sábado, 24 de abril de 2010

Capítulo Trece

En 1940, John D. rochefellet dio una cena para Alcohólicos Anónimos. Aunque éste había permanecido detrás del telón, estaba siguiendo el progreso de A.A. con real interés.
Willard Richardson, ahora "Tío Dick" para Bill, anunicó la propuesta de la cena en una junta de depositarios. Bill estaba entusiasmado y otra vez empezó a pensar en millones. supuso, no sin ra?zon, que el Sr. Rockefeller había cambiado su manera de pensar y había decidido dar dinero a Alcohólicos anónimos. La lista de los invitados, afirmó, era "una verdadera constelación de los prominentes y ricos de Nueva York. Cualquiera podía ver que su valor financiero total podría ser fácilmente de mil millones de dólares".
La cena se efectuó el 8 de febrero, en el exclusivo Club Unión de Manhattan. De las 400 personas prominetes e influyentes invitadas, aceptaron 75. al irse reuniendo los invitados, antes de la cena, mcuhos tenían una expresión de perpeljidad, atribuible, según decidió Bill, al hehco de que no p¡odían definir exactamente qué era Alcohólicos Anónimos. Con su previsión característica, Bill había planeado que un A.A. estuviera en cada mesa; como lo había esperado, "Hubo muchas preguntas y alguans de nuestras respuestas divirtiron a los notables. En una mesa se snetó nuestro héroe Morgan, tan impecablemente vestido como el del anuncio de cuaellos para camisa. Un banquero de pelo gris le preguntó: "Sr. R. ¿en qué institución está usted?.
Morgan sonrió burlonamente y respondió: 'Bueno, señor, por el momento no estoy con ninguna institución. Sin embargo, hace nueve meses era un paciente en el manicomio de Greystone' ".
El Dr. Bob vino desde Akron, trayendo con él a Paul S. y Clarence S. Estaba ahí el Dr. Russell Blaisdell del Hospitl Estatal de Rockland, al igual que el Dr. silkworth. El Dr. Harry Emerson Forsdick habló a favor de A.A., en representación de la religión, y el Dr. Foster Kennedy, lo hizo por la profesión médica. Tanto Bill coo el Dr. Bob, narraron sus hisotiras personales. A causa de que John D. Rockefeller se había puesto súbitamente enfermo, coordinó los procedimientos su hijo Nelson, que entonces tenía sólo 31 años. Bill recordó que el menú fue pichón en pan tostado.
Al ir pasando la noche, fue evidente que los reunidos estaban profundamente impresionados pro lo que estaban oyendo. Asendieron a gran altura la esperanza y la experiencia de Bill.
"Al observar las caras de los invitados, era evidente que habíamos captado su inter?res y comprensión. La gran influencia y la gran riqueza pronto estarían a nuestra disposición. La fatiga y la preocupación iban a ser cosa del pasado . . .
Sin aliento, esperamos el momento culminante: el asunto del dinero. Nelson Rockefeller nos compñación . . . 'Caballeros, todos ustedes
peuden ver que éste es un trabajo de buena voluntad. Su fuerza reside en el hecho de que un miembro lleva el buen mensaje al siguiente, sin pensar para nada en ingresos económicos ni recompensa. Por lo tanto, creemos que Alcohólicos Anónimos debe mantenerse a sí misma en lo que se refiere al dinero. Sólo necesita nuestra buena voluntad'. A consecuencia de esto los invitados aplaludieron con vehemencia, y después de apretones dde mano cordiales y adiosesen todos lados, todo lo que valía mil millones de dóalres salió con ellos por la puerta".
Una vez más, A.A. no recibió ningún millón y una vez más se desvanecieron las esperanzas de Bill, de expansión.
