sábado, 24 de abril de 2010

Capítulo Nueve

Cuando Bill regresó a la Ciudad de Nueva York, el lunes 26 de agosto de 1935, tenía dos preocupaciones inmediatas. Tan presionante como era su necesidad de encontrar para él una posición ventajosa en los negocios, era igualmente urgente su necesidad de hacer algo acerca del alcoholismo.
Clint F., quien antes había sido su compañero de bebida y lo había presentado a Joe Hirshhorn, encontró a Bill en una oficina de agentes de acciones poco después de su regreso y Bill le contó acerca de la pelea de procuración. "Yo no estaba interesado en sus asuntos económicos", dijo Clint, "pero hubo algo que sí me interesó mucho y lo escuché con mucha atención. Manifestó que no había tomado un trago de licor desde hacía varios meses y de verdad que así lo parecía. Le faltaba la impresión de lejanía del viejo juez de circuito; de hecho, su expresión era más bien benévola, como si le hubiera llegado una cierta clase de asentamiento personal. Dijo que él y un doctor amigo de Akron creían haber encontrado una respuesta a uno de los problemas más desconcertantes de la sociedad: el borracho crónico, el alcohólico; afirmó que habían aprendido a ayudarse uno al otro, de una manera que no prohibía, sino que más bien alimentaba el deseo de beber. También hablo algo sobre la ayuda de un poder más grande".
Clint, que había estado a punto de invitar a Bill a tomarse un par de tragos, se encontró pendiente de cada una de las palabras de Bill. "Sólo es de un día a la vez", expresó Bill, "y no es una batalla contra el licor, ésta se acabó". Clint quería oír más, pero Bill se estaba impacientando; tenía una cita en un hospital de la parte alta de la ciudad.
"Yo estaba intentando prolongar la conversación, porque en los últimos tiempos me estaba sintiendo terriblemente solo, y aquí estaba un Bill que no había conocido antes", dijo Clint, "de manera que me agarré a él débilmente. Lo perseguí hasta el elevador y le pregunté qué hacía en el hospital".
Bill respondió: "Bueno, Clint, estamos en la línea de fuego con los borrachos. Voy a ver a los peores casos que tienen y hablarles acerca de mí mismo; es maravilloso ver que aunque sea uno responde". Clint estaba consciente de su propio problema con la bebida; recordó que, después que se cerró la puerta del elevador, se dio cuenta de que quería ir con Bill. (Tuvieron que pasar otros 13 años para que Clint "fuera con Bill"; llegó a Alcohólicos Anónimos en 1948).
Por supuesto, el hospital era el Towns y ahí Bill encontró a Hank P., un pelirrojo lleno de energía, cuya manera de beber le había costado un puesto ejecutivo en una de las principales compañías petroleras. Un promotor incansable, Hank fue el primero de los borrachos con los que Bill trabajó en Nueva York, que permaneció sin beber durante un buen tiempo. (Hank es "El Incrédulo" de la primera edición del Libro Grande).
En el Towns, Bill también encontró a Fitz M. ("Nuestro Amigo Sureño", del Libro Grande), que residía en Cumberstone, Maryland. Hijo de un ministro, Fitz estaba bebiendo cuando fue internado, por un sentimiento de inferioridad, incompetencia e indignidad y, cuando lo abrumaron las necesidades de otros en su familia: como sus enfermedades, nacimientos y traumas. Lois describió a Fitz como un "soñador adorable y poco práctico". El y los Wilson pronto fueron devotos amigos.
Clinton Street 182, en Brooklyn Heights, hogar y lugar de reunión para los alcohólicos de Nueva York que estaban en A.A. en los días en que se formó ésta
Bill tenía muchas de las cualidades de Hank y, sin duda, admiraba la agresividad y la condición atlética del mismo; sin embargo, Bill también tenía un lado intelectual, erudito que le daba un campo común con Fitz. A Bill le interesaban las ideas nuevas y también era un soñador.
Pero Bill y el Dr. Bob eran capaces de formar íntimos amigos con cualquier clase de personas; el enlace común era el alcoholismo y la propia gran gratitud por su sobriedad. Fue evidente que Bill reconoció esto cuando escribió para la Fraternidad: "Somos gente que en circunstancias normales no nos mezclaríamos. Pero existe entre nosotros un compañerismo, una amistad y una comprensión indescriptiblemente maravillosa. Somos como los pasajeros de una gran embarcación recién saldados de un naufragio, cuando la camaradería, la democracia y la alegría prevalecen en el barco desde las bodegas hasta la mesa del capitán; pero, a diferencia del sentir de los pasajeros del barco, nuestra alegría por haber escapado del desastre no decrece al ir cada cual por su lado. La sensación de haber participado en un peligro común es uno de los poderosos elementos que nos unen".
Muchos alcohólicos, borrachos y abstemios, se reunían en la sala de Clinton Street para ser amados en la sobriedad.
