sábado, 24 de abril de 2010

Capítulo Diez

Bill y el Dr. Bob sabían que sus 40 casos de alcohólicos recuperados en Ohio y Nueva York, habían probado la eficacia de sus métodos, ¿pero cómo podrían llevar el mensaje a los alcohólicos que sufrían en otros lugares? Había tomado más de dos años llevar la sobriedad a un puñado y "el número de alcohólicos en el mundo que querían llegar a estar bien se calculaba en millones", afirmó Bill. "¿Cómo podría llevarse hasta ellos la gran oportunidad que teníamos? Al paso de tortuga que habíamos estado caminando, estaba claro que nunca le llegaría a la mayor parte de ellos.
Por lo tanto ya no podríamos seguir siendo una especie de sociedad secreta de la que poco se sabía. La comunicación personal directa, con los pocos alcohólicos con los que podíamos tener contacto por los métodos que hasta entonces empleábamos, no sólo sería lenta, sino peligrosa . . . porque el mensaje de recuperación en el que ahora teníamos tanta confianza, pronto podría ser llevado a tientas y tergiversarse de tal manera que no sería reconocible. Estaba claro que nuestra incipiente sociedad y su mensaje deberían tener una publicación".
En las discusiones con el Dr. Bob, Bill insistió en que el movimiento necesitaba misioneros a sueldo, para llevar el mensaje a otras áreas. También necesitaba hospitales especiales, ya que los regulares no aceptaban pacientes a los que se les diagnosticara oficialmente como alcohólicos. Por último, necesitaban un libro que narraría la historia "al mundo" y también evitaría la mutilación o la distorsión del mensaje.
Al Dr. Bob le gustó la idea del libro, pero tuvo dudas acerca de los misioneros y los hospitales; sentía que la gente a sueldo podría dañar el espíritu del movimiento. A su manera, estaba reiterando la respuesta de los alcohólicos de Clinton Street, a la proposición de Bill respecto a trabajar en el Hospital Towns como un terapeuta a sueldo. Pero, como Bill continuaba presionando, finalmente sugirió que presentaran las proposiciones a los demás miembros de Akron. A pesar de sus propias dudas, respaldó a Bill por completo, "en especial acerca de la necesidad del libro", manifestó Bill.
Los 18 alcohólicos de Akron, que se reunieron en la casa de T. Henry Williams, escucharon calladamente mientras Bill, con el apoyo del Dr. Bob, presentaba el plan. Entonces, como recordó Bill, "en los momentos que siguieron ¡aquellos alcohólicos realmente se enfrentaron a nosotros!" Pusieron muchas objeciones: Los trabajadores a sueldo en realidad acabarían con su buena voluntad con los alcohólicos; los hospitales harían que la Fraternidad pareciera ser un asunto sucio; incluso los libros y folletos podrían ser dañinos, pero Bill y el Dr. Bob presionaron con su argumento. Cuando se puso a votación se aprobó todo el plan - los misioneros, los hospitales y el libro - aunque algunos continuaron objetando a gritos. El voto se logró "por muy poco margen" y fue evidente que los miembros de Akron no colectarían el dinero que se necesitaba para esas empresas. Eso sería responsabilidad de Bill, que ya estaba pensando en millones de dólares.
Armado este inseguro mandato de Akron, Bill se apresuró a regresar a Nueva York e hizo la misma proposición a su propio grupo. "Nuestro pequeño grupo de Nueva York me dio más aliento del que me habían dado los akronitas", afirmó: "La mayor parte cayó pronto en mis grandiosas nociones. Se sintió que colectar dinero para una empresa tan noble, no presentaría ninguna dificultad en lo absoluto . . . 'Era seguro que los ricos nos ayudarían. ¿Qué otra cosa podrían hacer?' ".
Pero, aparentemente, los ríos tenían otras cosas que hacer con su dinero. Bill fue incapaz de colectar una sola moneda; incluso, con la ayuda de los superpromotores del grupo, no encontraron a nadie que se interesara en invertir en el proyecto. Ayudar a un puñado de borracho sin nombre se había convertido en una pasión para Bill y el Dr. Bob, pero como una idea para colectar fondos, no tuvo éxito. Durante un tiempo, Bill estuvo muy amargado por "la tacañería y la miopía" de los ricos, que se rehusaron a apoyar la causa.