La Frateernidad sí recibió algún dinero como resultado de la cen ay llegó de la manera siguiente: El Sr. Rockefeller compró 400 ejemplares del Libro Grande y le mandó uno de ellos a cada uno de los invitados, junto con la transcripción de las pla?ticas efectuadas en la centa, además de una carta personal en la que reiteraba su convicción de que, en caso de tener éxtio, A.a. finalmente debería mantenerse a sí misma; pero sugería que podría admitirse un poco de ayuda, temporalmente, hasta que el movimiento se estableciera con mayor solidez, y que por la presente, él estaba donando a la causa 1,000 dólares. (Debido a que el Sr. rockefeller habái comprado sus 400 ejemplares del Libro Grande a 1.00 cdóalr cada uno - con 2.50 dólares de descuento del preico original - ¡De hecho, los 1,000 dóalres equivalían al descuento que habái recibido!.
Quedando establecido así el tono y el precendente para las contribuciones, Rockefeller consistió entonces a la requisición de la fundación Alcohólica para que le diera permiso de solicitar dinero a los invitados a la cena, de unna manera independiente. Estas solicitudes, que se repartían anualmente durante los cuatro años siugientes, trajeron 2,000 dólares adicionales. En parte, el dinero se utilizó para dar a Bill y al Dr. Bob una ayuda semanal de 30 dóalres a cada uno.
Con o si millones, Rockefeller sabía exactamente lo que estaba haciendo; Bill pronto iba a saber que el nombre de Rockefeller añadía lustre a todo aquello con lo que estaba concectado. El multimillonario no había permitido que la prensa estuviera presente en la cena. ""omprensible"" afirmó Bill. ""i alguno de nosotros se hubiera presentado borrahco, todo el asunto podría haberse derrumbado ignominiosamente". Pero, cuando terminó y que?do en claro que había sido un éxito, A.A. fue puesta en contracto con la empresa que se ocupaba de las relaciones públicas de Rockefeller y juntas hicieron el borrador de una declaración a la prensa. "La publicidad resultante fue favorable y se difundió ampliamente". A pesar de algún sensacionalismo y periodismo de tabloide (en un encabezado se leía, "John D. Rockefeller cena con borrachos"), emperazon a llegar más solicitudes de ayuda y más pedidos del libro a la oficina de la fundaicón.
La cena también dio ímpetus a los depositarios, que ahora empezaron a proporcionar más dierección a los asuntos públicos y de negocios de la
Fraternidad. El cosnejo era más numeroso, ya que incluía a tres depositarios alcohólicos y cuatro no alcohólicos. Con objeto de proteger a la fundación del suceso, poco probable, de que a un tiempo "se emborracharan repentinamente" todos los depositarios alcohólicos, a los miembros no alcohólicos se les dio una mayorái de votantes en el consejo. Bill aprobó este arreeglo; en realidad es probable que fuera él quien lo propuso inicialmente, irónico a la luz de que esta misma proporción, cuando algunos años después propuso que se cambiara, iba a aser la fuente de prolongados y a veces amargos altercados, tanto entre los depositarios como entre los miembros en general.
El 16 de marzo de 1940, un mes después de la cena de Rockefeller, la Works Publishing cambió sus oficinas de Newark, al 30 de Vesey Street, en la parte sur de Manhattan. La cena de Rockefeller sólo mejoró ligeramente sus precarias finanzas, así que era una aventura en la que no se podían predecir los resultados. Este cambio le dio a Alcohólicos anónimos pro primera vez una oficina propia.
En este cambio se arrojaron a la basura muchas cosas: probablemente entre éstas estaban los borrachos de los Doce Pasos y el resto del capítulo quinto del Libro Grande, que se escribió ahí. el equipo total de la oficina (Hank se habái ido; no asisistió a la cena de Rockefeller) consistía de Bill, Ruth y la nueva ayudante de ésta, Lorraine Greim, tambie?n una no alcohólica, que había empezado a trabajar en la oficina de Newark un mes antes del cambio a Manhattan. (Para compensar a Lorraine por el cambio, ya que creía que trabajaría en New Jersey, le subieron el salario de 12 a 15 dólares a la semana).