Esta "alegría por escapar del desastre", dio a la Fraternidad inicial un ambiente casi de euforia. Al buscar la metáfora para describir esta sensación, es probable que Bill recordara su experiencia durante la Primera Guerra Mundial, a bordo del Lancashire.
A partir del otoño de 1935, Bill y Lois empezaron a efectuar juntas semanales los martes por la noche, en su hogar, en Clinton Street. Hank P. y su esposa Kathleen iban desde Teaneck, New Jersey; Fitz M. iba con frecuencia desde Maryland y según Lois, también asistía algunas veces Shep C., su amigo de Vermont. Todavía estaban trabajando con Freddie B., el profesor de química; otros que mencionó Lois, de los que asistían, fueron Brooke B., de la Misión del Calvario, Bill R. y su esposa, no alcohólica, Kathleen, Ernest M., Jerb D. y su esposa Margaret, desde New Jersey y, por supuesto, Ebby, Alec y los demás que vivían en la casa de los Wilson.
La práctica de abrir el propio hogar, convirtiéndolo en una especia de "casa de medio tratamiento", ya la habían iniciado en Akron el Dr. Bob y Anne Smith, que a lo largo de los años continuarían amparando a los hombres sin hogar.
Ahora, siguiendo la guía establecida por sus amigos de Akron, Bill y Lois convirtieron su propio domicilio en un albergue similar. Estos también tenían una teoría de que los alcohólicos sentían que no eran amados y,
por tanto, ellos, los Wilson, los amarían en la sobriedad. Bill y Lois ocuparon el apartamento del segundo piso, que había sido remodelado por el Dr. Burnham para su esposa cuando estuvo enferma; el resto de la casa, lo pusieron a disposición de los alcohólicos que "se estaban recuperando".
Aunque Lois hacía la mayor parte del trabajo de la casa y la cocina - además de ir a su trabajo de tiempo completo en Loeser's - aparentemente ninguno de los dos lo consideró injusto: Russ R., que recibió su hospitalidad durante más de un año, lo describió de ésta manera:
"Todos nosotros vivimos en Clinton Street sin pagar renta, con alimentos gratuitos, todo de balde, y Lois estaba haciendo todo el trabajo. Durante el día se iba a trabajar en una tienda de departamento y cocinaba para nosotros y nos proporcionaba todo el dinero que había en la casa entera".
Russ recordó a algunos de los otros "huéspedes" de ese tiempo, entre ellos Wes W., que vivían en el sótano. Alguna vez Wes había disfrutado de las mejores cosas de la vida y había viajado por el mundo. Tenía una anécdota llena de colorido acerca de que se había lanzado a la alberca de un hotel muy exclusivo, causando que los demás huéspedes huyeran disgustados.
Wes nunca perdió su paladar por el tratamiento de primera clase. Una mañana, cuando Lois hizo hot cakes para todos los que vivían en la casa, Wes llegó tarde de su dormitorio en el sótano y sólo quedaban unos pocos. Herido y ofendido, cuando Lois se rehusó a hacer más, se levantó, arrojó su servilleta y salió ruidosamente de la casa, jurando que nunca volvería. En realidad, sólo fue tan lejos como se encontraba un restaurante Childs, ¡por más hot cackes!.
La última vez que Russ lo vio, Wes se estaba muriendo de cáncer en Bellevue. Le pidió a Russ que le llevara una botella de escocés, "no de cualquier marca, quiero Walker". Luego añadió: "No cualquier Johnnie Walker, que sea Etiqueta Negra". Pero cuando Russ regresó al día siguiente con la botella de Johnnie Walker Etiqueta Negra, Wes había muerto. El Dr. Silkworth mandó un "prospecto, ligeramente intoxicado". Después de pasar la noche en Clinton Street, a la mañana siguiente tenía unas náuseas horribles. Posteriormente, Lois encontró una botella de whisky vacía en la cocina; el día anterior, la misma botella, que había sido un regalo de Navidad para los Wilson, había estado llena de miel de maple de Vermont. Al reconstruir lo que había sucedido, Lois se dio cuenta que su invitado se la debió haber tomado sin respirar, antes de enterarse de qué era lo que estaba pasando por su garganta.
Bill C. fue "huésped" de los Wilson durante casi un año. Era abogado y jugador profesional de Bridge; o sea, durante el día un respetable
abogado y un jugador durante la noche. Debido a su programación diurna y nocturna, rara vez lo veían los Wilson.
Permaneció solo en la casa durante el verano de 1936, cuando los Wilson fueron a visitar a Fitz y compañía en Maryland. Bill Wilson regresó antes a casa y al momento en que abrió la puerta principal, olió a gas. Corriendo escaleras arriba, encontró el cuerpo de Bill C., que se había suicidado, dejando correr el gas de la cocina por una de las tuberías que puso en su boca. En apariencia, había estado tirado ahí durante varios días. Pasaron algunos meses antes de que Bill y Lois se dieran cuenta de que Bill C. había estado vendiendo su ropa, que había estado colgada en un ropero del vestíbulo cerca de su habitación. Entre las cosas faltantes, estaban un traje de vestir y el de etiqueta de Bill; Lois perdió vestidos de noche y una bufanda de terciopelo. con su aptitud característica para las exageraciones, Bill dijo que Bill C. "vendió todas las puntades de la ropa que había en la casa y por el remordimiento abrió la llave del gas".