En años posteriores Bill fue criticado por quienes vieron sus primeros esquemas de colectar dinero como signo de su egotismo y la ambición de autoservirse. Bill mismo se preocupaba constantemente respecto a sus propios motivos y, con frecuencia, describió sus planes como "grandiosos", pero tenía inclinación a censurarse a sí mismo y el hecho fue que estaba haciendo un esfuerzo determinado para ampliar el trabajo y el ámbito de acción de la fraternidad. Pueden haber tenido razón los ultraconservadores que se opusieron a su plan de colectar fondos, pero fueron ellos los que aceptaron el enorme reto de llevar el mensaje a Denver, Seattle y Houston, para no hablar de ciudades más remotas como Melbourne o Estocolmo. Bill tuvo muy presente en su mente esta tarea y su inquietud fue compartida por el Dr. Bob (Resolvieron practicar, con una anticipación de 28 años, la Declaración de la Responsabilidad, adoptada en 1965 por La Convención Internacional; "Yo soy responsable. Cuando cualquiera en donde quiera, extienda su mano pidiendo ayuda, quiero que la mano de A.A. esté ahí, y por eso: Yo soy responsable").
Un día del otoño de 1937, desanimado y falto de espíritu, Bill visito a su cuñado el Dr. Leonard Strong, Jr., del que siempre podía depender como consejero y confidente. El Dr. escuchó en silencio mientras Bill volcaba su frustración y, entonces, quizá más que para consolar a Bill que por cualquier otra razón y sin que Bill se lo preguntara, Leonard dijo que una vez había conocido a alguien que estaba conectado con las filantropías de Rockefeller. No estaba seguro de que este hombre, Willard Richardson, viviera o lo recordara.
Pero él, Leonard, estaba dispuesto a llamarlo por teléfono en nombre de Bill. Quizá ahí podría encontrar alguna ayuda; ¿no había sido John D. Rockefeller un ardiente campeón de la Prohibición?.
Williard Richardson no sólo estaba vivo, sino que recordó a Leonard Strong y la agradó saber de él. Más aún, benévolamente consintió en ver a Bill, al mismo día siguiente.
El cuñado, consejero y confidente de Bill, posteriormente llegó a ser un depositario no alcohólico de A.A.
Leonard, siempre correcto y formal, preparó una carta de introducción, fechada el 26 de octubre de 1937, para que Bill la llevaba con él: "Mi estimado Sr. Richardson. Esta servirá de presentación a mi cuñado, el Sr. William Wilson, de quien le hablé ayer en nuestra conversación telefónica.
Williard Richardson proporcionó a Bill y los demás un primer contacto con John D. Rochefeller Jr. . . . y sus millones.
Su obra con los alcohólicos parece ser muy eficaz y creo que amerita su interés y posiblemente el de la fundación Rockefeller.
Apareció mucho su cortesía en verlo y lamento no poder estar presente".
Bill conoció a Richardson, "un caballero entrado en años que tenía un par de ojos centelleantes y una de las caras más estupendas que haya conocido", en su oficina del piso 56 del edificio de la RCA. Richardson estuvo cálidamente cordial y mostró un profundo interés, al narrar Bill su propia historia y la de la esforzada fraternidad.
Pocos días después, Leonard recibió la siguiente nota de Richardson, fechada el 10 de noviembre: "Ya he conferenciado con cuatro hombres, cuyo juicio respecto a la interesante historia del Sr. Wilson es bueno. Le aseguro que les impresionó la historia cuando se las repetí y piensan que el asunto es muy importante. Todos se inclinan a estar de acuerdo con migo en que, si es posible, cualquier organización de este proyecto y cualquier cosa que tienda a profesionalizarlo o institucionalizarlo sería un asunto grave y por completo indeseable. Algunos de ellos tienen tan buen concepto de la experiencia del Sr. Wilson , que la consideran relacionada tanto con la religión como con el licor.
La carta sugería entonces una primera reunión almorzando Bill, Leonard y Richardson.