Ahora que el Libro Grnade se estaba empezando a veder, algunos de los suscriptores demandaron uan participación de las utilidades. Había 49 suscriptores; Bill y Hank tenían una tercera parte cada uno y Ruth también había recibido acciones en lugar de su paga. A principios de 1940, Bill los depositarios decidieron que el libro debía pertenecer a Alcohólicos Anónimos, no a los individuos que habían suscrito las acciones. Por medio de la emisión de algunas acciones preferentes y de obtener un préstamo de los asociados de Rockefeller, fueron capaces de recuperar las acciones que debían, pa?gandolas a un valor a la par, de 25 dólares por acción. A la mayor parte de los accionistas les encantó salir a mano; incluso unos donaron todo o parte del dinero a la Fundación Alcohólica.
Pero Hank resistió todas las ?suplicas para regresar su tercera parte (200 acciones), de la Works Publishing a la fundación. "Un día,completamente en bancarrota y muy tembloroso, se presentó en la oficina de Vesey Street", refirió Bill. "Hizo notar que la mayor parte del mobiliario de nuestra oficina todavía le pertenecía, en particular el enorme escritorio y el ostentoso sillón".
Eso le dio a Bill una idea. Le propuso que la fundación le compraría los muebles en 200 dóalres, si Hank endosaba sus acciones de Work
Publishing. Después de insistir algunas veces, por útimo Hank consintió y firmó los papeles necearios.
Pero resintió que Bill lo persuadiera de endosar sus acciones. Para empeorar las cosas, no fue mcuho tiempo despue?s de este encuentro cuando a Bill se le conceidó un derecho de autor sobre el libro, similar al que ya se ha?bia votado para el Dr. Bob. En tanto que el derecho de autor, al principio fue muy modesto, finalmente lle?go a ser importante y tanto a Bill como a Lois les proporcionó un ingreso para toda la vida.
El hijo de Hank dijo que éste sintió que se le había tratado injustamente y que pensó que Bill había hecho un trato con la fundación, que lo excluía de cualqueir futura participación en las utilidades del libro. Lo que nubla todo el asunto es el hecho de que, al beber, Hank habái puesto un muro entre él y muchos de los miembros, que finalmetne apoyaron los derechos de autor para Bill.
En la primavera de 1940 llegó una sucesión de acontecimietnos que fue desconcertante para tods. En mayo, en la priemra ruptura de anoniamto a nivel nacional, Rollie H., cátcher de los Indios de Cleveland (acababa de recibirle a Bob Feller un juego que lanzó sin hit), reveló que ha?bia estado sobrio en A.A. durante un año. La historia, cuando lo rompió, fue presentada en las páginas deprotivas de los epriódicos de E.U.A: A causa de que sus borracheras eran un asunto del dominio público (se le llamaba Rollie el Alegrón) y casi habían arruinado su carrera, su sobriedad fue una gran noticia.
Cuando apareció la historia completa, con nombres y fotogra?fias, le proporcionó a Alcohólicos Anónimos el primer reto a nivel nacional, a su todavía en evolución, principio del anonimaot, que surgía lentamente. A Bill se le presentó un profunod dilema: ¿Qué actitud debería asumir?
El dilema era en particular profundo porque la publicidad resultante atrajo muchos, muchísimos, a la Fraternidad y también le dio la exposición pública que necesitaba. Tener en las filas de A.A. una figura nacional como Rollie H. y que éste la alabara públicamente, fue un rechazo publicitario tremendo; sin embargo , no estaba en contradicción directa con los principios de la Fraternidad.
Lo que sigue a continaución es la versión de Bill de lo que sucedió: "Hace años, un notable jugador de beisbol dejó de beber mediante A.A. A causa de que su regreso fue tan espectacular, obtuvo una tremenda ovación peronsal en la prensa y Alcohólicos Anónimos obtuvo gran parte del crédito. su nombre completo y sus fotografías, como un miembro de A.A., fueron vistas por millones de aficionados. Temporalmente, eso no s hizo mucho bein porque los alcohólicos llegaron por bandadas; esto nos encantó. Fue en especial emocionante porque me dio ideas.
Pronto estaba en marcha, manejando felizmente entrevistas y fotograías personales. Para mi deleite, me di cuenta de que yo podía aparecer en
las primeras páginas, tal como él había podido; además, él no podía seguir el paso de su publicidad, mientras que yo sí podía; sólo necesitaba seguir viajando y hablar; los grupos locales de A.A. y la prensa hacían el resto. Me asombré cuando recientemetne miré esos viejos recortes de periódico. Durante dos o tres años supongo que fui el rompedor número uno del anonimato de A.A. . . .