Finalmente, tanto Bill como el Dr. Bob, empezaron a dudar de la sabiduría de permitir que los alcohólicos en recuperación vivieran en sus hogares durante periodos extensos. Bill se refirió a este suicidio como un ejemplo literal de ""atar a la gente con bondad"" Russ, el hombre que le llevó el escocés a Wes y que él mismo no logró estar sin beber de una manera permanente, sino hasta 1949, dijo que no podía recordar que alguno de los hombres llegara a estar sobrio, cuando él estuvo viviendo con los Wilson.
En tanto que Lois, posteriormente, también admitió que su tasa de éxito fue baja durante el período 1935-36, en Clinton Street, hizo notar que muchos de los alcohólicos con los que Bill trabajó durante esa época, después se recuperaron. En otras palabras, manifestó Lois, se habían plantado las semillas de la sobriedad y arraigaron lentamente.
El Libro Grande, cuando fue publicado tres años después, sugirió precaución y prudencia para ofrecer hospitalidad a un alcohólico: "Estén seguros de que será bien recibido por su familia y que no esté intentando abusar de su dinero, contactos o albergue; permítanle eso y sólo lo dañarían, ya que le estarán haciendo posible el que no sea sincero. Pueden estar ayudando a su destrucción en vez de su recuperación . . . Rara vez permitimos que un alcohólico viva en nuestros hogares durante mucho tiempo; no es bueno para él, y algunas veces crea complicaciones serias en una familia".
Bill y Lois habían permitido que algunos de los hombres vivieran con ellos tanto tiempo como un año; aparentemente dejaron la práctica cuando se dieron cuenta de que era de muy poca ayuda para que, en realidad, los hombres permanecieran sin beber. Con frecuencia, Bill era demasiado optimista respecto al trabajo que estaba haciendo. De la ingenuidad de Bill en este primero y quizás segundo año de su sobriedad, apuntó Russ: "Con una hora de plática intentaba que la gente dejara de tomar. Los llevaba a un cuarto, discutía con ellos, les exponía
sus teorías y salía radiante diciendo: 'Ahí hay un hombre que nunca volverá a tomar otro trago, te lo apuesto'.
En aquellos días, los argumentos de Bill no siempre eran congruentes. era muy egoísta y la mayor parte de nosotros lo fuimos, pero lo era tan tenazmente que, si quería algo, lo creía cierto, y empezaba con una conclusión. Si pensaba, 'este hombre va a dejar de beber', suponía que el hombre iba en camino de estar sobrio; comenzaba con una falsa premisa y, con lógica, trabajaba paso por paso para llegar a la conclusión inicial". En tanto que Bill era bastante más listo que la mayoría de la gente, dijo Russ, se perdía en el camino cuando quería algo con mucho empeño; llegaba a estar dispuesto a "doblar las cosas un poco". Vivía el muchacho que había tenido la determinación de hacer un Búmerang; Bill continuaba yendo tras lo que quería con la misma mentalidad de tener un solo objetivo. "Sin embargo", concluyó Russ, "si no hubiera sido así, no existiría A.A.".
Lois no se quejaba por la carga de trabajo que había caído sobre ella. (Posteriormente explicaría su enorme capacidad para el trabajo arduo diciendo que su padre había sido un "verdadero conductor de esclavos"). Pero, su actitud hacia la nueva vida de Bill, de cierta manera era más ambivalente, como indica su descripción:
"Los meses siguientes fueron una época feliz para Bill. Tenía la compañía de sus amigos alcohólicos, la inspiración espiritual del Grupo Oxford y la satisfacción de ser útil a aquellos con los que trabajaba".
Por mi parte, no me dejaba a mí misma percibir que yo no era tan feliz, como debía haber sido después de todos mis sueños de que llegara a ser un hecho la sobriedad de Bill. Aunque continuaron mi alegría y fe en su renacimiento, extrañaba nuestra mutua compañía, ya que ahora rara vez estábamos juntos, a solas. No había tiempo para paseos al campo los fines de semana, debido a que Bill estaba ocupado con sus alcohólicos, atendiendo un pequeño negocio que Hank P. y él habían empezado en New Jersey y haciendo investigaciones ocasionales . . . Sentí que me dejaba a un lado y no me necesitaba.
Pero, íbamos con regularidad a las reuniones del Grupo Oxford, adonde lo acompañaba por su propio bien, porque eso era lo que debía hacer una devota esposa, no porque yo necesitara las reuniones.
Sentí que ya tenía el conocimiento y la disciplina que estaban buscando esos individuos bondadosos . . .
