - y además, luego hablaba de cualquier cosa que pudiera estar en su mente: en años posteriores, las tradiciones, la conferencia de Servicios Generales y el cambio de la proporción de depositarios. Sus pláticas podían prolongarse hasta dos horas, pero nunca pareció cansarse de narrar su historia y nadie vio a nadie irse mientras Bill estaba hablando. Sus pla?ticas siemrpe eran extemporáneas; por lo tanto, en los detalles su historia era ligeramente diferente cada vez, así
como en aquello que deseaba subrayar. Pero siempre estaba construída alrededor de un tema principal y siempre contenía la clase especial del humor irónico, reprobador de sí mismo, de Bill. Por ejemplo, siempre se refería a la enorme, intensa y m?sitica experiencia espiritual que cambió su vida como un "hot flash". * Lo hacía con tanta frecuencia que otros A.As. empezaron a utilizar el mismo término, sin llegar a darse cuenta que Bill estaba "desinflando" deliberadamente su propia experiencia (y su propio ego) al describirla de esa manera.
Su humor y su don de improvisación se añadieron al efecto hipnotizador que tenía sobre su auditorio; tenía una personalidad carismática y era un orador hipnotizante. Difílmente residúia su magnetismo en la calidad de su voz: tenía un tono alto, un sonido nasal y hablaba en una especia de monotonía, quizá una mezcla de Jimmy Stewart y Arlo Guthrie. Pero el contenido de sus pláticas, aunado a su indudable sinceridad, autenticidad y sobre todo, sanidad, era irresisitble para todos, aquellos que lo oían.
Tom P., un amigo de toda la vida, describió la primera vez que oyó hablar a Bill. El año fue 1941, el local una junta den Greenwich, Connecticut. "Estaba hablando acerca de él mismo, estaba contando su historia para irse a dormir, una variedad de ella; no recuerdo los detalles. Realmente yo estaba loco mentalmente, pero mis institntos funcionaban bien y en realidad él me galvanizó. Era auténtico y sincero; pero tú sabes que hay tontos sinceros, el mundo está lleno de ellos. Pero este tipo estaba bien equilibrado en el asunto espiritual; él fue la primera rajadura en mi coraza y la autenticidad formó una buena parte de ello: El estaba sano y era auténtico".
El Dr. Jack Norris, quien también escuchó a Bill a principios del decenio de los 1940, describió esta ocasión: "Fue una junta en Rochester, en el salón de baile más grande de la ciudad. El lugar estaba lleno; por supuesto, todos lo adoraban: 'debo a este hombre mi vida y mi felicidad'. Se podían sentir los tonos emocionales de esa reunión.
Se pasó la mayor parte del tiempo hablando acerca de [lo que llegaría a ser] la Segunda tradición: Dios como la autoridad fundamental; 'nuestros líderes sólo son fieles servidores'; esto debe haber sido en el 43 ó 44. Para decir cómo le llegaban las ideas, describió a Lois en la tienda de departamentos, y cómo los habían desahuciado en Brooklyn y estaba viviendo en [un] cuarto pequeño y deslucido, arriba de la Casa Club de la Calle 24. Tal como la capté, fue una imagen deprimente. Se había escrito el Libro Grande y Bill quería aparecer como su autor, ya que pensaba que con los derechos de autor recuperaría las fortunas familiares, y Lois tendría la posibilidad de dejar el trabajo. Para un hombre que en aquellos tiempos lo mante?nia su esposa - bueno, para un yanqui de Vermont - era una desgracia. Le ofreció trabajo el Coronel Towns, que les hubiera dado dinero, y Bill dijo: 'Yo quería estas cosas, y los grupos no las querían. Los grupos tenían razón y yo estaba equivocado".
Esto fue en la época en que nosotros, como un mundo, habíamos estado sufriendo de una clase totalmente diferente de liderato. La imagen que me llegó fue de qué clase de mundo tandiferente podría ser éste si Hitler - y Stalin y Mussolini - hubiera sido esta clase de persona. Estaba impresionado, realmente me llegó hasta el fondo.
Fue una parte de mi aprecio real por Bill".
Cuando tuvo lugar esa plática, los Estados Unidos estaban en guerra con Alemania, Italia y Japón. Bill estaba profundamente peocupado con el curso de la guerra; tenía mapas en la pared de su oficina y a diario marcaba con chinchetas los frentes de guerra.