En esa e?poca, pare?cia que era lo que había de hacerse. sintiéndome justificado, me lo tragué. Qué impacto tuve cuando leí esos desplegados a dos columnas acerca de 'Bill el Agente de Bosa', con el nombre ocmpleto y la fotografía, ¡el individuo que estaba salvando borrahcos por milalres!".
Sin ebmargo, otras fuentes indicaron que Bill viajó poco en esa época. El diario de Lois de 1940 muestra que, con excepción de un viaje a Washington y Baltimore en abril, permaneció dentro del área Nueva York-New Jersey.
La explicación de la discrepacncia en estas hitorias, puede residir en Bill mismo; si esto es a?si, revela una faceta atractiva, importante, de la personalidad de Bill.
Cuando narró esta hisotira achacándosela a sí mismo lo hizo en sentido figurado, en metáfora, en vez de relatar los acontecimientos como en realidad sucedieron. en ese tiempo no lle?go a ser "el rompedor núemro uno del anonimato de A.A."; los que hizo llegaron dos añós después, no precisamente a continuación de la publicidad de Rollie H., en mayo de 1940; pero es probable que Bill nunca dejara pasar por alto la oportunidad de decir una pa?rabola cuando pensaba que podría hacer algún bien, y nunca temió utilizarse a sí mismo como un ejemplo negativo (algo que nunca haría con nin?gun otro), cuando podía insistir en un principio o destacarlo, no siendo nunca reacio a ampliar un hecho por el bien del énfasis. Lo más probable es que combinara estos dos incidentes - la ruptura del anonimato de Rollie H. y posteriormente la suya - para ilustrar cómo las emociones humana sdes preciables, tales como la competividad y la envidia, pueden ser disfrazadas como motivos de altruismo y de deseo por el mayor bien. También pudo haber estado tentado a hacer lo que manifestó haber hecho; la ruptura del anonimato de Rollie pudo haber levantado los viejos sentimientos de competencia y envidia de Bill; pero la verdad es que no actuó de aucerdo a esos sentimientos.
Se podría escribir un libro entero acerca del perído 1939-1941, cuando A.A. estuvo en los años que formaron su carácter. Un suceso importante en 1940 fue la adquisición por la Fraternidad de un centro para las juntas, el primero que fue de ella: La Casa Club de la Calle 24.
Los miembros de Nueva York, cada vez estaban más inquietos y descontentos con todos los cambios de lugar para sus juntas. En febrero de 1940, Bert T. (el del establecimietno de sastrería) y Horace C. (en
cuyo chalet de Green Pond, Bill y Lois se hospedaban con frecuencia) descubrieron y garantizaron la renta de un apequeña y extraordinaria construcción en el 334 ?, de la Calle 24 Oeste.
Del diario de Lois, el 11 de junio de 1940: "Solía ser una caballeriza, así que está ubicado atrás respecto a la línea de la calle y se entra por un pasillo cubierto que tiene una perta a la calle. Llegó a ser el Club de Ilustradores, a?si que es muy atractivo. En el piso de abajo hay un gran salón, con chimenea y sus paredes revestidas de pino nudoso, y la cocina. En el de arriba hay otro salón grande con tragaluces, y dos dormitorios pequeños y dos baños. La renta es de 75 dólares al mes, que con el gas, la luz y los extras es probable que llegue a 100 dólres".
Otro putno de vista subraya el ambiente de vida en la Casa club de la Calle 24. "Era como Clinton Street en 1935, sólo que más que eso. Siempre había visitantes, gente que en su coche venía desde Westchester o Connecticut, revueltos con alcohólicso de las ciudades peerdidas, que venían del Ejército de Salvación, situado calle abajo, o gente de fuera de la ciudad, lejos de la seguiredad de us sgrupos, que en ésta necesitaban la que les proporcionaba este loco y sólido oasis. Probablemente eran hombres y mujeres de todos los peldaños de [la] escala social, que es concebible que nunca ha?bian bebido juntos, nunca hyubieran ido a los mismos bares y que, a pesar de todo estaban en un salón, ayudándose el uno al otro a mantenerse sobrios. A cualquier hora en que Bill legaba por ahí, había la sensación de ser una junta: En cierto sentido todos eran miembros de un club exclusivo y sólo ellos comprendían qué derechos habáin tenido que pagar para estar ahí".