Los impulsos de poder de Bill no eran nada para la sutil seguridad que tenía en mí misma . . . Incluso, después del despertar espiritual de Bill, no se me ocurrió que yo necesitara cambiar . . .
Un domingo, Bill me dijo despreocupadamente: "Tenemos que apresurarnos o llegaremos tarde a la reunión del Grupo Oxford".
Yo tenía un zapato en la mano y antes de que me diera cuenta de lo que sucedía, se lo había lanzado diciéndole: ¡Que se vayan al demonio tus anticuadas reuniones! . . .
Ese día, por primera vez, empecé a mirarme analíticamente. Hasta entonces, me había sentido segura de mí misma; ya que amaba a Bill y quería ayudarlo, sentía que tenía que estar en lo correcto . . .
Gradualmente, se fue aclarando la verdadera imagen . . . Después de que Bill dejó de beber, fue un gran golpe para mí darme cuenta de que Bill ya no me necesitaba como antes . . . Poco a poco me fui dando cuenta de que era a causa de que yo no había sido capaz de "curar" a Bill de su alcoholismo, y resentí la realidad de que alguien más lo hubiera hecho, así que tenía celos de sus recientes amigos: Lentamente, vi que mi ego se había estado alimentando durante los años en que Bill bebió, por las papeles importantes que tuve que llenar: madre, enfermera, la que ganaba el pan y tomaba las decisiones . . . También, mi ego se había reforzado por mi capacidad para mantenernos a ambos, aunque escasamente, y para tomar las decisiones familiares que Bill era incapaz de hacer . . .
También vi que me creía muy virtuosa y era muy pagada de mí misma, al creer que estaba haciendo por Bill lo que ninguna esposa podía hacer. He llegado a creer que la seguridad en mi virtud es uno de los peores pecados . . . es inconquistable. Ningún rayo de luz puede atravesar su coraza; conserva apartadas a sus víctimas, muy lejos de los demás.
Lois y Bill fueron a las reuniones del Grupo Oxford, desde finales de 1934 hasta 1937 aproximadamente. También fueron a un buen número de "fiestas caseras" del Grupo Oxford durante esos años; a partir de 1935. Hank Fitz se les unía con frecuencia.
Se empezó a desarrollar tensión en la Iglesia del Calvario entre el grupo principal y la esforzada banda de alcohólicos de Bill. Los líderes del Grupo Oxford resentían el hecho de que Bill estuviera efectuando juntas por separado para los alcohólicos en Clinton Street. Criticaban su trabajo con los alcohólicos calificándolo de "restringido y divisorio", por otra parte, los alcohólicos sentían que necesitaban estas juntas especiales, porque muchos de los miembros no alcohólicos del Grupo Oxford no los comprendían.
Jack Smith, uno de los ayudantes de Sam Shoemaker, no aprobaba el trabajo de Bill y, por último, lo expuso así abiertamente. En una plática informal en la reunión del Grupo Oxford del domingo, se refirió a las juntas especiales, que "se efectuaban subrepticiamente detrás del cobertizo de la Sra. Jones". El ambiente del Grupo Oxford "se enfrió ligeramente" para los Wilson.
Cerca del final de 1935, a los alcohólicos que vivían en la Misión del Calvario se les dieron instrucciones de que no asistieran a las juntas de
Clinton Street. "Esto no sólo nos lastimó, sino que nos sentimos decepcionados del liderato del grupo", recordó Lois.
A pesar de la crítica y el rechazo, Lois y Bill no se desilusionaron de inmediato del Grupo Oxford de sus principios, de los cuales Bill se apropió gratuitamente.
Lois describió las "fiestas caseras" de fin de semana del Grupo Oxford a las que asistieron como: "una mezcla de convención y retiro.
Llegaba gente de lejos y de cerca para estar reunidos con el fin de adorar, meditar, para pedir guía a Dios y, al hacerlo juntos, ganar fortaleza. Por lo general, dos o tres personas muy conocidas conducían las reuniones, inspirándonos al resto para hacer lo que ellos habían hecho".
Bill asistió por primera vez a una de esas fiestas caseras en Richmond, Virginia, en diciembre de 1935; al siguiente año Lois y él fueron a otras, en Stockbrige, Massachusetts, Los Poconos de Pennsylvania y en West Point, Nueva York. conocieron a Frank Buchman, el fundador del Grupo Oxford, pero nunca llegaron a intimar con él. Cuando, posteriormente, se le preguntó a Bill si había conocido a Buchman, sólo contestó "nos saludamos de mano".
En junio de 1936, cuando el Grupo Oxford estaba en la cúspide de su popularidad como un movimiento inspiracional, 10,000 personas se congregaron en los Berkshires para asistir a la reunión de Stockbrige. Del suceso de diez días de duración informó la edición de octubre de Good Housekeeping, en un artículo titulado: "El Grupo Oxford reta a los Estados Unidos".