Como resultado de este almuerzo, llegó la oferta de Richardson de efectuar una reunión más en la sala de juntas privada de John D. Rockefeller Jr. Como recordó Bill, "Levaría con él al Sr. Albert Scott, presidente de los depositarios para la Iglesia Riverside, Sr. Frank Amos, un publicista e íntimo amigo y al Sr. A. Leroy Chipman, un asociado que se ocupaba de algunos de los asuntos personales del Sr. Rockefeller". A Bill lo acompañaría Leonard, el Dr. Silkworth, algunos de los alcohólicos de Nueva York y el Dr. Bob con ciertos miembros de Akron. Esta reunión podría ser el momento decisivo; si Bill y el Dr. Bob los convencían de su plan, era probable que John D. Rockefeller Jr. diera el respaldo financiero. Llegar tan cerca del dinero de Rockefeller era una impresión desconcertante y, como recordó Bill: "Estábamos montando en lo alto de la nube rosa número 17". Se apresuró a llegar a su casa, para dar por teléfono al Dr. Bob las buenas noticias, quien llegó con Paul S. para la reunión. Bill también reunió un grupo de los alcohólicos confiables de Nueva York.
La reunión, que tuvo lugar después de la cena, se salvó de un inicio embarazoso, cuando alguien sugirió que cada uno de los alcohólicos que estaban presentes narrara su propia historia. Después de escuchar cierto número de esas narraciones. Albert Scott declaró: "Pero, ¡éste es el cristianismo del primer siglo! Luego preguntó, ¿Qué podemos hacer para ayudar?".
Bill recorrió toda la lista: cadenas de hospitales, trabajadores a sueldo, literatura. El Dr. Bob, el Dr. Silkworth y los otros del contingente de Bill secundaron su presentación.
Pero ahora en su turno el Sr. Scott hizo una pregunta importante: ¿No echará a perder esto el dinero?". Posteriormente, cuando la propuesta llegó por último a John D. Rockefeller Jr., éste expreso los mismo recelos.
Sin embargo, la reunión terminó con lo que Bill consideró era una nota favorable: Frank Amos se ofreció a hacer una investigación de la diminuta Fraternidad, para explorar la posibilidad de establecer en Akron un hospital para los alcohólicos y ver al Dr. Bob y considerar sus necesidades.
A Leroy Chipman (izquierda) y Frank Amos se encontraban entre los asociados de Rockefeller que apoyaron a una incipiente Alcohólicos Anónimos.-
Así, en febrero de 1938, Amos pasó varios días en Akron y como lo describió Bill, "peinó a fondo la situación ahí". con 57 años y siendo el mismo natural de Ohio - su familia era propietaria del periódico de Cambridge, 110 Km. al sur de Akron - Amos se sintió muy en su casa entre los profesionales que entrevistó en Akron. Rápidamente se le puso en contacto con gente que conocía a los alcohólicos de Akron y expresó una gran alabanza para el Dr. Bob y su labor en el área.
El informe de Amos, mostró exactamente cuánto habrían logrado el Dr. Bob y sus compañeros, a escasos tres años del primer encuentro con Bill. Declaraba que ahora había más de 50 hombres y dos mujeres que habían sido "reformados" y subrayaba el importante papel del Dr. Bob como líder. "Aparentemente, en la mayoría de los casos, se necesita de uno que haya sido alcohólico para tener éxito con un alcohólico, y además de ser un médico estupendo y de reputación excelente, que él mismo había sido un alcohólico y que tiene las cualidades del liderato natural.
Un plan que entonces propuso amos, fue establecer un pequeño hospital para alcohólicos, con 30 a 50 camas, que sería dirigido por el Dr. Bob. Otra proposición fue continuar utilizando el City Hospital, pero proporcionando una pequeña instalación que se usaría como un "hogar para recuperación". En cualquiera de los casos, el Dr. Bob necesitaría alguna clase de remuneración económica durante un mínimo de dos años, con objeto de iniciar el trabajo.
Amos recomendó una suma de 50,000 dólares para el trabajo inicial. aunque, muy lejos de los millones que se imaginó Bill, era una cantidad generosa a principios de 1938. No obstante, Albert Scott reiteró su temor de que "demasiado dinero pudiera echar a perder la obra".
John D. Rockefeller estuvo de acuerdo y también lo estuvo en que, tanto Bill como el Dr. Bob, merecían alguna ayuda económica en particular, ya que había que liquidar la hipoteca de la casa de los Smith. Consintió en colocar 5,000 dólares para el uso de éstos en la tesorería de la Iglesia de
Riverside, cuyos fundos distribuirían Richardson y sus asociados. También expresó la opinión de que el movimiento debía ser capaz de mantenerse a sí mismo, pronto. "Si usted y los otros no llegan a estar de acuerdo, si realmente creen que el movimiento necesita dinero, por supuesto, puede ayudar a ellos a reunirlo"; se cuenta que manifestó Rockefeller. "Pero por favor nunca me pidan más".