El 4 de noviembre de 1940, Bill y Lois se mudaron a uno de los dormitorios de arriba de la Casa Club. A esta habitaicón le llamarían su hogar durante los cinco meses siguientes. Lois, con la combinaicón acostumbrada de su domesticidad, inventiva y copacidad para hacer "limonada sin limones", aumentó el tmaño aparente del pequeño cuarto quitando todos los estantges innecesrios, pintando las paredes de blanco con detalles en rojo. Se confeccinó un tocador con una caja de naranjas vacía.
A donde quiera que se cambiaban Bill y Lois, ella mejoraba su ambiente a base de imaginación. También tenía talento para mejorar la ropa: rehabiéndola, poniéndola a la moda, tiñéndola y cosiéndole un adorno para hacer más atractiva o que quedara mejor. En aquellos años de extrema necesidad de los Wilson, con frecuencia la gente le daba ropa, que ella adaptaba hasta que les quedaba bien y de acuerdo a la moda. Algunos apuntes caractrísticos de su diario de ese perídodo:
"Hice un sombrero que fuera ocn mi vestiod beige, usando plumas de faisán que me dio Ken . . . Remendé y puse un bolsillo en unos pantalone para Tom . . . Intenté arreglar el cuello de piel de uno de los abrios negos que me dieron . . . Terminé de bordar la smedias para Muriel. Cosí para
Barb despues de la comida . . . Hice un sombrero que fueera con mi vestido azul marino; lo usé . . . Compre algunas cosas en Macy's, luego regresé a casa e hice una falda para Ruth J. para que se la lleve a Florida si se va el próximo fin lde semana . . . Rehice un abrigo de seda y después intenté teñirlo . . . Tuve que tenir otra vez mi abrigo . . . Francis C. le dio un traje a Bill".
Para Bil estos furon días atormentadores; aumentarían sus esperanzas sólo para ser degraudadas. Todavía no tenía su propio hogar; no tenía trabajo; el Libro Grnade no se vendía; A.A. no estaba obteniendo la amplia publicidad que necesitaba con desesperación; los de Rockefeller no daban señales de vida; Hank estaba bebiendo. Bill estaba frustrado, impaciente, inquieto, insatisfechoy deprimido. Incluso, algunos lo describen como atravesando por una borrachera seca; en otras palabras, tenía todos los síntomas de estar borracho, excepto el alcohol.
Lo que sucedió a continaución fue inesperado e imprevisto; si a Bill se le hubiera pregntado qué lo pdría haber hecho sentirse mejor, difícilmente se le hubiera ocurrido el nombre del regalo que le llegó, aparentemetne por casualidad.
En una noche fría y lluviosa de finales de 1940, en lo profundo del invierono del descontento de Bill. "Estaba en nuestro pequeño club de Nueva York, el primero que haya abierto sus peurtas. Me encotnraba arriba recostado y solo, excepto por la compañía del viejo Tom M., que hacía el café abajo. Lois estaba afuera en algún lugar y yo estaba sufriendo un ataque imaginario de úlcera, de los cuáles solía tener muchos; sentía lástima de mí mismo. Era una noche más bine dura, afuera caía aguanieve y el viejo Tom, un irlandés muy rudo, llegó arriba y dijo: 'Bill, odio molestarte, pero aquí está un vagabundo de San Luis'.
El padre Edward Dowling se presentó saliendo de la lluvia una noche, iniciando un "apadrinamiento espiritual" que duró 20 años.
Bueno, eran las diez de la noche y le dije: 'Ah, no, ¡otro ma?s no! Bueno, házlo pasar'. Así fue que escuché un subir doloroso por las escaleras y me dije: 'éste realmente viene mal'. finalmente se paró en la puerta de mi pequeño dormitorio un personaje lisiado, con un abriog que le tapaba todo el cuerpo, recargado en un bastón. Se dobló el cuello y entonce svi lo que era un clérigo.