Good Housekeeping lo describió así: "En el Grupo Oxford no se da ningún comprobante de ser miembro, no se pagan cuotas ni los líderes cobran, no es una religión nueva ni expone teorías teológicas, incluso no tiene reuniones de una manera regular. Meramente es una fraternidad de individuos que buscan seguir una cierta forma de vida; según dicen, es una determinación, no una denominación. Sigue los principios cristianos del primer siglo, aplicados al siglo XX. Con él se identifican los católicos, episcopales, metodistas presbiterianos, bautistas . . . miembros de todas las iglesias y de ninguna.
'No es una religión', dice u fundador, 'sino una revitalización de esa religión, que el individuo puede haber permitido que degenere' ".
Durante el decenio de los 1930, la práctica del Grupo Oxford de "dar testimonio", estaba ayudando a los alcohólicos en todo el país. El movimiento había proliferado en todos los Estados Unidos: en el sur, en las virginias, en California, en todo el medio oeste e igualmente en Canadá; en cada uno de esos lugares había alcohólicos que buscaban la sobriedad.
Es posible que los miembros alcohólicos de esos grupos finalmente llegaran a Alcohólicos Anónimos. Con toda probabilidad, el Grupo Oxford atrajo alcohólicos sencillamente porque acudía gente que tenía problemas.
El año de la gran reunión de Berkshire, 1936, también fue de dificultades para el Grupo Oxford. En agosto, el World-Telegram de Nueva York, publicó un artículo acerca de Buchman, en el que se le acusaba de haber sido pronazi. El período citaba que Buchman había expresado: "Doy gracias al cielo por un hombre como Adolfo Hitler, que construyó una línea frontal de defensa contra el Anticristo del comunismo. Pienso en lo que significaría para el mundo si Hitler se rindiera a dios; mediante un hombre así, Dios podría controlar a una nación y resolver todos los problemas, ya que los problemas humanos no son económicos, sino morales y no se pueden resolver por medio de medidas inmorales".
En tanto que la mayor parte de las exposiciones del incidente, incluso de los críticos de Buchman, a partir de entonces lo han vindicado, el artículo llevó al grupo a una controversia pública.
Al mismo tiempo, tuvo lugar un cambio sutil, tanto en el mensaje como en la función del Grupo Oxford. Cambió de pequeños íntimos, a grandes reuniones. En 1938, después de que la Universidad de Oxford exigió que, debido a la controversia, el grupo ya no utilizara su nombre, tomó la denominación de Rearmamiento Moral; abreviado: M.R.A. "Cada vez más se funcionaba mediante asambleas nacionales y mundiales. Se salió del movimiento un buen número de los primeros seguidores, insatisfechos con el cambio del énfasis individual a los métodos masivos.
Hubo varias razones para que Bill saliera del Grupo Oxford en 1937: tenía una convicción creciente de que los alcohólicos necesitaban trabajar con los de su propia clase, un punto de vista que continuó teniendo durante el resto de su vida. el mismo había recibido la ayuda de los servicios de un "pequeño grupo íntimo" del Grupo Oxford, un concepto que estaban a punto de abandonar. En Akron, en donde el Dr. Bob y los demás permanecieron en el Grupo Oxford hasta 1939, la intimidad del pequeño grupo continuó en el hogar de T. Henry Williams.
Debido a que, con frecuencia, las razones de Bill eran mal interpretadas, posteriormente escribió cartas y artículos para indicar la escisión. Una de sus declaraciones más extensas de la situación la hizo en una carta fechada el 30 de octubre de 1940 a un miembro de Richmond, Virginia:
"Siempre me agrada decir en privado que algunas de las presentaciones y el énfasis del Grupo Oxford sobre el mensaje cristiano salvaron mi vida. No obstante, también es cierto que otras actitudes del G.O. casi me llevaron a beber otra vez y, desde hace mucho, descubrimos que, si pretendíamos acercarnos con éxito a los alcohólicos, estas (actitudes) deberían abandonarse. al ser la recuperación un asunto de vida o
muerte para los alcohólicos, llegó a ser una cuestión de adoptar las que funcionaban y rechazar aquellas que no lo hacían.
Por ejemplo:
1.- El principio del evangelismo agresivo tan prominente como una actitud del Grupo Oxford, tuvo que dejarse a un lado con objeto de obtener algún resultado con los alcohólicos. La experiencia mostró que este principio, que pudo haber sido absolutamente vital para el éxito del Grupo Oxford, rara vez tocaría a los neuróticos de nuestro matiz.
2.- Se encontró que era mala la publicidad o prominencia personal excesiva en el trabajo. Los alcohólicos que hablaban demasiado en tribunas públicas era probable que llegaran a inflarse y a beber de nuevo. Nuestro principio del anonimato, en tanto concierne al público en general, corrige hasta cierto punto esta dificultad.
3.- Los principios de honestidad, pureza, desinterés y amor, equivalen a una meta para los miembros de A.A. y los practican tanto ellos como otros grupos de gente; sin embargo, encontramos que, cuando se ponía la palabra "absoluto" calificando a estos atributos se iban por centenares o les daba una inflación espiritual temporal que resultaba en un derrumbe.