En su política personal, Bill era un republicano conservador. ("Estábamos horririzados cuando F. D. Roosevelt ganó la elección [de 1944]", refirió Lois), pero él no pertenecía a la facción aislacionista, "estaba muy inclinado hacia el estado de alerta", dijo Ruth Hock. "Creía que los Estados Unidos deberían estar ahí más pronto, que debíamos ir a ayudar".
Ya que Bill había sido criado en la tradición del servicio militar y había servido con honor durante la Primera Guerra Mundial, no fue ninguna sorpresa que ahora se intentara enlistar, aunque tuviera 46 años cuando los Estados Unidos entraron a esta guerra. En marzo de 1942, había recibido una recomendación para el Servicio de Abastecimiento, de un Coronel Donoven en Washington y tuvo una entrevista con el general brigadier a cargo, como el Comisario de Guerra del Almacén de Armas de Guerra de Filadelfia, que le ofreció aceptarlo como capitán.
De cualquier manera, ese mismo mes tuvo un examen físico del Ejército y fue rechazado, según escribió a un amigo, "a causa de las úlceras". Al haber hecho otros dos intentos sin éxito para unirse al servicio, hizo notar, no sin alguna amargura, que su experiencia de la Primera Guerra Mundial no parecía contar mucho. En una carta al Padre Dowling fechada el 25 de mayo de 1942, es evidente su frustración: "Todavía estoy luchando para ingresar en el Ejército, y sigo sin suerte. Quizá se supone que después de todo soy un misionero. Me gustaría saberlo". (El énfasis es de Bill).
Buscó caminos adicionales para contribuir al esfuerzo de guerra. En una carta fechada el mismo día de la del Padre Dowling, volvió su atención a ayudar a Lewis B. Hershey, director del Servicio de Selección:
"Bien pudiera suceder que algunos evadieran el servicio militar alegando que son alcohólicos crónicos, [pero ] sabemos que muchos alcohólicos crónicos son todo, menos evasores del servicio militar. Esperando servir y al mismo tiempo curarse ellos mismso, miles están probablemente inentando tener una oportunidad de servir contra viento y marea. Nuestra experiencia sugiere que como una clase, esta gente
sólo proseguirá su camino, su manera de beber continuará y les conducirá sólo a un licenciameinto médico.
Pero todavía hay otra clase de alcohólico que solicita servir en el Ejército y es aquél que realmetne se ha recueprado de su enfermedad. De una manera de lo más enfática, esta organización cree que sí se le puede someter a una prueba adecuada de su recuperaicón, a este hombre se le debe permitir servir.
De hecho, esta carta ha sido inspirada por ciertos miembros de nuestro grupo de San Francisco, cuya única causa para ser rechazados ha sido su alcohoismo, que tras de ellos tienen un tiempo considerable de sobriedad y que serían recomendados por su propio grupo como hombres que han estado razonablemente bien.
Por tanto, ¿le sería posible al Ejército suavizar sus rrequerimientos en los que el alcoholismo agudo se puede probar que es cosa del pasado? Sería necesario algún discernimiento, como el certificado de un doctor, o en el caso de que el solicitante resultara ser un miembro de Alcohólicos Anónimos, entonces la recomendación de su grupo.
Es nuestro sentir que el Ejército está dejando que se le vayan muchos hombres capaces por falta de un poco más de discernimiento.
Me agradaría ofrecer al Ejército nuestra experiencia en este campo del alcoholismo, para que fuera utilizada de cualquier manera que pareciera ser útil".
La respuesta del Ejército se lee, en parte: "Es la opinión reflexionada de esta oficina que, a pesar de la actitud patriótica de su organizaicón y de estos individuos, sería imprudente sujetar a éstos que, aparentemetne han hecho una adaptación satisfactoria en su ambiente individual, a uno en donde la tensión y el agotamiento mental juegan una parte importante; sería una tentación para recurrir a su anterior inclinación, ya que aquí les tentaría mucho más".
Como muchas de sus ideas, la oferta de Bill para ayyudar a la milicia, meramente se adelantó a su época; llegaría a su realizaicón en el decenio de los 1960, cuando la milica de U.S. instituyuó programas de alcoholismo y abuso de drogas para el personal militarizado (siguiendo la guía del sector privado), recibiendo fuere apoyo de los miembros de A.A.
Los A.As. que sirvieron en las fuerzas armadas (en 1944 sumaban alrededor de 300)probaron que podían permanecer sobrios, incluso bajo la tensión adicional de la vida militar y sin sus juntas regulares.
sábado, 24 de abril de 2010
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