Manifestó: 'Soy el Padre Dowling de San Luis; pertenezco a los jesuiras de ahí y he estado mirando este libro "Alcohólicos Anónimos".
Así empezó una conversación que druó 20 años. el padre Dowling, el jesuita lisiado de san Luis y editor de: "La Obra de la Reina", una publicación católica, afirmó que estaba fascinado por los paralelos, que había descubierto entre los Doce Pasos de Alcohólicos Anónimos y los Ejercicios de San Ignacio, la disciplina espiritual de su orden jesuita.
Cuando confesó que no sabía nada de los Ejercicios de San Ignacio, el Padre Dowling pareció encantado y esto confortó a Bill.
"Hablemos acerca de muchas cosas y mi espíritu continuó en alza y, poco despues, empecé a darme cuenta de que este hombre irradiaba una gracia que llenaba el cuarto con un sentido de presencia". (Bill había utilizado el mismo término, "sentido de presencia", para describir el ambiente de la Catedral de Winchestar)'.
Esa noche, el Padre Ed estuvo compartiendo con Bill una comprensión espiritual que entonces y despue?s siempre pareció referirse a la condición de Bill. Este, el autor del Quinto Paso, porsteriormente caracterizaría a esa noche como aquélla en que practicó su Quinto Paso y, también,como una "segunda experiencia de conversión". Se descargó de todos sus pecados y omisiones, de todo lo que yacía pesadamente en su mente y de lo que, hasta entonces, no había encontrado la forma de hablar. Esta comunicación extraordinaria, esta apertura en el compartimiento, iba a ser vital para Bill. El "apadrinameitno espiritual" del Padre Ed duraría, crecería y sería fomentado por correspondencia y una profunda amistad que duraría los dos siguientes decenios. Los asuntos de este intercambio, auqneu entremezclados con asuntos de "negocios" de la Fraternidad - el Padre Ed fue uno de los más sólidos apoyos y el responsable de la fundaicón de A.A. en San Luis - siempre fueron cuestiones que Bill continuó considerando toda su vida, sobre la fe y la carencia de ella, acerca de la iglesia y de su papel en los ausntos humanos.
Esa noche Bill "habló de sus grandes esperanzas ypalnes; también respecto a su ira, desesperación y frustraciones en aumetno. El jesuita escuchó y citó a Mateo; 'Benditos sen alos que padezcan hambre y sed'. Señaló que la elección de dios siempre se distinguía por los anhelos, la intranquilidad y la sed de quien había sido elegido.
Con dolor, Bill preguntó si nunca hab?ria alguna satisfacción. El sacerdote casi le da una cachetada; 'Nunca. Nunca, ninguna'. Continuó en un tono amable, describiendo como 'insatisfación divinoa' aquello que haría que Wilson continuara hacia delante, siempre tratando de alcanzar metas inconseguibles, sólo que por ese inento conseguiría las metas de Dios, ocultas para él. Esta aceptaicón de que su insatisfacción, que si misma 'sed', podrían ser divinas, fue uno de los grandes regalos de Dowling para Bill Wilson y mediante él, para Alcohólicos Anónimos".
Hank que murió en Pennigton, Nueva Jersey en 1954, tuvo poca relaicón con A.A. durante varios años. El regresó al programa después por poco tiempo, y se volvió a casar con Kathleen. Después de un par de fracasos matrimoniales. Lois atribuye su muerte a la bebida y manifestó el desacuerdo con Bill, lo cual impedía su regreso a la comunidad.
De acuerdo a "Dr. Bob y los Buenos Veteranos", "cuando Akron dejó el Grupo Oxford Rollie permaneció con T. Henrry [Williams] por un timepo.
Así, cuando la historia de su alcoholismo se inicia en 1940, el crédito de su recuperaicón lo tneía el Grupo Oxford. en ese tiempo, sin embargo, Rollie rompió su silencio y reconoció que su sobriedad era gracias a Alcohólicos Anónimos.

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