4.- Se descubrió que había que dejar todas las formas de coerción, tanto las directas como las indirectas. Encontramos que, con frecuencia, resultaba en críticas la "comprobación" en manos de aficionados y que eso llevaba al resentimiento, que probablemente es el problema más serio que molesta al alcohólico común.
5.- En tanto que la mayor parte de nosotros creemos profundamente en el principio de la 'guía', pronto fue aparente que para recibirla con certeza, se necesitaba una considerable preparación espiritual.
6.- Nos dimos cuenta de que se tenía que poner mucho más énfasis en la práctica real de los principios de tolerancia y amor del que tenían en el G.O., principalmente en la tolerancia. Teníamos que volvernos mucho más inclusivos y, si fuera posible, nunca exclusivos. Nunca podemos decir a nadie (ni insinuar) que debe estar de acuerdo con nuestra fórmula o será excomulgado. El ateo puede levantarse en una junta de A.A. negando a Dios; aunque, relatando cómo ha sido ayudado de otra manera; la experiencia nos dice que más tarde cambiará de modo de pensar, pero nadie le dice que tiene que hacerlo.
7.- Con objeto de poner en práctica todavía más allá el principio de la inclusividad y la tolerancia, no pedimos ningún requisito religioso a nadie. Todo aquél que tenga un problema de alcohol, que desee liberarse de él y ajustarse felizmente con las circunstancias de su vida, se convierte en miembro de A.A. sólo por asociarse con nosotros. A nadie se le pide nada más que sinceridad. en este ambiente, el ortodoxo,
el no ortodoxo y el incrédulo se mezclan de una manera feliz y útil, y en casi todos los casos resulta un gran crecimiento espiritual.
8.- Si fuéramos a hacer a la gente alguna exigencia religiosa, temo que muchos católicos sentirían que no podían interesarse. Tal como están las cosas ahora, supongo que en A.A. hay 25 por ciento de católicos, y [miembros católicos] se dan cuenta que nuestras sugerencias, de ninguna manera, los hacen entrar en conflicto con sus propios puntos de vista o reglas de conducta religiosa. Ya que hay muchos alcohólicos católicos, ¿por qué privarlos de la oportunidad de ser dogmáticos, cuando la experiencia muestra que otra cosa sería por completo innecesaria?
Por último, con frecuencia me preguntan porqué no reconozco públicamente mi deuda de gratitud con el Grupo Oxford. La respuesta es que, por desgracia, en todo este país existe un perjuicio vasto y algunas veces irrazonable contra el G.O. y su sucesor el M.R.A. Mi dilema es que si hago un reconocimiento así, puedo establecer una conexión entre el G.O. y Alcohólicos Anónimos, que actualmente no existe.
Tuve que preguntarme a mí mismo que era lo más importante: que el G.O. recibiera el crédito y que así yo tuviera el placer de descargar mi deuda de gratitud, o que los alcohólicos de cualquier parte tuvieran la mejor oportunidad posible de permanecer vivos, sin importar quién reciba el crédito.
Bill tuvo amigos en el Grupo Oxford que entendieron su punto de vista de la situación. Uno de ellos fue John Ryder, un ejecutivo de publicidad de Nueva York, que Bill conoció en la época de la Misión del Calvario. Ryder hizo estos comentarios acerca de la separación de Bill del Grupo Oxford:
"Yo estaba, o me sentía, muy cerca de Bill Wilson en los días anteriores a que se iniciara Alcohólicos Anónimos. Herb Wallace, un compañero de equipo íntimo mío, ocupó mucho tiempo con Bill, hizo que estudiara un curso de oratoria en el Downtown Athletic Club, pero creo que el propio 'grupo' rechazó a Bill cuando procedió de acuerdo a su guía para crear un grupo especial para los A.A. En esa época , si estabas asociado con el 'grupo', tu guía parecía ser de un valor dudoso, a menos que le diera el visto bueno Sam Shoemaker, Frankie Buchman o uno de los representantes acreditados.
Recuerdo a un querido amigo sacudiendo tristemente la cabeza al apuntar: 'Bill nunca tendrá suerte con una empresa de él mismo'. Le pregunté por qué y me respondió: 'Porque no le da todos los créditos al grupo'. En esa época Bill tenía bastantes curaciones a su crédito y sé lo arduamente que había intentado trabajar con el grupo, y cómo habían sido recibidos sus esfuerzos. Bill nunca falló en dar el crédito correspondiente al grupo o a los miembros que lo ayudaron, de hecho, sus expresiones habían sido mayores de lo acostumbrado en reconocimiento y gratitud.
Por supuesto, no podía decir lo que mi amigo deseaba que él manifestara: "Le debo todo al Grupo Oxford", ya que si lo hubiera dicho sería mentiroso. Esto sería de la misma manera como si un hombre dijera: "Todo se lo debo a mi maestro de la escuela primaria".