El concepto de A.A. de mantenerse a sí misma vino de John D. Rockefeller Jr. Un regalo mucho más valioso que el dinero.-
La decisión de Rockefeller fue una desilusión aplastante para Bill. No obstante, admitió que Rockefeller los ayudó satisfactoriamente: Parte del dinero fue para liquidar la hipoteca de la casa del Dr. Bob y, del resto, cada uno obtuvo 30 dólares semanales. (Posteriormente, Bill siempre dio crédito a Rockefeller respecto a evitar la trampa del profesionalismo, aunque no está claro de quien haya sido originalmente esta idea. Richardson ya había expresado esta opinión en su carta del 10 de noviembre; así, mientras Rockefeller pudo haber llegado de una manera independiente a la misma opinión; no obstante, manifestó una convicción que ya era fuerte entre sus asociados).
Pero de las reuniones resultó algo importante diferente al dinero. Richardson, Amos y Chipman se habían llegado a interesar en el incipiente movimiento y ofrecieron sus propios servicios. Continuaron reuniéndose con Bill, el Dr. Strong y los alcohólicos de Nueva York, para discutir cómo se le daría una estructura al movimiento.
Estas reuniones produjeron un plan para una fundación o fideicomiso de caridad, libre de impuestos. Con la ayuda de Frank amos, un dotado y joven abogado llamado John Wood, fue reclutado para unirse al grupo y hacer el trabajo legal para establecer la nueva fundación.
Había que solucionar muchos detalles (Irónicamente, uno de los obstáculos fue la incapacidad de todos para dar una definición "legal" de un alcohólico). Finalmente, se estuvo de acuerdo en que el fideicomiso se llamaría la Fundación Alcohólica y su consejo de depositarios fue completado formalmente el 11 de agosto de 1938, con cinco miembros, tres de los cuales no eran alcohólicos: Richardson, Amos y John Wood; los miembros alcohólicos eran el Dr. Bob y Bill R. del área de Nueva York. El convenio del fideicomiso estipulaba que un depositario alcohólico tenía que renunciar inmediatamente si se emborrachaba; esto sucedió realmente en el caso del depositario de Nueva York y fue reemplazado a partir de ese momento.
Bill Wilson sirvió en un comité de ocho miembros, creado al mismo tiempo, para asesorar al consejo. (A diferencia del consejo, el comité asesor tenía una mayoría de alcohólicos). En enero de 1939, el consejo se aumentó de 5 a 7 miembros, en el que los no alcohólicos retenían la mayoría. En tanto que la fundación tenía poco dinero y virtualmente ninguna autoridad sobre los grupos, le dio al movimiento un centro
legalmente constituido con base en Nueva York. También sirvió como una unidad con el fin de colectar fondos para el proyecto del libro.
La Fundación Alcohólica, con sus depositarios y sus escasos recursos económicos, le supo poco a Bill, comparada con su sueño de hospitales para alcohólicos y misioneros a sueldo. Pero, cuando menos, el intento de recaudar fondos había tenido por resultado el inicio de una estructura para el movimiento.
Bill y el Dr. Bob ya habían empezado a pensar seriamente qué clase de libro le daría la mejor publicidad al programa. Sería un libro referente a sus propias experiencias personales; contaría lo que habían hecho para conservarse sobrios ellos mismos y ayudaría a otros en el proceso.
1. Henrietta Seiberling siempre sostuvo que ella y otros, fueron los que convencieron a Amos, de que el dinero "estropearía esto". Y que él, a su vez, lo informó a Rockefeller, quien estuvo de acuerdo.
2. Años después, Bob P., de la Oficina de Servicios Generales, hizo la observación de lo previsor que en realidad fue Bill. "El campo del alcoholismo ha crecido tanto y hay un flujo de dinero tal en él, y todas estas instalaciones han surgido como lo soñó, excepto que no están bajo los auspicios de A.A. No obstante, en la mayor parte de ellas, el programa de A.A. es una parte esencial de la terapia y, finalmente, llegan a Alcohólicos Anónimos muchos que pasan por ellas".

No hay comentarios:

Publicar un comentario