El Grupo Oxford no aprobaba la concentración no aprobaba la concentración de los alcohólicos en su problema, con la exclusión de otras inquietudes del grupo. Incluso, Lois dijo que "el Grupo Oxford, más o menos, nos dio un puntapié para que nos fuéramos", que a Bill y a ella los agrupados no los consideraban "el máximo". (En el Grupo Oxford se utilizaba la expresión "el máximo", por definir el grado de compromiso que se esperaba respecto a los objetivos del grupo).
Bill siempre era generoso al reconocer la deuda de A.A. al Grupo Oxford e invariablemente, ligaba a éste en relación al Dr. Sam Shoemaker.
A Bill le empezaron a llegar algunas oportunidades de negocios y siempre las recibía con agrado; todavía los Wilson sólo contaban con lo que ganaba Lois. A principios de febrero de 1936, recibió una asignación para investigar una compañía en Harrisburg, Pennsylvania. También tuvo un breve trabajo solicitando procuraciones y se materializaron algunas otras asignaciones.
La mayor parte de las investigaciones de Bill en el mercado de valores, en esa época, fueron para Clayton Quaw de la firma Quaw y Foley. Al no estar realmente en la nómina, se le pagaba cada asignación, recibiendo con frecuencia una acción en las utilidades que resultaban sus investigaciones. Hubo una vez en que la firma casi lo colocó en el consejo de administración de la compañía llantera Fisk Tire de Boston; se le hizo uno de los directores de la compañía Pierce Governor, fabricante de piezas automotrices en Anderson, Indiana. También tuvo algunas asignaciones de su viejo Frank Shaw, el que le había dado su primera oportunidad en Wall Street; aunque Bill y Shaw se separaron legalmente en 1929, permanecieron siendo amigos durante toda la vida. En una carta de 1960 a la esposa de Krank, Elise Shaw, Bill escribió: "A la vez es admirable y confortante que mi experiencia con Frank en Wall Street, haya tenido mucho que ver con el éxito actual de A.A. Fue el entrenamiento que recibí entonces en los grandes asuntos y el esfuerzo constante para prever y evaluar el futuro, lo que a partir de ahí ha contado tanto y, sin esa experiencia invaluable, hubiera cometido gran cantidad de errores deplorables. Mediante ningún esfuerzo de la imaginación hubiera podido integrar el lado de los asuntos materiales y la política de nuestros asuntos de A.A. con su objetivo espiritual".
El trabajo de investigación que hizo Bill en 1936-37 fue el último intento serio para reincorporarse al campo de los valores aunque durante los cinco años siguientes intentó algunas otras empresas comerciales.
En septiembre de 1936 murió el padre de Lois, que era el propietario de la casa de Clinton Street. Tomó posesión de ésta la compañía
hipotecaria, que permitió a los Wilson que permanecieran ahí por una pequeña renta.
Fue su aguda pobreza (Bill había persuadido a Lois para que dejara su trabajo en Loeser's, desde marzo) la que casi persuadió a Bill de que aceptara un empleo como terapista de alcoholismo pagado. La oferta vino de Charlie Towns, el propietario del hospital en donde Bill se había recuperado y también en el que había encontrado algunos de sus prospectos más promisorios.
Un día en que Bill estaba en el Towns, Charlie lo llamó a su oficina y mostrándole los estados de cuenta que revelaban cuánto había ganado el hospital en años anteriores (no le había ido tan bien en los más recientes), le propuso abrir una oficina en el hospital y trabajar como un terapeuta no profesional, con una cuenta disponible y una participación en las utilidades.
Bill estaba desconcertado; la oferta no sólo tenía sentido sino que parecía perfectamente ética. Incluso, había un precedente para el empleo de terapeutas no profesionales en el tratamiento del alcoholismo y la más conocida de esas personas había sido Richard Peabody, autor de "El Sentido Común de Beber", Peabody, un alcohólico que se recuperó por sí mismo, había muerto recientemente después de una carrera breve, pero con éxito, como terapeuta no profesional, independientemente de que ayudaba a los alcohólicos sobre una base de honorarios.
Bill pensó que la oferta estaba verificada por la guía celestial: Cuando iba a casa en el metro, le llegó la cita bíblica "El trabajador merece su salario". al llegar a casa iba convencido de que su destino divino era convertirse en un terapeuta pagado.
Le esperaba una gran desilusión: Lois no compartió su entusiasmo. Pero aun se sorprendió más por la manera en que respondieron los alcohólicos recuperados y sus esposas, después de que se reunieron para la junta del martes por la noche. Aunque los alcohólicos que vivían con Bill estaban teniendo considerables problemas, ahora se encontraban en el área cierto número de alcohólicos recuperados.
Los del grupo escucharon con caras impasibles, mientras Bill les contaba la oferta de Towns. Luego tomó la palabra un miembro: "Sabemos los problemas que tienes, Bill . . . nos preocupa mucho y con frecuencia nos hemos preguntado qué podríamos hacer al respecto, pero creo que hablo por todos los que estamos aquí cuando digo que lo que tú nos propones ahora nos incomoda . . . ¿No te das cuenta . . . que tú nunca puedes convertirte en profesional? A pesar de lo generoso que Charlie ha sido con nosotros, ¿no ves que no podemos atar esto a su hospital ni a ninguna otra cosa? . . . Esto es un asunto de vida o muerte, Bill, y no arreglará nada sino lo mejor . . . ¿No has dicho con frecuencia
aquí, en estas juntas, que algunas veces lo bueno es enemigo de lo mejor? Bueno, esto es un caso evidente de ello . . .
Bill, no puedes hacernos esto", añadió. "¿No ves que los demás pronto nos desanimaríamos si tú, nuestro líder, recibieras dinero por pasar nuestro magnífico mensaje, mientras que los demás haríamos lo mismo sin paga? . . . ¿Por qué tendríamos que hacerlo gratis si a ti se te paga? En poco tiempo nos emborracharíamos".
Bill comprendió, casi inmediatamente, que este trabajo debe hacerse por amor, nunca por dinero. Rechazó la oferta de Charlie. Cuando Bill relató el incidente posteriormente, se describió como el oportunista impulso, que se busca a sí mismo y que así podía haber hecho naufragar al inexperto movimiento sino hubiera sido por el consejo sabio y a tiempo de otros. Tanto Bill como Lois recordaron el incidente como un primer ejemplo de la conciencia de grupo en acción.
Bill puede haber sido el impulso y el que miraba por sí mismo - cuando menos, públicamente deploraba con frecuencia estas características suyas - pero también tuvo una notable capacidad para aceptar las críticas y, además, estaba aprendiendo a aceptar consejo; algunos de estos consejos fueron en realidad su propia enseñanza que le regresaban. En ese año hubo muchas desilusiones, como la recaída de Ebby. En 1936, éste había regresado a Albany y había encontrado un trabajo en la Ford Motor Company, en un pequeño pueblo de las cercanías. "Permanecí con la compañía Ford hasta finales de abril de 1937, fui en un viaje a Nueva York y me caí del vagón de la sequedad", recordó Ebby. "Eso fue aproximadamente dos años y siete meses de estar sin beber y trabajando con el Grupo Oxford. Regresé a Albany y se inició el viejo carrusel; estuve bebiendo mucho y de una manera continua durante largo tiempo".
Una segunda desilusión fue que en los nuevos problemas económicos que golpearon al país en el otoño de 1937, se derrumbó el trabajo de Bill para Quaw y Foley. Este fue un asunto grave; Lois estaba tratando de ganar para vivir como una decoradora de interiores, independiente, pero las tareas de los que trabajan por su cuenta eran escasas.
Posteriormente, en 1937, Bill hizo un viaje a Detroit y Cleveland buscando un trabajo. No lo encontró, pero sí visitó al Dr. Bob y Anne en Akron. En esta visita fue cuando los dos hombres llevaron a cabo una revisión "formal" de su trabajo de los dos años anteriores. Bill pudo haber estado exagerando las cosas cuando declaró que, cuando menos, 20 casos habían estado sobrios un par de años; pero al contar a todos los que parecían haber encontrado la sobriedad en Nueva York y Akron, concluyeron que más de 40 alcohólicos estaban permaneciendo secos como consecuencia del programa.
"Al revisar con cuidado esta marca, súbitamente nos asaltó la idea de que una nueva luz estaba brillando en el oscuro mundo del alcohólico", escribió Bill. "A pesar de la recaída de Ebby, una benigna reacción en cadena, un alcohólico llevando la buena nueva al siguiente, había empezado partiendo el Dr. Bob y de mí. concebiblemente, un día ello podría circular en todo el mundo. ¡Qué formidable fue darse cuenta de esto! Por fin estábamos seguros. No habría más un valor totalmente a ciegas. En realidad lloramos de alegría y Bob, Anne y yo inclinamos nuestras cabezas dando gracias en silencio".
Su gratitud hubiera sorprendido a algunos: Bill, que en ese año había cumplido 42, estaba sin trabajo, mientras que el Dr. Bob, a los 58 años, estaba en peligro de perder su casa; pero Bill tenía ahora casi tres años de permanecer sobrio y Bob, dos y medio.
1 Posteriormente este incidente condujo a Sam Shoemaker a disculparse con Bill, después de que él mismo había roto con el Grupo Oxford en 1941. Shoemaker escribió: "Si llegas a escribir la historia de la anterior conexión de A.A. con el Calvario, creo que tiene que decirse con toda honestidad que estábamos preparados al sentir que te ibas por tu propio impulso, intentando hacer algo por tu cuenta y quedando fuera de nuestra corriente principal de trabajo. Tuviste tu inspiración desde aquellos primeros días, pero no obtuviste mucho ánimo de ninguno de nosotros y, por mi parte, de ese estúpido deseo de controlar el Espíritu, tal como El se manifiesta a Sí mismo individualmente en la gente, como a ti, estoy sinceramente apenado y avergonzado".

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